10 Día del Patrimonio de Nuevo León 2023

El esperado evento anual Día del Patrimonio de Nuevo León emisión número 10, se vivió con gran éxito y con una nutrida asistencia presencial y virtual el pasado domingo 12 de marzo. Arq. Sergio H. Rodríguez González,...

23 de marzo, 2023

El esperado evento anual Día del Patrimonio de Nuevo León emisión número 10, se vivió con gran éxito y con una nutrida asistencia presencial y virtual el pasado domingo 12 de marzo.

Arq. Sergio H. Rodríguez González, Coordinador General

El Arq. Sergio Humberto Rodríguez González, Coordinador General del DPNL destacó que “el éxito rotundo de esta emisión número 10 se debe al trabajo de un gran equipo de profesionales interesados y comprometidos con la difusión y preservación del patrimonio del Estado de Nuevo León”.

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Objetivo

El objetivo del DPNL es difundir todo aquello que da identidad al Estado de Nuevo León. 

¿Qué es el Día del Patrimonio de Nuevo León?

Es una celebración ciudadana anual, para reconocer, difundir y disfrutar todo aquello que caracteriza a quienes son de o viven en Nuevo León.

Periodicidad 

Cada segundo domingo de marzo, diversas instituciones públicas y privadas realizan decenas de actividades, la gran mayoría gratuitas, para acercar y mostrar las costumbres, las ideas, los rituales, el arte, la historia, los documentos, los edificios, la comida, la naturaleza y todos aquello elementos que conforman la identidad nuevoleonesa. El Día del Patrimonio de Nuevo León es la fiesta de quiénes somos y hemos sido.

Ediciones

El Día del Patrimonio de Nuevo León tuvo su primera edición en 2014 y es organizado año con año por su Consejo Organizador. Desde entonces se han llevado a cabo más de mil actividades culturales que han reunido a más de 500,000 personas para conocer, valorar y vivir su cultura e identidad.

Congreso del Estado de Nuevo León

Este Consejo impulsó que el H. Congreso del Estado de Nuevo León incluyera en 2015, esta actividad ajena a fines políticos y económicos en el calendario cívico estatal.

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Participantes 

Este año 2023 se celebró la edición del DPNL, participaron los Circuitos y Ejes participantes: Macroplaza, Barrio Antiguo, Colegio Civil, Zona Purísima-Obispado, Eje Madero-Colón, Zona Sur de Monterrey, Zona Fundidora, Guadalupe –Juárez, Zona Norte del Área Metropolitana, Zona Nororiente del Área  Metropolitana, Zona San Pedro, Zona Santa Catarina-García, Zona Periférica Norte, Zona Poniente de Nuevo León, Zona Norte de Nuevo León,  Zona Nororiente de Nuevo León, Zona Oriente de Nuevo León, Zona Citrícola de Nuevo León, Zona Sur de Nuevo León.

