Las pequeñas cosas: aniversario

“Pocos minutos después, el pediatra acercó al bebé, lo besé y lo saludé…” (Yo, Mamá. Ed. Acribus , 2015).

24 de julio, 2023

Elizabeth Cruz Ramírez

“Cada persona es un conjunto de 37 billones de células (más que galaxias en todo el universo) que trabajan al unísono para mantenernos vivos y sanos.” (Nuño Domínguez, El País, Julio 19, 2023). La biología sigue teniendo grandes enigmas para la humanidad. Es posible que la Inteligencia Artificial sea capaz de realizar grandes aportaciones, pero, por el momento, aún queda mucho por descubrir. Recientemente, se han dado a conocer los resultados de cinco años de trabajo del consorcio Atlas Biomolecular Humano financiados por países como Estados Unidos, Suiza y Reino Unido.

Nuño Domínguez nos explica algunos de esos hallazgos y por supuesto que me despierta particularmente el interés lo relacionado con la placenta, la cual “Permite que un feto crezca en el seno de la madre sin ser aniquilado, el equipo de Michael Angelo, de la Universidad de Stanford, ha compuesto el atlas del tejido que conecta el cuerpo de la madre y su futuro hijo a partir de muestras de 66 mujeres sanas que decidieron abortar entre las seis y las 20 semanas de embarazo. Este tercer atlas permite observar cuando el embrión invade la cara interna del útero y se comienzan a redirigir las arterias de la madre para llevar oxígeno y nutrientes al feto. Las asesinas naturales del sistema inmune materno, diseñadas para aniquilar a cualquier invasor, paradójicamente se vuelven a favor del feto y garantizan que el sistema inmune lo tolere a pesar de ser un intruso, desde un punto de vista genético”.

Quien diga que no somos un milagro de la vida es que no ha experimentado la gestación en carne propia y es que, sentir la transformación, el movimiento, el peso y el latido de un corazón que no es el propio; saber que el cuerpo materno se convierte en hábitat de otro ser durante nueve meses y lo prepara para atravesar una especie de umbral (o multiverso) para ocupar un lugar en este planeta es un proceso que sólo se vive a través del embarazo (sin romantizar la idea de la reproducción) y que nos permite entender mucho sino es que todo, el sentido de la vida.

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En 2014, mi vida se inundó de amor y alegría con el nacimiento de mi hijo y un año después escribí:

“… de pronto se hizo el silencio y yo empezaba a cerrar los ojos y sentirme somnolienta cuando escuché el llanto de mi bebé, las lágrimas salieron sin pensarlo y mi médico dijo – Elizabeth, en este momento está naciendo tu bebé, son las ocho con once minutos y venía con el cordón umbilical atravesado por eso no podía bajar al canal del parto – Pocos minutos después el pediatra acercó al bebé, lo besé y lo saludé ¡Hola mi amor hermoso!”.

Desde entonces y hasta el día de hoy no existe un solo día en el que no agradezca su existencia en mi vida porque la inunda de amor, de alegría y me da una poderosa razón para seguir adelante, siempre adelante y para convencerme de que la maternidad es lo mejor que pudo ocurrirme a pesar de las vicisitudes porque me brinda una satisfacción inigualable.

La llegada de Alonso desde el momento de su gestación me llevó a hacer un alto en el camino y a dejar de lado un cierto estilo de vida, pero con el tiempo, me ha multiplicado la ilusión y las ganas de explorar otros caminos y tomar nuevas oportunidades, es mi inspiración, mi compañero, mi sabio consejero y mi religión, es quien me indica el camino desde la intuición para alcanzar el bienestar compartido y quien ocupa mi tiempo y mis recursos en todos los sentidos. Así que esta colaboración va por él y para él en esa ruta de #laspequeñascosas que le dan sentido y sustento a mi vida por lo cual agradezco cada instante del aquí y el ahora, así que… ¡Feliz cumpleaños campeón!

A manera de colofón:

Todo está conectado e interconectado, ese complejo y a la vez perfecto entramado interno que somos célula a célula debajo de la piel nos hace entender que quizá no es afuera en donde debemos buscar las respuestas sino adentro y ¿qué tal si todas esas historias que ahora llenan las pantallas y que hablan de multiversos, de otras galaxias, de súper héroes y batallas ganadas por la salvación de la humanidad, de colonizaciones en otros planetas en realidad nos están alertando respecto a la urgencia de voltear la mirada a la perfección que ya somos y que nos negamos a reconocer por la incesante necesidad de explorar y conquistar otros mundos existentes a años luz de distancia del nuestro?

Y es que la ciencia ficción parece haberse quedado corta: la realidad de los supersónicos, de los perdidos en el espacio, de los héroes de cómic, del alien, de los robots y otros; hoy, está presente y ya es parte de nuestro día a día con todo y las limitantes que aún representan. En 1965 la ficción llevó a una familia del año 1997 a explorar otro planeta similar a la tierra: Alfa Centauri, historia traída a valor presente en 2018 y ¿Qué tal si la exploración que la humanidad ha evitado a través de la historia ha sido la conquista de sí mismo? La idea puede sonar descabellada pero quizá es simplemente que no hemos entendido el mensaje oculto detrás de cada historia de ciencia ficción y preferimos fingir que nada de lo que vemos es posible. Todas las posibilidades caben en una realidad más cercana a la ciencia y la tecnología, solo es cuestión de aprender a mirar #laspequeñascosas.