Antes que nada, entendamos qué no es compasión: no es dar una limosna, dar un diezmo a la iglesia, hacer una donación, darle una moneda al “franelita”, sentir pena, ser altruista, nada de esto es compasión. Compasión es una movilización para la acción, es aquello que nos motiva a hacer algo para aliviar el sufrimiento, tanto el propio como el de los otros seres vivos.
La palabra Compasión viene del latín “compati” que significa “sufrir con”. Posiblemente la definición más conocida es la de Dalai Lama: “Sensibilidad para el sufrimiento de sí mismo y de los otros, con un profundo compromiso de intentar aliviarlo”.
El desarrollar la compasión por sí mismo (autocompasión) y por los otros como forma de mejorar el bienestar, ha sido la práctica fundamental en la filosofía budista hace miles de años.
Actualmente existe una teoría llamada: Teoría Centrada en la Compasión (CFT) (Compassion Focused Therapy) es un proceso terapéutico desarrollado por el psicólogo inglés Paul Gilbert para tratar pacientes con altos niveles de vergüenza y autocrítica, cualidades que son la base de una gran diversidad de trastornos psicológicos.
Muchas veces podemos ser compasivos y empáticos con los otros y nos olvidamos de serlo con nosotros mismos, autocriticándonos constantemente por nuestros errores, por nuestras fallas, al grado de ser nosotros mismos nuestro peor verdugo. Somos intolerantes al menor error tanto en nuestra vida personal o profesional.
Y aquí podemos partir de la idea de ¿cómo puedo ser compasivo y ayudar a los otros si no lo soy conmigo mismo?
Según Kristin Neff (2003) sobre la autocompasión:
- Estar atento y abierto para el propio sufrimiento.
- Ser gentil y no autocondenarse.
- Tener la consciencia de poder compartir el sufrimiento con otros, en vez de sentirse avergonzado y solo.
El Mindfulness es fundamental para poder trabajar con la (auto)compasión, centrándonos en el presente, aceptando todas esas emociones, sensaciones, y pensamientos cuando son disparados y poderlos ver como mero “observador” de tal forma que podamos darnos el tiempo para pensar y dar una respuesta consciente en lugar de reaccionar impulsivamente ante el problema.
Por más de dos mil años, la psicología budista ha visto a la psicología humana como dominada por los esfuerzos de nuestras mentes para lidiar con las amenazas inevitables, pérdidas y daños que provocan sufrimiento; ninguno de nosotros está inmune a las frustraciones, adversidades y a la decadencia final de nuestra vida y muerte, así como la de nuestros seres queridos. Dentro del enfoque budista está el entrenamiento de nuestras mentes con diferentes formas que nos permiten “enfrentar”, pero también “fluir con” las duras realidades de la vida. Los dos aspectos más importantes dentro de este entrenamiento son: el Mindfulness y la Compasión.
Los seis principales componentes de la compasión según Paul Gilbert son:
- Desarrollar una motivación para cuidar del propio bienestar y el de los otros.
- Desarrollar sensibilidad para con el propio sufrimiento y necesidades de otros.
- Desarrollar la propia capacidad para la simpatía.
- Desarrollar la capacidad de tolerancia a las emociones y sufrimiento. (resiliencia)
- Desarrollar empatía (colocarse en el lugar del otro).
- Desarrollar el no juzgar como manera de abstenerse de condenaciones y acusaciones.
Podemos concluir que el entrenamiento del Mindfulness y la (auto)compasión nos hacen ser cada día mejores, más empáticos, gentiles y bondadosos con nosotros mismos y los que nos rodean.
Te pregunto nuevamente…
¿Te consideras una persona (auto)compasiva?
Referencias:
Material del Curso de Pós-graduação de Mindfulness e Terapias Integrativas, CBI of Miami, 2022.
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