Arq. Sergio Humberto Rodríguez González

Coordinador General del DPNL

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Contacto

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humana es una alquimia de experiencias, deseos, razones y metas que anhelan la felicidad. De tal manera que no sólo de argumentos y demostraciones científicas vivimos, sino que hay un elemento trascendental –«inútil» a los ojos del sistema capital que busca sólo rentabilidad– que sólo se accede a través de la experiencia estética. Me refiero, precisamente, a esa sensación que el arte nos produce en lo más profundo de nuestro ser: las experiencias de lo bello y lo sublime. Para los cuales, defiendo en este escrito que la poesía es una auténtica puerta que nos permite entrar en la dimensión de lo intangible, lo sensitivo y, sin lugar a duda, la felicidad. Para empezar, defino qué entiendo por “sublime” y “bello”. Como lo comenté en un texto anterior, siguiendo a Kant, lo sublime es sentimiento que varía entre “cierto horror o melancolía; en algunos casos, meramente una admiración silenciosa, y en otros de una belleza que se extiende sobre un plano sublime. A lo primero le llamo lo sublime terrorífico; a lo segundo lo noble y a lo último lo magnífico1”.  Asimismo, lo bello “se manifiesta por la alegría que hace brillar los ojos, los rasgos sonrientes y frecuentemente por las radiantes manifestaciones de júbilo”2. En pocas palabras, “lo sublime conmueve, lo bello encanta3. Quizás, para lo sublime sea más acertado decir que tal sensación estremece el ánimo.  Ahora, ¿por qué la poesía nos permite sentir y “estremecernos” tanto? Sobre todo, en el aspecto de lo sublime, ya que lo bello se acerca a la noción más común de lo que se deriva de un cierto “efecto poético”. Me parece que tiene que ver con su “iconocidad” ya que, de acuerdo con Mauricio Beuchot, el ícono “puede mediar entre los sentidos y la razón; puede mediar entre los sentimientos y nuestra inteligencia”4. Es decir, que los íconos nos permiten cotejar proposiciones lógicas –racionales– con experiencias sensibles –impresiones a nuestros sentidos–. De esta manera, podemos contrastar referentes materiales –o simbólicos, como un logo–con su carga “semántica” que, a su vez, provoca una respuesta emocional. Un ejemplo sencillo: el suástica nazi inmediatamente conecta el hecho histórico con muchos sentimientos como la melancolía, la angustia, el terror o una general sensación de intranquilidad. Otro ejemplo, si uno observa el logotipo de “Disney” –y si uno es de los 90’s como el autor quien creció con sus personajes– inmediatamente emergen sentimientos de alegría, familiaridad, gozo, etcétera. Todo esto es posible gracias al ícono. Adicional, cabe mencionar que Beuchot divide el ícono –siguiendo a autores como Pierce– en: imagen, diagrama y metáfora5  

