Escribe Gaston Bachelard, en su obra “La intuición del instante”: sólo se escapa de la muerte escogiéndola. No de la del ser absoluto, sino de la del tiempo humano, de la que actúa sobre el tiempo y lo desgarra, aquella cuya irrupción en nuestra existencia hace posible la saliente de la vida…”.
El pasado jueves falleció uno de mis primos mayores por línea materna, enfermo de un cáncer terminal que se lo llevó en menos de cuatro años, nunca hay palabras ante la muerte, no queda más que acompañar en el dolor a los deudos que en este caso, es mi tía, la mayor de todos los hermanos vivos actualmente, la que lleva tres hijos sepultados, un marido y un nieto fallecido también este año por otra enfermedad terminal.
Nunca hay palabras ante la muerte, sólo un dolor profundo, un vacío infinito, una soledad quemante, un recuerdo que se vuelve borroso con el paso del tiempo porque no se sabe si lo vivido existió o es puro invento para tratar de mantener con vida la memoria de quienes ya no están.
Nunca hay palabras ante la muerte, es antinatural que los padres entierren a sus hijos y justo hace una semana un colaborador cercano sepultó a su hermano en compañía de sus padres en Querétaro.
Nunca hay palabras ante la muerte porque es inesperada, es cabrona (en palabras de Carlos Fuentes) y más cuando se trata de un hijo responsable, padre de familia, hermano líder, esposo amoroso, arquitecto de calidad (y también de su propio destino).
Nunca hay palabras ante la muerte, se acompaña en el funeral a los que quedan huérfanos de la presencia del ser amado que no estará nunca más, se bebe café amargo, se respira tristeza y dolor o dolor y tristeza, ambos juntos con la rabia, la desesperación y la frustración de no poder hacer nada ante tal suceso, todo tiene solución, menos la muerte.
En contraste, hoy es cumpleaños de mi hermano mayor quien compartía edad con mi primo Héctor (qepd), la vida es una constante ironía. Mi hermano Enrique celebra un año más de vida, tan sólo cuatro días después de despedir a su primo y no es que pueda celebrar en forma real pero es que la vida sigue, no se detiene. Es que somos instantes. Recuerdo los momentos compartidos con mi primo y parecen apenas una película ante mí porque lo vi siempre mayor, siempre grande, siempre dueño de la situación y hoy, simplemente ya no está. Somos instantes. Nos leemos a la próxima.
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