Las pequeñas cosas: abuso (segunda parte)

Podríamos estar ante un narcisista perverso sin reconocerlo. El abuso que cometen es casi quirúrgico y, por tanto, peligroso para la víctima, pues no se apropian de sus bienes sino de su vida.

25 de octubre, 2021 Las pequeñas cosas: abuso (segunda parte)

Tartufo conoce a quien engaña, aprovéchase ofuscándole con cien apariencias y con su hipocresía le saca sumas a toda hora, adquiriendo además el derecho de censurarnos a todos. 

– Molière (1622 – 1673), dramaturgo francés. 

 

Han pasado diez días desde que recibí el mensaje verbal respecto a la presunta demanda que interpuso en mi contra la tía paterna de mi hijo, Adriana “N”. A la par he recibido también una serie de mensajes de texto en tono amable, cordial, respetuoso e incluso, solidario de parte de su progenitor, Alberto “N” acompañados de la aparición “casual” de una persona cercana a ellos y que fue quien “pasó la voz” sobre el tema de la demanda y cuyo nombre es Aída “N” con quien estoy finalizando los tratos comerciales que heredé de los malos manejos que cometieron en mi contra. 

 

Tema aparte de lo legal, el suceso me ha dado la pista a seguir para ponerle nombre y apellido a todos esos actos que en su momento invadían mi existencia y que no alcanzaba a entender porque todo cuanto surge de la mente de Alberto “N” tiene la misma huella invisible: generar un golpe desestabilizador, reclamar por cosas o falsos derechos, hacerse presente a través de terceros (ex empleados, familiares, ex proveedores, etc.) para aprovechar la grieta y colarse en un mundo del que fue excluido hace años para poner a salvo mi salud física y mental. Todas esas actitudes corresponden a la descripción de lo que es el narcisismo perverso y acoso moral (violencia psicológica).

 

En palabras de Marie-France Hirigoyen (médica y psiquiatra francesa): “El acoso moral consiste en una violencia insidiosa, fría, socarrona, más peligrosa como más invisible. Se alimenta de pequeños ataques repetidos, a menudo tienen lugar cuando no hay testigos, a veces son no verbales o son ambiguos, sujetas a una doble interpretación. Cada ataque tomado separadamente no es realmente grave. Pero el efecto acumulativo de los microtraumatismos frecuentes y repetidos constituye la agresión”. Así viví durante los primeros cuatro años de vida de mi hijo, sin darme cuenta porque todo parecía estar en mi mente únicamente y sin embargo, sentía una opresión en el pecho en cada acto que parecía como un golpe físico, pero sin moretones ni heridas, sin huellas y por tanto, sin nombre. Su familia y núcleo de personas cercanas parecían despreciarme, me trataban como intrusa pero nunca como la madre de su hijo, pretendían ganarme mediante actitudes falsas y manipulaciones, algo que rehusé desde el principio y lo cual se convirtió en mi pecado: mantenerme al margen de todo y de todos; no entendía el motivo pero una fuerza interna me obligaba a poner distancia, el tiempo me dio la razón.

 

“Son como vampiros, devoran todo lo bueno de los demás” (Hirigoyen) en particular, de aquéllos con buena energía y una actitud positiva por el grado de envidia que les provocan. Paul-Claude Racamier (psiquiatra francés) nos dice: “Buscan alimentar su gloria a costa de la derrota de los demás, creyendo que por cada pie que aplastan, ganan un pie de altura.” Es como gozar del don del Rey Midas pero en su versión perversa: todo lo que tocan se destruye.

 

He dado apenas los primeros pasos en un camino desconocido pero impulsada por el interés genuino de desenmascarar las identidades perversas de aquellos que dañan desde la sombra, disfrazados de falsas ovejas y porque en #laspequeñascosas llevadas al límite podemos caer en una situación de acoso moral sin darnos cuenta y creer que estamos locos porque a nadie parece importarle, porque parece que es normal, porque vemos a menudo narcisistas en los puestos de poder y de toma de decisiones, por ello es difícil identificarlos y librarse de ellos, de ahí la importancia de tener las herramientas para identificarlos y salir huyendo, además de acompañar a quienes han caído en sus redes y decirles que no están solas o solos.

 

A manera de colofón: el narcisista perverso primero seduce a través de una comunicación confusa, puede parecer la tan ansiada “media naranja”, posee baja autoestima, es egocéntrico y tiene frecuentes cambios de humor, cuando obtiene el poder sobre la víctima entonces utiliza la manipulación fría y destructiva.

 

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