Bien sea dentro de la administración de gobierno Massa, o dentro de la Milei; a partir del lunes 20 de noviembre de 2023 se reciclará la Gran Estancia argentina. Con esta última expresión, nos referimos a la figura secularizada del modelo económico agroexportador instaurado a fines del siglo XIX
Entonces, continuará una política económica de Estado instrumentada tanto por los gobiernos populistas como por los otros, la cual recicló y recicla a la economía agroexportadora mediante un modelo conservador que no promueve la ventaja competitiva nacional. Esta política pública duradera administrada por diversos elencos políticos, no realizó las reformas artefactuales promotoras de eficiencia y eficacia, ni mediante la industrialización precaria iniciada en los 1930, ni por la financiarización institucionalizada en los 1980 y vigente el 201023.
El hecho de que la Gran Estancia haya sido rica hasta los 1930 y luego se haya empobrecido hasta las terribles estadísticas del presente, no constituye ninguna paradoja tal como pretenden algunos; sino la evolución de una economía rentista que fue progresiva hasta estos 1930’, pero improductiva con altibajos hasta el presente.
La Gran Estancia constriñe al desempeño de la economía público privada porque no desarrolla la ventaja competitiva nacional a partir de las exportaciones, al mismo tiempo que no diversifica ni profundiza los mercados internos, por lo que personifica un modelo involutivo de organización económica nacional.
Recordemos que, desde los tiempos de Adam Smith, se logra alcanzar la riqueza nacional en función de las revoluciones económicas (no dijimos revoluciones políticas de ninguna manera) que albergan a la innovación productora de ganancias de productividad.
La economía y la sociedad argentinas están cristalizadas porque el régimen de producción secularizado fue incapaz de llevar a cabo las transformaciones institucionales y organizativas; o sea: las revoluciones económicas; que podrían haber dotado de competitividad y formas de vida democráticas eficientes al conjunto nacional. El entablado secular de la Gran Estancia argentina siguió un concepto maestro: la captura de rentas por parte de la oligarquía dominante con base en una supuesta perspectiva de crecimiento fundamentada en el sector primario exportador.
Estos escenarios actuaron gobiernos cuyo problema fundamental no fue la adhesión más o menos populista a las recomendaciones de política emanadas de la doctrina liberal, sino la inviabilidad de cualquier alternativa de crecimiento sustentable dentro de un régimen económico que no finca su imagen objetivo en la ventaja competitiva nacional, porque su forma de apropiación y propiedad sistémica configura una economía extractiva personalizada en un sociograma donde la oligarquía agroexportadora ocupa la cúspide.
Esta última, devino poder hegemónico condicionante y secularizado de la política económica de Estado. Este dominio en la relación social jerárquica que es el Estado, se proyecta en el cabildeo durante la formulación de la política pública y, posteriormente, en el veto más o menos incisivo de cualquier medida del mismo género.
Reeditando al esquema exportador del siglo XIX basado en la carne de res y los cereales, la economía se bloquea en el modelo soya de hoy en día. En paralelo, la política económica de Estado se empantana en la democracia política de oscilación pendular arbitrada por la oligarquía agroexportadora, donde la transición de un momento histórico a otro no puede menos que replantear sin solución de continuidad estos obstáculos artefactuales al progreso competitivo. En especial, no se consolida un módulo endógeno de dinamización tecnológica y organizativa cuyo elenco gerencial sea una masa crítica de empresarios innovadores.
De ninguna manera ni por obra de ninguna Mano Invisible, una dotación natural de factores puede por sí misma transformarse en capital que genera ganancias de productividad en función del desarrollo tecnológico y organizativo. Lo hace cuando esa riqueza nacional, (los predios agrícolas de Argentina cuyo humus permite obtener muy fecundas cosechas de soya), son valorizados eficientemente por un conjunto artefactual administrado por los dirigentes privados de la producción nacional regulados por la política económica.
Por ejemplo, Argentina gasta una cantidad Q en producir soya con base en la renta diferencial de la tierra, la cual se exporta generando las divisas que arriban al mercado interno. Cuando estos escenarios internos montan la actuación de la cazadora de rentas que es la oligarquía agroexportadora y tienen por coreografía una economía pública/privada de escaso dinamismo y productividad, se genera un excedente nacional escaso situado en un ambiente de negocios que se parece a una Gran Estancia finisecular pero no a una economía de producción competitiva en los albores de la economía numérica.
He aquí una comparación ilustrativa: aceptemos que Islandia gastó la misma cantidad Q en el rubro primario exportador de la pesca administrada por una masa crítica de empresarios innovadores, por lo que tuvo lugar un efecto demostración que difundió el comportamiento de esta masa crítica innovadora a toda la clase empresarial. Las divisas del caso circularon en una economía interna de alto dinamismo y productividad porque los empresarios desarrollaron competitivamente otro sector ganador distinto del pesquero y enfocado al mercado interno, tal como lo es el turismo receptor, y paralela a la reconversión energética que camina con paso firme porque el 70% de las fuentes energéticas en uso son energías renovables y, particularmente, el 99% de la electricidad es hidráulica o geotérmica. Como evidencia de la eficiencia adaptativa, recordemos que en 2007/2008, Islandia obtuvo el primer lugar mundial de Desarrollo Humano.
En Islandia, hay excedentes cuantiosos que serán destinados a mucha formación de capital en mercados diversificados que transitan no por una Gran Estancia, sino por una economía de producción competitiva a partir del sector primario innovador con prioridad en las exportaciones, pero donde el mercado interno toma la estafeta de la competitividad con la mano del turismo receptor y, sobre todo, la reconversión energética hacia las fuentes renovables promotoras de las tecnologías no entrópicas. En cuanto a financiarización, le supo poner un alto en 2008, aunque a diferencia de otras economías occidentales, el gobierno islandés dejó que sus tres principales bancos –Kaupthing, Glitnir y Landsbankinn– quebraran, pero procesó a los banqueros oportunistas que pretendían esconderse en el demasiado grande para quebrar.
Concluimos con algunas oraciones sobre la vida y la obra de la Gran Estancia argentina. El desempeño de la política económica de Estado en Argentina evidencia el carácter involutivo del cambio institucional instaurado por un modelo primario exportador que pudo organizar un rentismo progresivo desde 1890 hasta 1930, pero que desde entonces devino regresivo y procreador de crisis a repetición. Estos espacios críticos representan al punto de inflexión en el retorno a los escenarios habituales de la captura de rentas en la Gran Estancia…los cuales perpetúan a la ineficiencia adaptativa.
El estancamiento rentista de Ricardo y la decadencia de las naciones de Olson se verifican en una Gran Estancia argentina donde Ricardo está siempre vivo porque el PIB per cápita crece a causa de la captura de rentas privada; particularmente la diferencial de la tierra; pero no por el desarrollo de la productividad factorial en consonancia con la ventaja competitiva nacional. Con respecto a la renta pública, Olson renace de sus cenizas porque el rezago competitivo muestra la decadencia de la soberanía nacional en un sector público plagado de aviadores o gnochiescorporativizados (solamente durante la gestión presidencial de Cristina Kirchner, se nombraron 25 000 militantes peronistas para que cobren el sueldo sin trabajar); es decir: acorazados con la aristocracia obrera; élite populista, esta última, secularmente dispuesta a la negociaciones cupulares según convenga al usufructo de las movilizaciones de los trabajadores con el que se benefician superlativamente.
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