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La flotación chilena

Fabricar riqueza es difícil; producir pobreza es muy fácil.

5 de abril, 2023

La economía más competitiva de América Latina corresponde a un país flotante a causa de políticas de mercado instrumentadas por los gobiernos, las cuales elevaron el nivel de vida, pero no pudieron ocultar el malestar chileno. Desasosiego causado por una economía rentista escasamente progresiva, la cual ha sido calificada de emergente por parte de comentaristas demasiado diplomáticos pero, en realidad, flotante en el mar de las incertidumbres de hoy en día.

Fabricar riqueza es difícil, pero producir pobreza es muy fácil, porque basta seguir la pendiente cíclica del PIB para acomodar la captura de rentas a las áreas de rentabilidad, tal como hizo la oligarquía rentista chilena desde 1974 en adelante sesgando a la estructura artefactual hacia sus intereses excluyentes; primero controlando al régimen político y, segundo, cabildeando a la política económica de los gobernantes de izquierda, de derecha o de centro.

Revisando el desempeño chileno, se puede constatar que su modelo económico estaba deteriorado antes de la pandemia. ¿A qué se debió esta avería?: al reciclaje de la economía rentista en el prototipo primario exportador. Una forma institucional de ver a esta descompostura es afirmar que acompañó a la vieja acción social propia de la tradición y las creencias religiosas; siendo que la nueva acción social, en cambio, acompaña a las economías de producción competitiva con una conducta cuya lógica de acción colectiva es racional tanto con respecto a las finalidades como a los instrumentos, tal como sucede en las mejores prácticas de Dinamarca o Noruega.

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Como parte del desafío civilizacional que está tocando la puerta, varios indicadores muestran que Boric y su staff no desean hacer de Chile otra Venezuela u otra Cuba, por lo que parece esfumarse la peor alternativa institucional; pero no tanto la de hacer de Chile otra Bolivia.

Bolivia va a poner el precio del litio para todo el mundo, dijo Evo Morales en 2006 cuando llegó a la Presidencia y en el sumun de la esquizofrenia. Han pasado 17 años y la industrialización boliviana nunca llegó, sino que sigue trastabillando en la fase de despegue porque, más allá de la verborragia política, tanto Evo Morales como Arce quieren reciclar al modelo primario exportador otrora de gas, pero ahora de litio. En vez de diversificar la economía usando como eje a la industrialización, la política económica de Estado en Bolivia trata de concentrarla; porque esta también es una meta no alcanzada; en la exportación bruta del oro blanco. Para colmo de males, Arce y Evo quieren hacer de Yacimientos del Litio Boliviano otra PEMEX: ¡pobre Bolivia!

Presidente Boric: no escuche a sus asesores populistas identitarios admiradores del camino boliviano de Evo Morales, porque su estrategia para hacer de este país una economía progresiva ha fracasado. Bolivia recicló y recicla al modelo primario exportador concentrado en el 45% del total de las exportaciones en el gas de petróleo consolidando, de esta manera, a una economía extrovertida, la cual deviene un mercado interno perpetuamente comprador. En vez de escuchar a los asesores populistas conservadores, envíelos a tomar unas vacaciones en Viña del Mar y dedíquese a transformar la promesa del litio chileno en realidad; para lo cual es imprescindible que su administración de gobierno sepa alejarse del modelo boliviano para alcanzar a las mejores prácticas occidentales de Dinamarca en cuanto a la democracia, y a Noruega en cuanto a la economía.

¿Cómo alcanzar a Dinamarca? No cabe duda que la asamblea constituyente con mayoría de representantes independientes, fue un avance hacia la democracia dialogística. Otro paso en la misma dirección sería romper el modelo presidencial para suplantarlo por otro parlamentario eficiente y eficaz; insistimos: por otro eficiente y eficaz pero no cualquier modelo parlamentario. Pensamos que si el objetivo es alcanzar a Dinamarca, debería institucionalizarse un modelo presidencial con primer ministro y dos cámaras que legislen para todo la nación sin menoscabo de las particularidades territoriales, porque su desfogue en la eficiencia adaptativa macro y micro está en función de la capacidad de auto ejecución que le adjudican los usos y costumbres territoriales, pero también nacionales. Alcanzar a Dinamarca es osar una versión nacional de la mejor práctica social demócrata de Occidente desde el siglo XX hasta nuestros días, pero no balcanizar Chile mediante un estado multinacional al gusto de la ideología populista identitaria. No se olvide que los Estados multinacionales del presente acordaron esta autonomía territorial para reforzar la integración nacional, pero no para disgregarla.

Chile alcanzará a Noruega aprendiendo la lección de una de las mejores prácticas nacionales destinadas a transformar una economía rentista en otra de producción competitiva. Noruega fue una economía petrolizada en los 1970, la cual invirtió productivamente su renta petrolera; al contrario de Chile que se instaló confortablemente en el salario del cobre para mantener el orden autoritario y al democrático de una economía rentista e improductiva. Ahora, existe una segunda oportunidad escenificada en el desafío del litio, para lo cual Chile debe aprender la lección noruega consistente en dejar de utilizar a la renta petrolera y gasera como motor de la economía, (salario del cobre en Chile), y reemplazarlo por las inversiones de porvenir (industrialización del litio en Chile), en la propia industria petrolera y minera para participar competitivamente del mercado correspondiente mientras dure la demanda del caso; al mismo tiempo que aumentando las inversiones en infraestructura física e intangible, en investigación básica y aplicada, en educación en sus 3 niveles, y en salud pública. En Noruega, se trató de un punch de innovación empresarial; pero también social, el cual empezó, y solamente empezó, con salarios industriales dos veces más elevados que en EE.UU o Japón.

La fuga de capitales en la flotación chilena, ¿permanecerá en sus niveles habituales o se disparará? Antes de precipitarse en la respuesta, hay que diferenciar a los inversionistas extranjeros de los chilenos. Los extranjeros están preocupados, pero no están aterrados por varias razones. Primero, dado el contexto internacional lo que está pasando en Chile no es algo único, ya que ha pasado en otros países de la región y del mundo. Segundo y dado que ya lo ha hecho en varios mercados inestables de África o América Latina, China podrá colocar inversiones en Chile con total independencia de motivos ideológicos. Tercero, la invasión rusa de Ucrania ha paralizado a las inversiones extranjeras directas de todo el mundo, por lo que, por lo menos, hay que hacer un compás de espera hasta que las IED se reanimen en el planeta.

Con respecto a los inversionistas nacionales, su fuga de capitales es una verdadera hemorragia productiva. Asesores tributarios de grandes patrimonios chilenos reconocen que, desde el resultado de la disyuntiva electoral, las consultas para sacar recursos líquidos al exterior han aumentado hasta diez veces, particularmente mediante la astucia de cambiar el domicilio tributario. La escalada del dólar no ha sido fortuita porque varios de los que están comprando dólares son inversionistas nacionales de alta denominación, los cuales buscan sacar la mayor parte de sus portafolios líquidos a medida que aumenta el riesgo país.

Chile dejará de ser la economía flotante que se construyó entre 1974 y 2023, cuando arribe a una economía de producción competitiva que sustente a la verdadera emergencia económica dejando de flotar en el bote del modelo primario exportador.