Autor: Cristina Romero Oliva Profesora en Departamento de Psicología Social, Evolutiva y de la Educación.
La orientación educativa es un proceso de ayuda que se dirige al estudiante a lo largo de toda su vida. Esta ayuda se debe intensificar más en determinados momentos del desarrollo (por ejemplo, durante el inicio de la adolescencia y la pubertad) y también ante ciertas situaciones que requieran una toma de decisiones académicas o vocacionales. Por ello, la presencia de los orientadores escolares durante la etapa adolescente es fundamental.
Para orientar al alumnado hay que tener en cuenta todas las dimensiones de su desarrollo: psicológico, intelectual, educativo, social, vocacional, etc. Lo ideal es que la orientación sea una actividad cooperativa y coordinada entre todo el profesorado, los profesionales de la orientación, el alumnado y sus respectivas familias. Es decir, la orientación debe ser una tarea “de todos” aunque sea el profesional de la orientación la persona que impulse y refuerce dicha tarea.
Recibir orientación sobre las distintas posibilidades que tienen de cara a su futuro académico y laboral es especialmente importante hoy en día ya que existe una alta probabilidad de que la persona cambie varias veces de puesto de trabajo o incluso de profesión.
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La finalidad de la orientación es que los estudiantes puedan tomar sus propias decisiones, por lo que se utilizan programas que fomenten el autoconocimiento y el aprendizaje de estrategias para la toma de decisiones.
Las tecnologías de la información han facilitado enormemente este proceso. Para empezar, con softwares que sirven para esta labor de autoconocimiento y adquisición de estrategias de elección. Un ejemplo de este tipo de programas lo encontramos en El Orienta, a través del cual el estudiante va respondiendo a una serie de cuestiones que se le plantean y que servirán para darle una devolución sobre aspectos relacionados con su futuro académico y profesional.
Orientación para un mejor aprendizaje
Los orientadores también tienen como objetivo alejar al alumnado del fracaso escolar y tratar de proporcionarle los recursos que le ayuden a cumplir sus intereses personales y profesionales. El orientador escolar trata de identificar los factores que intervienen en el rendimiento académico de cada estudiante y favorecer por parte del mismo la adopción de estrategias para un mejor aprendizaje.
A partir de este diagnóstico, da pautas al profesorado para mejorar la motivación del alumnado, y ofrece a la comunidad educativa programas sobre las estrategias de aprendizaje, los hábitos y las técnicas de estudio, etc. Esta labor también ha mejorado en cuanto a eficacia y alcance gracias a las tecnologías de la información, que facilitan la comunicación en el menor tiempo posible a un gran número de personas (profesorado, familias y alumnado).
El orientador puede compartir sus consejos a través del correo electrónico, los blogs e incluso las mismas aplicaciones tecnológicas que utilice la administración educativa en cada comunidad autónoma. La realización de tutorías por videoconferencia también facilitan la comunicación con las familias.
Orientación para el bienestar emocional y social
Para que el desarrollo de todo el alumnado sea integral se debe tener en cuenta también su bienestar emocional y sus relaciones sociales. Los profesionales de la orientación pueden encargase de diseñar, aplicar y evaluar distintos programas preventivos sobre: la autoestima, la gestión de emociones, las habilidades para la vida (resolver problemas cotidianos), las habilidades sociales (saber escuchar, afrontar el estrés, resistir la presión grupal, pedir ayuda…) y otros temas transversales como por ejemplo la educación sexual, los hábitos saludables, la educación ambiental y la convivencia para la paz.
Los departamentos de orientación pueden seleccionar contenidos relevantes en internet para trabajar con el alumnado mediante el diálogo, el debate y otras actividades que inviten a la reflexión personal con apoyo de las tecnologías. Por ejemplo, el diseño y creación por parte del alumnado de elementos estéticos para colocar en el centro y que traten sobre la prevención del fracaso escolar.
Atender a las necesidades diversas
Los orientadores son responsables de identificar y detectar las necesidades específicas de apoyo de cada alumno o alumna si las tuviera; realizar la evaluación psicopedagógica que las define, diseñar e implementar programas preventivos sobre dificultades de aprendizaje, elaborar materiales curriculares, asesorar al profesorado y a las familias sobre las adaptaciones curriculares, realizar programas de apoyo y de refuerzo educativo, etc.
Una muestra de este tipo de recursos tecnológicos lo encontramos en las distintas páginas web y blogs creados por los profesionales del mundo académico que comparten sus conocimientos y su buen quehacer con el resto del profesorado y los orientadores escolares.
Actualización constante
Ante la gran diversidad de tareas que los profesionales de la orientación afrontan en su día a día, resulta crucial que éstos cuenten con una buena formación y con mecanismos que les permitan tener una actualización constante. Además, el mundo tecnológico en el que vivimos les obliga a tener que dar respuestas a las nuevas demandas que surgen entre los adolescentes con respecto al uso de las tecnologías de la información y comunicación. Por ejemplo, conocer cómo los cambios tecnológicos les afectan.
Del mismo modo que sucede en la docencia, el profesional de la orientación ya no es la fuente principal de la información que un estudiante recibe. Hoy en día, el alumnado puede desempeñar un papel mucho más activo en los procesos de orientación, por lo que las nuevas tecnologías están provocando que se adopte un mayor enfoque hacia la autorientación.
A un golpe de clic (a través del ordenador, de la tableta o incluso del móvil) los adolescentes pueden acceder a gran cantidad de información sobre su futuro académico y profesional.
Por esta razón la orientación educativa se marca como objetivo el de proporcionar estrategias para que los estudiantes encuentren la información que necesitan de manera eficaz y para que sean conscientes a la hora de distinguir los contenidos relevantes y la información de calidad.
A pesar de ello, un gran número de orientadores manifiesta no conocer todos los recursos tecnológicos que le pueden ayudar en el desempeño de su labor, por lo que entendemos que su formación en el ámbito tecnológico no es suficiente.
Apoyo tecnológico para innovar en educación
Con una adecuada formación podemos considerar el poder del profesional de la orientación como agente de cambio dentro de la institución educativa, puesto que éste puede contribuir a la innovación gracias a su formación y trayectoria. También puede crecer su participación en el fomento la lectura crítica de las imágenes. Es decir, participar en el proceso de alfabetización digital de los jóvenes y adolescentes.
El uso de las tecnologías trae consigo muchas ventajas, especialmente cuando se trata de superar las distancias físicas y estar disponible para un gran número de estudiantes. Pero es importante entender que éstas no deben ni pueden sustituir la comunicación abierta entre el profesional que orienta y el resto de agentes educativos, sino más bien convertirse en un recurso de apoyo.
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