“Discutir en el peligro es apretar el dogal”.
– Napoleón Bonaparte (1769 – 1821).
Antes de iniciar debo aclarar que si esta colaboración sale a la luz me sentiré más que agradecida porque carece de datos precisos y duros que sustenten mi decir, pero también carece de juicios de valor puesto que pretendo (como siempre) poner el tema sobre la mesa y exhortar a la reflexión e investigación personal.
Hace algunas semanas, el director de este espacio en su ya conocido “Diálogo Nocturno”, que realiza cada martes con la compañía de la Doctora Jo, inició una discusión digamos “acalorada” respecto a los datos que ella exponía en relación al comportamiento del COVID (tema central de dicho diálogo). El público empezó a enviar comentarios expresando que el interlocutor se notaba enojado y colérico y su sorpresa por el tono que había cobrado la discusión. La doctora Jo sabiamente concilió y aceptó reforzar su argumento con los datos que el moderador solicitó. Al final del diálogo nuestro director aclaró que no estaba enojado, argumentó la razón por la cuál es importante discutir un tema y abrir el espacio a la discusión, lo cual me pareció razonable y me dio una percepción distinta respecto a varias cuestiones; después vino la despedida, apagué el dispositivo y fui a dormir.
El acto de discutir (del latín discutĕre = disipar, resolver) se refiere a examinar atenta y particularmente una materia, contender y alegar razones contra el parecer de alguien. En el campo de la investigación científica: “Todos los artículos que presenten los resultados de una investigación tienen que terminar en un apartado de discusión de resultados y conclusiones.” Y deben responder a tres preguntas específicas: ¿Qué se encontró?, ¿qué significado tiene lo que se encontró? y ¿cuáles son los hallazgos más importantes de lo que se encontró?
En palabras simples y cotidianas, discutir no es pelear y viceversa. Algunos le temen a las discusiones por una falsa creencia que la relaciona con violencia, confrontación o enojo, pero si tomamos en sentido estricto su significado descubriremos que nos hemos negado la oportunidad de discernir y de poner a trabajar nuestro cerebro a través de una labor de investigación y un proceso de aprendizaje que nos permita llegar a conclusiones y ampliar nuestro conocimiento para no quedarnos con la falsa creencia de que el mundo es según lo que vemos o percibimos. Cuando asistimos a una conferencia o una clase la parte que refuerza lo aprendido es justo cuando se abre el foro a las preguntas, las dudas o las réplicas porque es donde se confrontan los datos que tenemos en nuestra mente con los de nuestro interlocutor y se enriquece el proceso de aprendizaje.
En este espacio hemos abordado #laspequeñascosas de la vida que la enriquecen y la nutren; negarse la posibilidad de discutir respecto a algo con nuestros interlocutores nos impide pasar del otro lado del río y mirar con diferente perspectiva. No es un asunto para terminar en los puños o de pleito sino justo para tener la capacidad de aceptar lo otro, lo diferente, verificar datos, investigar fuentes informativas, darle la bienvenida a la experiencia ajena y sacar una conclusión; dar el paso de lo “anecdótico” a lo “científico”.
A manera de colofón: en 2017 inicié un largo y sinuoso camino por los servicios públicos de salud para los trabajadores del Estado; por esa época aprendí que la verdadera investigación y los recursos se centran en el sector salud, es decir, en las instituciones que dan atención casi gratuita a la población (pues al fin y al cabo existe un cobro), la otra parte se encuentra en la atención a los trabajadores del sector privado y en último lugar el sistema que atiende a los burócratas. En el camino encontré hospitales de segundo y tercer nivel sin material médico ni medicamentos, consultorios en deplorables situaciones, clínicas atestadas de pacientes graves y crónicos, personal médico fastidiado, amargado por el exceso de trabajo y deshumanizado. Cinco años después (y tras un cambio de sexenio) la situación no ha cambiado (ya no digamos mejorado). Ahora además se tienen salas enteras con pacientes COVID, consultas retrasadas desde que la pandemia inició en 2020, laboratorios de estudios clínicos sin equipo funcional por falta de mantenimiento y/o deterioro y disminución de personal tanto médico como administrativo. Quizá este tema se haya situado en el centro del huracán a raíz de la pandemia, pero no es reciente ni se le ha dado la importancia que merece porque es mejor mantenerlo alejado de los medios para no darles foro ni reflectores, porque es como el prietito en el arroz para las aspiraciones políticas de cualquier actor (político o no) que pretenda alcanzar el más alto escaño porque hay situaciones para ellos (los actores) que “no están a discusión”.
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