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  Para el objetivo que concierne a este trabajo, centro la atención en la metáfora y en la imagen. El mismo Beuchot explica que a través de la metáfora podemos transferir ciertas cualidades para simplificar ideas más abstractas. Así, cuando alguien dice “tus ojos brillan con el destello del amanecer” no significa que el sol se asome por las pupilas del interlocutor. Lo que se quiere expresar es que hay un cierto fulgor que evoca un sentimiento de belleza en quien expresa la metáfora. Es decir, se quiere presentar una sensación, un sentir difícil de explicar con proposiciones racionales (A B C), pero se diluye la abstracción con la figura metafórica. Con la imagen –apunta Beuchot– se permite presentar una asociación más universal6. Para que la expresión anterior funcione, el o la aludida saben qué es un ojo, qué es un amanecer y haberlos visto. De esta manera, “la imaginación enlaza la teoría con la praxis”7. Es así que la poesía, por su misma naturaleza que versa entre la metonimia –las imágenes– y la metáfora, nos abre el camino hacia lo sublime y bello a través de una especie de «alquimia» icónica que transforma lo indecible en una expresión entendible –tanto racional como sentimental–. Aquí radica la esencia de la poesía, la cual nos permite ser más felices por tres dimensiones –derivadas de dicha esencia–. La primera es la pedagógica. Como ya mencioné, nos permite conocer y pormenorizar nuestra comprensión al agudizar la capacidad de engarzar lo racional con lo experimentado. Un ejemplo desde la poesía misma es el famoso soneto de don Francisco de Quevedo: Retirado en la paz de estos desiertos, con pocos, pero doctos libros juntos, vivo en conversación con los difuntos y escucho con mis ojos a los muertos.8 Lo que nos relata don Francisco con la sutileza de un fino pincel no es que habla realmente con los muertos. Más bien, que a través de la lectura pudo trasladarse a entender lo que los autores pensaron. Así, pedagógicamente, el cerebro humano es capaz de agudizar su discernimiento lógico a través de imágenes y metáforas. En este sentido, cabe afirmar que no todo el conocimiento humano se centra en la demostración experimental científica. ¡Qué triste un mundo de sólo fórmulas y teoremas! Incluso, la misma ciencia tiene que recurrir a las figuras literarias de la imagen, metonimia y metáfora para idear sus hipótesis. Basta pensar en la Teoría Especial de la Relatividad –cómo Einstein utiliza el ejemplo de los barcos, retomados a su vez de Galileo–9. Dejo que la misma poesía haga una crítica al pensamiento cientificista radical con las palabras de Edgar Allan Poe: How should he love thee? Or how deem thee wise, Who wouldst not leave him in his wandering To seek for treasure in the jewelled skies, Albeit he soared with undaunted wing?10 La segunda dimensión se centra en la sensibilidad estética. Al leer el verso “Is all that we see or seem but a dream within a dream” o el cierre del famoso poema The Raven, “And my soul from out that shadow that lies floating on the floor shall be lifted–nevermore!11 resultan estremecedores a la interioridad –el alma–. La experiencia de pensar si lo que vivimos es una realidad o, quizás, hay algo que –como en el sueño– no estamos conscientes; o bien, el terror de la sombra del hastío sublimado en la forma de un cuervo, ¡claro que provocan una sensación sublime! Lo cual nos lleva a la tercera dimensión. La poesía nos ayuda a encontrarnos a nosotros mismos. Nos invita a la reflexión sincera de quiénes somos y cómo evaluamos nuestra existencia. Cuando Baudelaire expresa el famoso spleen o hastío –en su veta más existencial– hacia nuestra conciencia del tiempo, nos invita a mirar hacia nuestro interior para conocer nuestros deseos, así como nuestras ansiedades:  ¡Reloj!, dios espantoso, siniestro e impasible, cuyo dedo amenaza diciéndonos: «¡Recuerda! Los vibrantes Dolores en tu asustado pecho como en una diana pronto se clavarán… 12 Charles Baudelarie, “El reloj” en Las flores del mal, tercera edición, trad. de Antonio Martínez Sarrión, (Madrid: Alianza Editorial, 2015), p. 133. Charles Baudelarie, “El reloj” en Las flores del mal, tercera edición, trad. de Antonio Martínez Sarrión, (Madrid: Alianza Editorial, 2015), p. 133. Por todas estas razones, defiendo que leer poesía nos hace más felices. Y no me refiero a una alegría vacua, incauta e ingenua; sino a una enraizada en la aceptación de la verdad de aquello que somos: seres racionales, emocionales, angustiados y esperanzados. La felicidad no es el destello constante de la adrenalina, sino la paz de saber quiénes somos.   1 Immanuel Kant, Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y sublime, trad. de Dulce María Granja Castro, (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2017), p. 5. Énfasis del texto original.  2 Ídem.   3Ídem.   4Mauricio Beuchot, Senderos de iconicidad. Sobre el resplandor de las imágenes, (México: Herder, 2016), p. 53.  5Cfr. Ibídem, p. 58. 6 Cfr. Ídem. La imagen sería el otro lado de la metáfora, la metonimia.   7Ibídem, p. 51. 8 Francisco de Quevedo, “Desde la torre” en Antología poética, edición de Esteban Gutiérrez Díaz-Bernardo, (España: Editorial Castalia, 1989), p. 79. 9 Si el tema es de interés, recomiendo las lecturas: Thomas S. Khun, La estructura de las revoluciones científicas, cuarta edición, trad. de Carlos Solís Santos, (México: FCE, 2019) y Tom Crane, La mente mecánica. Introducción filosófica a mentes, máquinas y representación mental, trad. de Juan Almela, (México: FCE, 2022).   10Edgar Allan Poe, “Sonnet–To Science” en The Complete Poetry of Edgar Allan Poe, (USA: Signet Classics, 2008), p. 45.  11A Dream within a Dream (p. 39) y The Raven (p. 45).   12Charles Baudelarie, “El reloj” en Las flores del mal, tercera edición, trad. de Antonio Martínez Sarrión, (Madrid: Alianza Editorial, 2015), p. 133.  

