El proceso electoral del 2 de junio se perfila como el más grande y complejo en la historia de nuestro país, marcado por la elección de más de 20 000 cargos públicos y la participación de más de 120 000 candidatos.
En esta elección nos invita a elegir desde el Presidente de la República, Senadores y Diputados Federales, hasta 8 Gobernadores, la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, y una extensa cantidad de Diputados Locales, Presidentes Municipales y Regidores en los Cabildos Municipales.
Al inicio, se anticipaba que la polarización sería el eje central de la conversación social durante este periodo electoral. Aunque presente, esta polarización ha resultado ser menos intensa de lo previsto, aunque no se descarta que pueda intensificarse hacia el final de las campañas.
Sin embargo, lo que realmente ha caracterizado este periodo es la saturación de mensajes tanto en medios de comunicación tradicionales como digitales. Y también la intrascendencia de los mensajes de cara a los electores.
El bombardeo informativo comenzó desde mediados de 2023, con los procesos de selección de candidaturas por parte de importantes coaliciones como el Frente Amplio por México y la Alianza Sigamos Haciendo Historia, además de incidentes relacionados con Movimiento Ciudadano.
Para dimensionar la saturación, el Instituto Nacional Electoral (INE) autorizó la emisión de 52 millones de spots durante las etapas de precampaña, intercampañas y campaña electoral, únicamente en radio y televisión.
La campaña nacional arrancó formalmente el 1 de marzo, lo que significó el inicio de la diseminación de mensajes por parte de los candidatos a la Presidencia de la República, Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, Senadores y Diputados Federales. A estos se suman los mensajes en medios digitales, con los candidatos presidenciales publicando entre 12 y 15 mensajes diarios, y aquellos para Diputados Federales, Senadores y Gobernadores, promediando entre 3 y 5 publicaciones diarias.
Se espera que una vez que inicien las campañas locales, la cantidad de mensajes digitales podrán llegar al menos a 100 millones. Demasiados.
Hasta el momento, los mensajes de los candidatos federales han tenido un impacto limitado en atraer el interés de los electores, manteniendo prácticamente inalteradas las percepciones iniciales.
Los contenidos presentados tanto en medios tradicionales como digitales tienden a reiterar propuestas ya conocidas: la continuidad, el cambio, y lo nuevo, sin lograr conectar estas visiones con las necesidades específicas y el estado emocional de los electores. La falta de emociones positivas y de un mensaje esperanzador se suma a esta desconexión.
En conclusión, el exceso de repetición y la saturación de mensajes poco convincentes y repetitivos difícilmente modificarán la percepción de un electorado frustrado, desilusionado y, en gran medida, desinteresado en la política y sus representantes.
Si no cambian los mensajes para interesar al electorado y hacerlo parte de la vida de los electores, los resultados serán por debajo de la expectativas de unos y otros, en detrimento de la representatividad y legitimidad que le urge al poder público y a los políticos.
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