Los últimos 15 meses han sido un horror a todo color para los mexicanos. La duda, la inseguridad, la confusión y la incertidumbre de la mentira diaria han causado una gran crisis emocional en la población, luego nos llega la pandemia para oscurecer más nuestra triste realidad. Los que viven del cuento de la desinformación tratan de convencernos de que todo se debe a la temporada electoral; cuando nuestro país no ha dejado de estar en crisis política en los últimos 40 años. Solo que esta última se ha extremado por los tintes teatrales de un excelso sabelotodo convertido en un Houdini de la manipulación y del engaño.
Una vez que la pandemia nos alcanzó, las versiones epidemiológicas oficiales se encargaron de difundir que nada nos pasaría. Inclusive fuimos testigos de la inspiración divina de la fe con unas estampitas religiosas. Al poco tiempo, se inició la cuenta de más de 100 000 decesos y nuestros recursos de salud pública estaban rebasados, entonces empezamos a considerar a las vacunas como una tabla de salvación.
De inmediato vino la siguiente dificultad, el Estado Mexicano simplemente no quería gastar en la compra de vacunas e inició una serie de gestiones para obtenerlas a través de diversos convenios que fueron desde voluntarios para la Fase III con los diversos laboratorios fabricantes, hasta la solicitud caritativa, de donde fueron rechazados por organismos internacionales como la UNESCO.
Esto creó una enorme especulación que los medios oficiales y algunos medios de comunicación explotaron tenazmente, se fraguó la percepción de que nuestras autoridades, verdaderos apóstoles de la eficiencia y la dedicación estaban haciendo grandes esfuerzos por obtener vacunas para sus ciudadanos. Fue tanto el autoelogio que promovieron que algunos habitantes les consideraron como verdaderos bienhechores cuando negociaron los primeros acuerdos.
“Ya vienen las vacunas, no sean desesperados” nos repitieron una y otra vez, mientras tanto los sistemas de salud y el grueso del personal mostraban sin recato el enorme deterioro funcional y la escasez de artículos básicos necesarios para atender casos menores. La crisis se agravó tanto que tuvimos que mandar a nuestros aviones para que nos trajeran miles de cubrebocas chinos de horrible calidad: así de jodidos estábamos. Posteriormente, la iniciativa y la creatividad del pueblo mexicano ayudó a resolver esta clase de problemas, pero obviamente no pudieron resolverlos todos, mucho menos el exagerado teatro y el protagonismo que presenciamos cuando recibimos las cuarenta y tantas mil dosis de Pfizer. Esa fue una manipulación y una burla inaudita y cruel, aunque no existen detalles, lo único que se puede intuir es que fue un bioensayo o una muestra gratis de tan prestigiado laboratorio. Las vacunas son fármacos que se producen y consumen en grandes volúmenes, generalmente se habla de millones de dosis, lo cual ridiculiza el primer envío a México. Estas compañías son muy serias, cuidan mucho su prestigio, de eso viven; por lo que resulta inexplicable la decisión del envío.
Después, hemos recibido millones de vacunas de 4-5 diferentes laboratorios; sin embargo, la vacunación simplemente no se realiza con la eficiencia necesaria. Existe una perversa manipulación del proceso, siempre hay escasez, lo cual crea una angustia y una incertidumbre innecesaria en el ciudadano. El Epidemiólogo Titular ha decidido programar la escasez con base en la clase social y a la afinidad y capacidad intelectual de los ciudadanos, dándose la circunstancia de que millares del personal médico y auxiliares que trabajan en clínicas y hospitales privados, y que están en estrecho contacto con los infectados, aún no han recibido la primera dosis: situación verdaderamente aberrante y criminal. Las vacunas continúan almacenadas y han sido el instrumento de una vulgar y sucia manipulación electoral.