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  ¿Quiénes han sido sus autores favoritos? “Yo empecé leyendo poesía, mi autor favorito a edad temprana es Rubén Darío. Leí sus obras completas cuando tenía 11 años. Él fue mi iniciador. En la actualidad entre mis poetas favoritos está Jaime Sabines y Mario Benedetti, de ficción ahora prefiero leer novela y novela histórica, mi autor favorito estadounidense es Noah Gordon, que escribió El Médico, también tengo una autora inglesa que se llama Taylor Caldwell, que escribió la novela Médico de cuerpos y almas, que es la biografía novelada de San Lucas, el evangelista. Leo a otra autora de ficción que es una literata norteamericana de raíces judías que se llama Erica Jong, feminista, tengo todas sus obras”. ¿Cuál fue la primera obra que envió a concurso? “Es el poemario Naufragio, lo mandé a dos concursos, y no ganó, pero, mi primera novela histórica Una retratista en la corte de Enrique VIII, le pregunté a mi único maestro por aquel entonces, qué hacía con una novela terminada, me dijo que la enviara a un concurso. Para entonces había internet, era 2009, busqué y encontré Premio Planeta de Novela (Argentina). Vivía todavía en Las Choapas, pedían en físico la novela, cinco ejemplares porque eran los integrantes del jurado. Mi novela tenía 300 páginas, en el pueblo imprimí 1500 hojas, había que engargolarlas y mandarlas por correo. En las instalaciones del correo la persona que atendía resultó ser mi paciente, me informó que saldría carísimo el envío hasta Argentina, así que las comprimió con cinta canela. Cuál sería mi sorpresa, como a los tres meses, ya hasta me había olvidado, me hablaron desde Buenos Aires, diciéndome: Sabe usted que quedó finalista del Premio Planeta de Novela (Argentina), y hay una cena de lujo con los diez finalistas, ahí se informará el fallo del jurado, está invitada con su pareja. Estoy en México, respondí. Acabamos de ver su novela. Finalmente, ganó el argentino Federico Andahazi con una novela que trata de un navegante azteca que viajó a Europa, la obra se llama El conquistador”. “Pensé, la voy a mandar a otro concurso. La envié al Premio Literario Casa de las Américas (Cuba, 2009), en ese tiempo era como el Premio Nobel en español. Recibí un correo de la editorial Planeta, donde me decían: quedó usted como finalista del Premio Literario Casa de las Américas, queremos editar su novela. Lo cuento, porque muchos escritores me han dicho que no creen en los concursos, y doy fe que al menos en esos concursos fueron totalmente imparciales. Es una historia que voy a contar en mí autobiografía”.  “En el concurso Premio Literario Casa de las Américas, el presidente del jurado fue José Saramago. Tengo la segunda edición de Una retratista en la corte de Enrique VIII, me la hicieron en España con una portada preciosa, la original que me hizo editorial Planeta, también es bonita, es un cuadro de Rafael y esta novela se vendió toda en el primer año. Estuvo entre las diez novelas más vendidas en México en Cafebrería El Péndulo, mi novela en sexto lugar junto a una obra de Octavio Paz, que era el quinto lugar, y la escritora rumano-alemana Herta Mûller, Premio Nobel de Literatura 2009. ¿Considera que escribir literariamente tiene relación directa con la inspiración o acaso ocurre de forma natural? “La inspiración es algo subjetivo, me adhiero a los escritores que dicen que la musa no tiene hora para llegar, pero es muy celosa, si llega y estás ocupado en otra cosa, se va, y ya no regresa. Para mí es ideal escribir en la noche, ya no te llaman por teléfono, todos duermen, hay silencio y eso ayuda. No descanso si no escribo todos los días, pueden ser artículos periodísticos, cuentos”. “La literatura es una disciplina muy rigurosa, cuando escribo una novela me impongo al menos diez páginas diarias”.  “Soy tan afortunada que me ha tocado vivir dos vidas: la primera como profesionista, y la segunda como escritora, cuando por lo general a los 60 años se da por terminada la vida y nos dedicamos a apapachar a los nietos. La sociedad ha empezado a ver a la tercera edad como personas que todavía tienen mucho que dar, cuando antes mandaban a sentarse al rincón para esperar la muerte, la gente así lo tomaba, ahora hay muchas actividades para las personas de la tercera edad. He impartido muchos talleres en La Casa del Abue, es un programa del DIF de Puebla, donde hacen ejercicios, bailan, también toman clases de literatura, he dado poesía, cuento, y donde antes solo se contemplaba a niños, jóvenes, actualmente los adultos han logrado buenos poemas y vamos a hacer una antología”.   ¿Hasta el momento cuál ha sido el mayor reto literario? “Una novela futurista que escribí. La ciencia ficción está de moda entre lectores medianos o de a pie, lo que más se comercializa es novela, de todo lo que se edita las dos terceras partes son novela, libros de autoayuda y ciencia ficción, pienso que nunca voy a escribir autoayuda y creí que tampoco ciencia ficción, y luego me propuse escribir una novela futurista, de un mundo distópico, se llama Acuérdate de olvidarme, la editó la BUAP, antes de la pandemia”. ¿Qué aporta la literatura a la humanidad? “Esa es una pregunta como dijo Louis Armstrong cuando le preguntaron: ¿qué aporta el jazz a la música? Él contestó: My friend, if you ask me you will never know (mi amigo, si tú preguntas eso, nunca lo vas a entender). Hay muchas personas que dicen que lo que aporta la literatura es vida, el que lee vive mil vidas, pobre del que no lee, porque nada más vive su vida, es transportarse a otros planetas, a otros siglos, a tantos momentos históricos como la revolución rusa, francesa, tiempos épicos, personajes sabios con los que uno dialoga a pesar de que tienen siglos de haber muerto, un viaje al centro de la tierra, todo eso que nos es dado por la literatura, es vida, así lo siento, son vidas extras, vidas que nosotros vivimos a través de los libros”. ¿Qué se ve haciendo en los próximos años? “Me veo en una casita en el campo, en Atlixco, con una biblioteca minimalista, porque he acumulado tantos libros que realmente ya es hora de que pasen a otras manos. Me veo en un estudio escribiendo todo lo que se me ocurra, tengo una novela que habla de la píldora anticonceptiva, es la historia de la píldora, novelada. Estaré rodeada de flores y plantas, con alguien que me ame y a quien amo”.  Nidia Sánchez nos ofrece un retrato de la escritora Alicia Flores.
Como autora única Alicia Flores tiene ocho novelas que son: Una semana de gracia; Una retratista en la corte de Enrique VIII; Cañita Cuahuzayoly; El faro de sierra de negra (es una novela histórica); Acuérdate de olvidarme, Pasajeros sin huella. “Mi libro mi favorito sentimental es Lagunas mentales, un thriller psicológico”. Tres poemarios forman parte de sus obras: Naufragio; Las mil y una emociones, editado por un programa PACMIC de Acayucan, Veracruz; Atributos florales, un libro objeto ilustrado con flores, que se agotó y debido a lo caro no ha vuelto a editarse, fue resultado de un taller en Las Choapas, cuando iniciaba como escritora. Entre sus libros de cuentos tiene: Los Cuentos claros y el Relato espeso, que editó la Universidad Veracruzana en el Centenario de la Revolución; Suave de sur a norte, a cargo de la Editora de Gobierno del Estado de Veracruz; Alcanzar el sol, que ganó el Premio Nacional Ramón López Velarde (2019) en Jerez de García Salinas, Zacatecas.  Como escritora activa cuenta con artículos periodísticos y ensayos publicados. La participación de Alicia Flores está presente en quince antologías con diversos autores donde publican poesía y cuento.  “He sido muy afortunada, tengo 30 libros, entre antologías, colectivos y donde soy única autora que son 15. Esperar lo inesperado, es otra antología de cuentos que editó la UNAM. De un colectivo hicimos La Constancia, una fábrica textil que está en Puebla, ahora remodelada, es un libro que me gusta mucho”.  “A mí me gusta hacer las portadas de mis libros, el editor me puede dar propuestas y al final decido”.  “Tengo un cajón lleno de diplomas de todas las universidades a las que he ido a dar talleres, reconocimientos por fomento a la lectura”.  “Lo que considero muy entrañable es el trofeo que me dieron en los XII Juegos Florales en Jerez de García Salinas, Zacatecas en un teatro”.  La escritora Alicia Flores se ha presentado en innumerables escenarios, un sueño y un reto fue la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, a donde se trasladó en 2018, no solo con un libro, sino con tres, como coautora en las obras Bocado de Ángeles; La Alegría del Hogar; y como única autora con la segunda parte de Una retratista en la corte de Enrique VIII, que es Un rescatista en la corte de Felipe II, que editó la BUAP, un libro que tiene impresas pinturas seleccionadas por la autora. Otro lugar que nuestra invitada considera memorable, además del Palacio de Bellas Artes, es la biblioteca Palafoxiana (Puebla) donde ha presentado algunos de sus libros. Nos comparte que a veces los recuerdos más entrañables han sido en escenarios mucho menos impactantes.  “El segundo escenario favorito para mí es la capilla La Constancia, hicimos el libro Voces vivas de La Constancia, y el gobierno de Puebla permitió que se celebrara la primera presentación en esta capilla, donde tocaron la campana como si se llamara a misa, era el único lugar vivo que quedaba de esa fábrica textil, que se extinguió y el gobierno la renovó después. En aquella ocasión toda la capilla se llenó, fue un escenario precioso, lo más significativo fue que décadas atrás me había casado con mi esposo en ese mismo lugar”. “En el Paraninfo de la Universidad de Puebla, que es un salón precioso, también ha presentado libros y se trata de un lugar donde presenté mi examen profesional”. “Otra experiencia peculiar me ocurrió en Puebla en la colonia marginal llamada Pueblo Nuevo, ahora rebautizada como Romero Vargas, uno de los focos rojos de las colonias populares, a donde una sociedad civil me invitó a participar a fundar un museo comunitario y una biblioteca. El museo comunitario queda a un lado de la capilla de Pueblo Nuevo, y presentaba un libro cuando un señor se levantó y dijo: vine a la capilla a sacar una fe de bautizo que necesito y tengo que regresar a mi pueblo, pero como me hacía falta una hora para subirme al camión, entré aquí donde había gente y estaban dando café, la oigo a usted y yo quiero su libro, ¿cuánto cuesta?, apúrese porque mi camión sale en media hora y no lo voy a alcanzar, yo no me voy a ir sin su libro, le dije son 200 pesos, agarró el libro que estaba mostrando, dejó el dinero, y se fue, nunca en la vida me he sentido tan satisfecha, más halagada y gratificada, que en esa ocasión”. “La vida hay que vivirla minuto a minuto. Hay una frase de Albert Camus con la que me identifico: “En las profundidades del invierno, finalmente aprendí, que en mi interior, habitaba un verano invencible”. “Así me siento, dentro de mi invierno, nunca se va a quitar ese sol esplendoroso del verano, aunque sea dentro de mi corazón lo tengo”. “Hacer puentes para perpetuar la literatura, difundirla y conectar a más gente. Siempre digo que los seres humanos, especialmente los escritores, somos vasos comunicantes que vamos extendiéndonos para que los que vienen atrás de nosotros sigan la obra”.  

