Propaganda basura

Como cada temporada de procesos electorales, carteles, lonas y mantas con los rostros de los aspirantes a cargos políticos inundan las calles de la Ciudad de México.

23 de abril, 2024

Barbara Lejtik

La propaganda política dejará 25 000 toneladas de “basura electoral” en la Ciudad de México.

No importa dónde vayamos ni dónde nos escondamos, estamos invadidos. Sus caras están por todos lados, en cada poste y cada árbol, colgados en feos pendones de plástico mal colgados, que lejos de informar solo afean el paisaje urbano.

Ignoro quién piense que de tanto ver una misma cara vamos a votar por dicho candidato, en lo personal lo único que quiero desde el fin de mi corazón es que todo esto termine. Como ciudadana sé desde hace mucho tiempo para quién es mi voto y eso es una decisión tomada con base en mi conocimiento y experiencia, no por ver su cara cada metro ni escuchar su jingle por la radio en cada comercial.

No conozco el total de los candidatos, pero me he propuesto buscar en sitios confiables su propuesta política. El resto es solo una pesadilla, no hay ninguna imagen que vea más que la de las y los candidatos que me siguen de verdad hasta el baño y aparecen en cada una de mis pesadillas.

Ojalá en un mes todo esto termine. Estaremos satisfechos o no con los resultados electorales, pero al menos deberíamos poder descansar nuestros ojos de esta espantosa y violenta contaminación ambiental.

Las cosas no son así de sencillas. Millones de toneladas de basura hechas en su mayoría por materiales no renovables, buscarán un espacio donde morar los cientos de años que tarden en reciclarse. Tal vez si no vemos estas montañas de basura ignoremos que existen, pero lamentablemente no es así.

Además del daño psicológico, el dañó ambiental es irreparable, con el coraje de pensar a cuántos niños se pudo alimentar, escuelas modernizar, adultos mayores cuidar o albergues para animales abandonados construir, calles reencarpetar, edificios impermeabilizar, árboles sembrar, playas limpiar podemos estar seguros que el 90% del gasto en anuncios publicitarios electorales fue inútil.

Como cada temporada de procesos electorales, carteles, lonas y mantas con los rostros de los aspirantes a cargos políticos comienzan a inundar las calles de la Ciudad de México, una práctica que no sólo altera el paisaje urbano genera estrés en los habitantes y daña el medio ambiente, sino también representa múltiples violaciones a la Ley de Publicidad Exterior.

De acuerdo con la Fundación por el Rescate y Recuperación del Paisaje Urbano (FRRPU), la propaganda por la jornada electoral que se llevará a cabo en el 2024 duplicará la “basura electoral”, para llegar hasta las 25 000 toneladas sólo en la Ciudad de México.

Jorge Carlos Negrete, presidente de la FRRPU, explicó que en procesos anteriores se registraron entre 10 000 y 15 000 toneladas de residuos; sin embargo, los procesos internos de los partidos políticos y los informes de gobierno han multiplicado la cifra.

“No habíamos visto jamás tanta basura electoral con tal anticipación a las campañas políticas. Apenas están iniciando los procesos internos de los partidos y ya están las ciudades llenas de propaganda, para donde veamos hay una pinta, una manta o un póster”, comentó en conferencia de prensa.

Cabe mencionar que la ley obliga a que los partidos políticos retiren todo tipo de propaganda de las calles de la capital al terminar el proceso electoral, además deben encargarse del reciclaje para evitar que llegue a los rellenos sanitarios.

“Pero en la práctica, nunca sabemos exactamente qué es lo que pasa con esta basura. Es una problemática ecológica importante. De aquí a junio del 2024 vamos a tener las ciudades llenas de basura electoral, aunque haya cierta prohibición”, agregó el especialista.

Se estima que en la Ciudad de México existen al menos 50 000 espacios publicitarios, entre ellos 40 000 vallas, 4000 lugares en parabuses y múltiples mupis en casetas telefónicas, sitios de taxis, estaciones del Metro y Metrobús

Los que cambiarán próximamente a fondos de ríos, lagos, mares, barrancos y basureros en donde distintas especies animales y personas sin ningún tipo de interés los puedan admirar durante cientos de años.

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