Por si fuera poco, también surge el agravio diario generado por la calidad de la información que se transmite con noticias y comentarios sin confirmar, o bien, exacerbando con un morbo vulgar el fallecimiento de una mujer de 75 años después de haber recibido la vacuna. Todavía no terminaban la autopsia y ya estaban asegurando que había sido por causa de la vacuna. Por esas fechas ya se habían aplicado más de tres millones de dosis. El sensible fallecimiento de esta mujer, asumiendo que hubiera sido por un shock anafiláctico, no implicaba una reacción tan alarmista por parte de los comentaristas que lo transmitieron por varios días e inclusive entrevistaron a varios médicos y personal especializado.
Existen muchas otras historias que son el producto del desconcierto y la incertidumbre de este periodo presidencial, pero la manipulación no termina en México, también se manifiesta en gran escala a nivel internacional. Hace 2-3 semanas se difundió extensamente la noticia de que la vacuna producida por AstraZeneca causaba tromboembolismo (formación de coágulos en el torrente circulatorio) y otros trastornos menores y que su eficiencia no alcanzaba los niveles que habían sido reportados en la fase experimental. El escándalo fue mayúsculo. Varios países europeos de inmediato dejaron de aplicarla casi de inmediato. El panorama para AstraZeneca era devastador, además de la enorme pérdida económica que esto significaba, se había abollado el prestigio de la compañía.
Las averiguaciones y los argumentos de los científicos, los ejecutivos y los políticos británicos salieron a relucir y pronto se aclaró con la Global Advisory Committee on Vaccune Safety (GAVS) que el producto cumplía con todos los requisitos técnicos específicos para este tipo de biológicos y que la eficiencia estaba plenamente demostrada con las evidencias científicas sometidas para el registro y la autorización del producto. Hasta el 17 de marzo se habían aplicado 20 millones de dosis en Europa y otras 27 millones en la India, de este total solo 18 casos habían resultado con los problemas de trombosis. El dictamen de la GAVS recomendó un entrenamiento para que el personal encargado de la vacunación estuviera entrenado para solventar cualquier emergencia que pudiera presentarse. Además, decretó que “los beneficios aportados por el uso de la vacuna eran infinitamente superiores a cualquier caso de una reacción negativa ocurrida en el sistema inmunológico de las personas vacunadas”.
El 19 de marzo, gran mayoría de los países renuentes a usar la vacuna rectificaron y procedieron a usarla, el resto de los países hicieron lo mismo una semana después (https://www.ema.europa.eu/en/news/covid-19-vaccine-astrazeneca-benefits-still-outweigh-risks-despite-possible-link-rare-blood-clots). Las compañías transnacionales tienen un alto concepto de la discreción y la eficiencia, nadie objetó el fallo de la GAVS, aunque extraoficialmente algunos reporteros especializados comentaron que toda esta serie de intrigas y malas intenciones se debían a intereses económicos entre las compañías farmacéuticas que lideran los mercados internacionales y la reciente salida de Inglaterra del Mercado Común Europeo.
Este episodio es una muestra de la gran influencia que tienen las compañías farmacéuticas en los aspectos sociales, políticos y económicos en la salud pública de diversos países. Para nadie es un secreto el excelso poder de estas compañías transnacionales que controlan cientos de productos y servicios que se expenden a nivel mundial. Además, estas compañías son uno de los principales pilares de la economía mundial y su influencia es definitiva en muchos países consumidores. Afortunadamente AstraZeneca salió bien librada, lo cual era de suma importancia porque al parecer nosotros los humanos estamos en una etapa de gran riesgo de pandemias de acuerdo con lo que dicen los verdaderos epidemiólogos, por lo que el negocio de las vacunas estará vigente en el futuro en toda su expresión.
Vivimos en un mundo de abyectas manipulaciones que amenazan con reducir el talento y la inventiva humanas a una reducida expresión. La inteligencia artificial, la tecnología de las computadoras y la informática son accesorios formidables, pero tienen un perfil muy siniestro, son además impersonales y nada amigables; reducen la capacidad del individuo a un patrón de respuestas y diálogos prefabricados, lo cual es una forma de mezquina manipulación.
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