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  Para el objetivo que concierne a este trabajo, centro la atención en la metáfora y en la imagen. El mismo Beuchot explica que a través de la metáfora podemos transferir ciertas cualidades para simplificar ideas más abstractas. Así, cuando alguien dice “tus ojos brillan con el destello del amanecer” no significa que el sol se asome por las pupilas del interlocutor. Lo que se quiere expresar es que hay un cierto fulgor que evoca un sentimiento de belleza en quien expresa la metáfora. Es decir, se quiere presentar una sensación, un sentir difícil de explicar con proposiciones racionales (A B C), pero se diluye la abstracción con la figura metafórica. Con la imagen –apunta Beuchot– se permite presentar una asociación más universal6. Para que la expresión anterior funcione, el o la aludida saben qué es un ojo, qué es un amanecer y haberlos visto. De esta manera, “la imaginación enlaza la teoría con la praxis”7. Es así que la poesía, por su misma naturaleza que versa entre la metonimia –las imágenes– y la metáfora, nos abre el camino hacia lo sublime y bello a través de una especie de «alquimia» icónica que transforma lo indecible en una expresión entendible –tanto racional como sentimental–. Aquí radica la esencia de la poesía, la cual nos permite ser más felices por tres dimensiones –derivadas de dicha esencia–. La primera es la pedagógica. Como ya mencioné, nos permite conocer y pormenorizar nuestra comprensión al agudizar la capacidad de engarzar lo racional con lo experimentado. Un ejemplo desde la poesía misma es el famoso soneto de don Francisco de Quevedo: Retirado en la paz de estos desiertos, con pocos, pero doctos libros juntos, vivo en conversación con los difuntos y escucho con mis ojos a los muertos.8 Lo que nos relata don Francisco con la sutileza de un fino pincel no es que habla realmente con los muertos. Más bien, que a través de la lectura pudo trasladarse a entender lo que los autores pensaron. Así, pedagógicamente, el cerebro humano es capaz de agudizar su discernimiento lógico a través de imágenes y metáforas. En este sentido, cabe afirmar que no todo el conocimiento humano se centra en la demostración experimental científica. ¡Qué triste un mundo de sólo fórmulas y teoremas! Incluso, la misma ciencia tiene que recurrir a las figuras literarias de la imagen, metonimia y metáfora para idear sus hipótesis. Basta pensar en la Teoría Especial de la Relatividad –cómo Einstein utiliza el ejemplo de los barcos, retomados a su vez de Galileo–9. Dejo que la misma poesía haga una crítica al pensamiento cientificista radical con las palabras de Edgar Allan Poe: How should he love thee? Or how deem thee wise, Who wouldst not leave him in his wandering To seek for treasure in the jewelled skies, Albeit he soared with undaunted wing?10 La segunda dimensión se centra en la sensibilidad estética. Al leer el verso “Is all that we see or seem but a dream within a dream” o el cierre del famoso poema The Raven, “And my soul from out that shadow that lies floating on the floor shall be lifted–nevermore!11 resultan estremecedores a la interioridad –el alma–. La experiencia de pensar si lo que vivimos es una realidad o, quizás, hay algo que –como en el sueño– no estamos conscientes; o bien, el terror de la sombra del hastío sublimado en la forma de un cuervo, ¡claro que provocan una sensación sublime! Lo cual nos lleva a la tercera dimensión. La poesía nos ayuda a encontrarnos a nosotros mismos. Nos invita a la reflexión sincera de quiénes somos y cómo evaluamos nuestra existencia. Cuando Baudelaire expresa el famoso spleen o hastío –en su veta más existencial– hacia nuestra conciencia del tiempo, nos invita a mirar hacia nuestro interior para conocer nuestros deseos, así como nuestras ansiedades:  ¡Reloj!, dios espantoso, siniestro e impasible, cuyo dedo amenaza diciéndonos: «¡Recuerda! Los vibrantes Dolores en tu asustado pecho como en una diana pronto se clavarán… 12 Charles Baudelarie, “El reloj” en Las flores del mal, tercera edición, trad. de Antonio Martínez Sarrión, (Madrid: Alianza Editorial, 2015), p. 133. Charles Baudelarie, “El reloj” en Las flores del mal, tercera edición, trad. de Antonio Martínez Sarrión, (Madrid: Alianza Editorial, 2015), p. 133. Por todas estas razones, defiendo que leer poesía nos hace más felices. Y no me refiero a una alegría vacua, incauta e ingenua; sino a una enraizada en la aceptación de la verdad de aquello que somos: seres racionales, emocionales, angustiados y esperanzados. La felicidad no es el destello constante de la adrenalina, sino la paz de saber quiénes somos.   1 Immanuel Kant, Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y sublime, trad. de Dulce María Granja Castro, (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2017), p. 5. Énfasis del texto original.  2 Ídem.   3Ídem.   4Mauricio Beuchot, Senderos de iconicidad. Sobre el resplandor de las imágenes, (México: Herder, 2016), p. 53.  5Cfr. Ibídem, p. 58. 6 Cfr. Ídem. La imagen sería el otro lado de la metáfora, la metonimia.   7Ibídem, p. 51. 8 Francisco de Quevedo, “Desde la torre” en Antología poética, edición de Esteban Gutiérrez Díaz-Bernardo, (España: Editorial Castalia, 1989), p. 79. 9 Si el tema es de interés, recomiendo las lecturas: Thomas S. Khun, La estructura de las revoluciones científicas, cuarta edición, trad. de Carlos Solís Santos, (México: FCE, 2019) y Tom Crane, La mente mecánica. Introducción filosófica a mentes, máquinas y representación mental, trad. de Juan Almela, (México: FCE, 2022).   10Edgar Allan Poe, “Sonnet–To Science” en The Complete Poetry of Edgar Allan Poe, (USA: Signet Classics, 2008), p. 45.  11A Dream within a Dream (p. 39) y The Raven (p. 45).   12Charles Baudelarie, “El reloj” en Las flores del mal, tercera edición, trad. de Antonio Martínez Sarrión, (Madrid: Alianza Editorial, 2015), p. 133.  

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