Pienso muchas veces que no te he expresado el gran amor que te tengo. Los pequeños detalles los dejo pasar sin pensar que éstos son los más importantes en la manifestación del amor.
Olvido decirte te amo y lo mucho que mueves mi mundo desde que llegaste. Siempre estás en mi mente. Mis pensamientos no se mueven sin que tú estés presente, aunque sé que a veces necesitas que exprese lo importante que eres para mí con ese brazo que no te he dado, el beso que ha faltado para saber que cuentas conmigo.
Así es. Tal vez no te he tratado como debería y deba darle más importancia a los pequeños detalles. Pero quiero que sepas que, desde que te tomé en mis brazos por primera vez y sentí tu pequeño cuerpo llorando por primera vez al ver la luz de la vida, mi sentir hacia el mundo dio un gran giro en ese momento. Todo tenía sentido al ver el fruto del amor, el milagro de la creación. Mis ojos no pudieron contener las lágrimas de la emoción y ese sentimiento de amor que sale del pecho sin poder frenarlo te cargaba con emoción, pero con mucha ternura para no estrujarte demasiado.y
He visto tu primer día de escuela, no puedo olvidar lo mucho que te gustó. Yo, emocionado como niño con juguete nuevo, corría a la salida a verte y escuchar tus anécdotas.
¿Sabes? Te quiero decir que estos años he aprendido mucho de ti; me has enseñado a conseguir el pan de cada día, a superarme como persona para darte un buen ejemplo a seguir, a tener el más grande compromiso de ser cada instante un mejor padre, esposo y también a ser un buen hijo y entender a mis propios padres. Me he olvidado de las cosas superfluas para enfocarme en las que engrandecen al ser humano. Me has enseñado a luchar por darte un apellido limpio y un buen ejemplo para que no te avergüences de mí porque sé que eso te dará seguridad en tu desarrollo.
Cuando me ves en compañía de la soledad y el silencio es porque estoy pensando en ti, en lo que ha sido es y serás, también en lo que fui y ahora soy. Reflexiono en lo que necesito enseñarte para que avances por tu propio camino y sepas abrir brecha donde no existe… Pero al final, el alumno soy yo. Soy el que va aprendiendo sobre la marcha a disfrutar lo que deja huella, el aprender a amar sin fronteras ni condición.
Cuánto me has enseñado de la vida, hija mía. Doy gracias por tenerte y por darme la oportunidad de ser tu padre. Y me alegra de tener tiempo para darnos ese abrazo y ese beso que nos negamos y escuchar esas palabras de amor que nos llenan el alma; seguimos juntos para disfrutar del tiempo que está por delante.
También me has enseñado que nunca es tarde para amar mientras tengamos vida. Sé que tus errores son los míos, pues eres una página en blanco y yo escribo sobre ella. Ahora trataré de escribir el mejor de los poemas y la mejor historia de aventura que nadie jamás haya vivido, llena de emociones, alegrías, enojos… Así llegaremos hasta el final.
“ESTA ES LA NATURALEZA DE MI SER”
Cómo acompañar a alguien
Todos tenemos buenas intenciones, pero considerando algunos puntos, la ayuda resulta efectiva.
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