“Con la ayuda de los microscopios, no hay nada tan pequeño como para escapar de nuestra investigación, de ahí que haya un nuevo mundo visible descubierto para el entendimiento.”
– Robert Hooke, Científico inglés (1635 – 1703)
Un núcleo de ácido ribonucleico y una membrana de proteínas envuelven el material genético del virus que puso en jaque al mundo entero desde hace más de un año. 30 horas después de la fecundación, el óvulo se divide en dos células llamadas gametos cuya fusión de los 23 cromosomas que comparten determina el ADN durante la tercera semana del embarazo. El dispositivo electrónico con red inalámbrica que llevamos durante todo el día nos permite realizar telecomunicaciones a larga distancia y desde cualquier punto geográfico. Todo ello, gracias a la unidad más pequeña que compone a los seres vivos y que se encuentra presente también en la tecnología para dotar de “vida” a toda serie de artefactos: la célula.
Hacia 1665 y con ayuda de los primeros y rudimentarios microscopios, Robert Hooke realizó numerosas observaciones de tejidos vegetales a partir del microscopio que él mismo desarrolló, descubriendo así unidades que se repetían en forma de celdillas semejantes a un panal y que nombró como célula (del latín cellula, diminutivo de cella = celda) que hoy sabemos es la unidad morfológica y funcional de todo ser vivo.
La maravilla de una célula no solo radica en la capacidad que tiene para generar todas las funciones vitales de los organismos y su interacción con otras células, sino del poder que brinda al cuerpo humano a través de los cientos de billones que lo componen y en las cuales se presentan y expresan receptores, además de que se emiten neurotransmisores como la serotonina, la adrenalina o la oxitocina, como lo describe Eduardo Punset (divulgador científico español): “Con cada estímulo que desencadena una emoción se generan nuevas conexiones entre grupos de células en nuestro cerebro.” Ello nos convierte en infinitos a pesar de tener fecha de caducidad, pues nuestras reservas no se agotan como lo demuestran las investigaciones respecto a la capacidad de generar nuevas neuronas gracias a la ayuda de la tecnología y la ciencia.
Las células segregan sustancias, nos dotan de neuronas, adipocitos, epitelios, fibroplastos, leucocitos y eritrocitos entre otros. “Todas las células surgen de células. Toda célula nace de una célula anterior, que a su vez nació de otra célula anterior. La vida surge de la vida. La vida engendra vida que engendra vida que engendra vida que engendra vida.” (Bajo la misma estrella, 2012). El cáncer es el desarrollo de células “anormales” que se dividen, crecen y se diseminan sin control por el organismo, las mismas que en condición “normal” se encargan de estimularnos positivamente para hacernos sentir placer y alegría o nos llevan al extremo en casos de estrés. La citología o biología celular, como actualmente la llaman, se encarga del estudio de las células y es un pozo sin fondo del cual debemos tener cuidado de no caer porque este espacio no es de divulgación científica, pero coloca la mirada en las pequeñas cosas y su impacto en nuestro universo (personal y social). Así que las células son el punto de partida para todo aquello que se relaciona a la experiencia tanto interna como externa en nuestro tránsito por la vida humana porque somos materia, pero también somos alma (esencia, espíritu, etc.) y mente. No es que pasemos la tarde pensando en la cantidad de células que contiene nuestro organismo sino que reflexionemos en el universo entero que llevamos dentro y que transportamos diariamente en el auto, el transporte, caminando o conectándonos al ciberespacio para realizar una videollamada y que en comparación al universo, somos apenas una célula con el poder de desarrollar culturas, arte, tecnología, ciencia y con ello, transformar el mundo en el que nos tocó vivir.
En 1998 se estrenó la película “Bichos: una aventura en miniatura” cuyo eje es la historia de una hormiga fuera de lo común que elige salir del grupo para buscar ayuda contra los saltamontes que las obligan a recolectar comida para ellos y en algún momento, el personaje principal enfrenta al villano para decirle: “No tenemos por qué servirles, ustedes nos necesitan. Somos más fuertes de lo que ustedes creen y te consta. ¿No es cierto?”. El poder que representan #laspequeñascosas es microscópico, la mayoría de las veces imperceptible, pero el resultado es gigantesco si pensamos en términos de vida y de tiempo, porque empezamos siendo células y en células nos convertiremos al morir.
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