La afamada revista médica The Lancet ha concluido y presentado un estudio mundial sobre el impacto que el Covid-19 ha provocado en las familias del mundo, especialmente entre la población infantil. Pero no solo de aquellos menores que han perdido la vida o se han infectado, sino de quienes han quedado en la orfandad.
Se le llama “la pandemia silenciosa” y ha dejado, hasta el mes de julio de este año, más de un millón de niños huérfanos en el mundo. En México contabiliza de manera incierta al menos, 131 mil niños y niñas. Con una tasa de mortalidad de 4.2% para adultos de entre 40 a 60 años y de hasta 9.8% para los mayores de 60 años, el COVID es una amenaza para los padres de familia y en general para los adultos que viven en los hogares, en comparación con los más jóvenes, como los niños.
Sin embargo, el estudio afirma que si bien los contagios y complicaciones de la enfermedad en menores suelen ser mucho menos comunes, el hecho de que el COVID esté arrancando a los padres de los brazos de sus hijos se convirtió en una pandemia silenciosa que puede derivar en pobreza y riesgo psicosocial para los menores.
El caso mexicano destaca en el estudio de The Lancet, pues entre los 21 países desde donde se tomaron las muestras estadísticas, México tiene 131 325 huérfanos de padre o madre. Además, 32 casos en doble orfandad, es decir, que murieron ambos padres.
No existen cifras oficiales acerca del número de huérfanos por COVID, pero la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), estima que el 42% de las más de 216 mil muertes hasta abril, fueron de padres y madres de familia.
Este es otro dato aterrador que nos muestra el tamaño de la pandemia, el horror que representa el no haber tomado con la seriedad del caso por parte de las autoridades de salud que conforman el gobierno federal.
También muestra a complacencia con la que los gobiernos de los estados que conforman la República Mexicana han actuado, casi todos (por no decir que todos).
Hicieron caso omiso de las medidas que el gobierno federal no tomó, como el de no hacer pruebas PCR o el de no permitir que se adquirieran vacunas cuando estuvieron disponibles.
Empresas, comerciantes, sociedad civil, constataron la falta casi total de insumos en los hospitales, cuando la primera ola pegó en México, allá por el 27 de febrero de 2020, en que tuvimos el primer fallecido por Covid.
El colmo fue cuando los gobernadores, todos, no elevaron una gran protesta y reprobación formal por los comentarios irresponsables y sin fundamento científico que don presidente emitía, como el de usar una estampita religiosa para detener la pandemia; como eso de que siendo honrado era como estar vacunado, porque la honradez protegía a la persona honrada; o como aquello de que el pueblo, por ser fuerte iba a sanar al pueblo. Patrañas viles que permitieron todos.
Y ni qué decir de la persona que se puso al frente del programa contra el Covid, que don presidente nombró a Hugo López-Gatell. Una persona que entre sus antecedentes tenía el haber sido despedido por el gobierno del entonces presidente Calderón por no haber sabido y podido enfrentar la anterior pandemia, la del AH1N1, o Gripe Porcina cuando estuvo a cargo, como parte del gobierno federal.
El doctor Hugo López-Gatell, debe de ser el principal responsable de esta pandemia: la silenciosa. De los miles de muertos que se han dado en México no pudo ni quiso contradecir a su jefe. Pudo más la ambición, el egocentrismo y la sumisión abyecta que ha presentado el médico, desde el inicio de la pandemia. Su falta de carácter no es la causa, pero sí es un elemento principal para que México tenga este deshonroso, penoso y doloroso lugar en cuanto a huérfanos por la pandemia.
Y eso no es todo. También nuestro país tiene la nada digna primera posición en fallecimientos por Covid, entre personal médico que atiende la pandemia. Un estudio de la UNAM reveló que México es el primer lugar de América en defunciones de personal de la salud con un total de 4 mil 84 casos registrados; casi 40% del total en el continente, hasta el pasado 21 de julio. De esas muertes, 46% eran médicos; 30% fueron otros trabajadores de la salud; 19% personal de enfermería; 3% de odontología; y 2%, laboratoristas.
La investigación Panorama epidemiológico de la Covid-19 en el personal de salud de México elaborado por la Facultad de Medicina de la UNAM advierte que en todo el continente americano se han notificado, de acuerdo con datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), un millón 763 mil 315 contagios entre personal médico, incluidas 10 mil 278 defunciones por el virus:
“Estados Unidos y Brasil son los países con más casos con 515 mil 527 y 498 mil 422 respectivamente, seguidos de México con 244 mil 711 casos notificados, que representan 13% del total de casos de América Latina.
“En defunciones, nuestro país fue primer lugar con 4 mil 84 defunciones, que corresponde al 39.7 % del total de las muertes de personal médico en América Latina”.
Ah, esto no termina aún. La tercera ola está en proceso todavía. El pasado domingo hubo corrida de toros en la ciudad con mucha gente. Y el 30 de agosto, llueva truene o relampaguee los niños van a la escuela. Así El Meollo del Asunto.
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