Cada época trae sus propios significados que la distinguen de cualquiera otra. La nuestra, que suele llamarse “posmodernista” tiene un ritmo y una velocidad propios, quizá mayor que las épocas que le antecedieron. Además, posee elementos únicos que han marcado un punto de quiebre en la historia. Uno de tales signos es el avance del deterioro neurológico entre personas mayores.
Si recordamos, según el INEGI la esperanza de vida en México hace cien años era de 34 años promedio. Hoy, pese a la reducción que sufrió en los últimos 5 años, las cifras se han fijado en alrededor de 70 años, también de acuerdo con los censos oficiales de población. Los padecimientos que acababan con la vida de manera temprana décadas atrás, la medicina moderna ha logrado modificarlos en cuanto a sus tasas de incidencia y letalidad. Hoy en día la población vive muchos más años, y enfermedades propias de edades mayores, que antes no se presentaban, ahora comienzan a manifestarse de manera importante. Una de ellas es el rubro de enfermedades neurodegenerativas, fundamentalmente el Alzheimer.
Las condiciones de la presente colaboración no nos permitirían profundizar en la variedad de elementos que generan estos procesos degenerativos. Limitemos pues, a decir que en muchas familias mexicanas actuales existe o existirá una persona con una condición neurológica que demanda un manejo particular. Por lo que tenemos la necesidad de conocer en qué consisten estos padecimientos, su progresión y el manejo requerido. Una forma de adquirir tal conocimiento es mediante literatura médica, seminarios o conferencias especializados. Un método alternativo, que nos permite adentrarnos en el mundo del enfermo y comenzar a entenderlo, es la literatura de ficción.
Termino de leer el libro “Las gratitudes” de la autora francesa Delphine De Vigan (Ed. Anagrama). A través de su lectura conocemos a Michka, la paciente senil que, dada su condición médica, habrá de ser internada en una institución para mayores. La voz narrativa nos la presenta como “una niña envejecida” que va perdiendo el control de su propio mundo, hasta hace poco manejado por ella misma, pero que, a partir de ahora habrá de ir cambiando para siempre.
La novela inicia con un llamado de atención para el lector. Nos recuerda la infinidad de cosas por las que debemos de dar gracias cada día. Se hace una distinción entre los agradecimientos de cortesía que hacemos en situaciones ordinarias, y aquellos agradecimientos profundos, del alma, que quisiéramos expresar a esos seres humanos que han marcado una diferencia en nuestra vida. A partir de ese punto arranca la historia en la que habrán de interactuar personajes secundarios como Jérȏme, el fonoaudiólogo con quien la paciente va a establecer una relación afectiva mucho más allá de las rutinas diarias de lenguaje, y Marie, una joven exvecina de su edificio que le tiene especial aprecio. Uno y otra van siendo testigos de su progresivo deterioro neurológico. De inicio luchan por detenerlo, pero conforme avanza la historia comprenden que lo más humano para la paciente es acompañarla en su proceso de duelo personal y aceptación, hasta el final.
Hoy escuchaba una interesante definición de lo que es la cultura: Macario Schettino la define como “la cristalización de la moral”, para significar que, conforme a lo que predomina en cada período histórico de la humanidad, se define una escala de valores específica y con ello la cultura propia de la época. Vivimos tiempos cuando tenemos poca oportunidad o poca paciencia para enfocarnos a atender a las personas mayores dentro de la familia. Muchas de las veces los viejos llegan a tratarse casi como parte del menaje de casa, sin tomar en cuenta que, más allá de la confusión de sus estados mentales, albergan emociones que no debieran ser ignoradas. Muchas veces se trata del que alguna vez fue el padre de familia, proveedor y quizás máxima autoridad dentro del hogar. Su duelo es doble, por las limitaciones que le representa la enfermedad y por la pérdida de su estatus dentro del clan familiar.
La literatura de ficción nos permite una mirada lateral a problemas vigentes en nuestra sociedad, para abordarlos de una manera más gentil y empática. Uno de tales casos es el deterioro neurológico asociado a la edad, condición de la que ninguno puede asegurar que estará exento. Es algo que se ha instalado entre nosotros, con toda seguridad para siempre, así que más vale ir aprendiendo a entenderlo. Un excelente camino para hacerlo, y pasar un buen rato, además, es a través de conocer historias de ficción, que siempre parten de un núcleo primigenio de realidad y nos transportan a una fantasía capaz de conmovernos frente a lo narrado, como pocas cosas logran hacerlo.
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