Dos visiones de país completamente distintas

“En la elección presidencial y legislativa del 2 de junio (…) está en juego el orden constitucional y dos visiones completamente distintas del futuro”. -Xóchitl Gálvez

15 de febrero, 2024 Dos visiones de país completamente distintas

Tiene razón el presidente cuando señala que la elección del 2 de junio será plebiscitaria y en que los mexicanos habremos de elegir entre dos modelos de país muy distintos. Es verdad, aunque no precisamente en los términos que AMLO plantea. Por un lado, el presidente y su candidata anuncian explícitamente y sin ambigüedad alguna, un proyecto abiertamente populista y autoritario que sería financieramente insostenible y en el que la democracia representativa con elecciones periódicas, libres y realmente competidas, desaparecerán, igual que la división de poderes propia de una sistema republicano y cualquier atisbo de contrapeso institucional. 

El proyecto del presidente, hecho suyo por su candidata, perfila una regresión histórica hacia el México autoritario, corruptísimo y financieramente quebrado que hizo sufrir a muchos mexicanos en las décadas de los 60’s y 70’s del siglo pasado y, contra el cual -no deja de ser paradójico- la izquierda mexicana luchó decididamente, incluso hasta la muerte. La versión del siglo XXI de aquel México viejo que creíamos ya superado, tiene el agravante de estar bien alineada con las líneas más radicales del Foro de Sao Paulo, incluyendo su admiración hacia la Revolución Cubana de Fidel Castro y su desprecio generalizado hacia las instituciones (que los presidentes del priismo imperial sí construyeron) para concentrar el poder político en una sola persona a la que, con todo propiedad, deberemos llamar dictador. Tal es la oferta del lopezobradorismo, y ese es el corazón de su transformación nacional que consideran “en beneficio del pueblo” para que no regrese, “nunca más”, “el neoliberalismo” con su apuesta por las libertades individuales, la economía de mercado, la libre competencia, el emprendimiento y el aspiracionismo clasemediero, el respeto al derecho de propiedad y al orden institucional basado en un estado de derecho estable con reglas claras para que los individuos puedan tomar sus propias decisiones y prosperar con su esfuerzo. 

La otra alternativa en esta elección, ciertamente plebiscitaria, es la que abandera Xóchitl Gálvez, con la coalición de los tres partidos que, precisamente, pactaron e hicieron, por imperfecta que haya sido, nuestra transición a la democracia en 1996: el PAN, el PRI y el PRD, junto con una muy amplia y diversa participación de la sociedad civil. El proyecto de nación que abandera Xóchitl se despliega, en primer lugar y sobre todo, en favor de mantener la democracia representativa con elecciones libres, reales y competidas; garantizando la autonomía de los tres poderes de la República y un eficaz sistema de contrapesos fortaleciendo y mejorando a los organismos institucionales autónomos que el presidente quiere desaparecer. Esta es la diferencia sustancial entre las dos visiones de país entre las que tendremos que elegir. Además, en tanto el proyecto de nación de la 4T pretende la creciente alineación de México con las “democracias populares” del eje Cuba-Nicaragua-Venezuela no sólo en materia política sino también social y económica, el proyecto de la alianza que encabeza Xóchitl Gálvez apunta con claridad hacia una agenda modernizadora en materia energética, económica, de infraestructura, educativa, de seguridad y de derechos sociales, incorporando diversos elementos de vanguardia tecnológica como el blockchain y las redes satelitales como herramientas para hacer más eficaz y eficiente la operación del estado. Esto es lo que ha esbozado con contundencia y claridad en dos extraordinarios discursos pronunciados en las últimas semanas. Por su relevancia para contrastar el proyecto de Xóchitl frente al de López Obrador, conviene detenernos en algunos elementos clave de los pronunciamientos de la candidata opositora.

El 14 de enero, en la Ciudad de México, en su discurso de “cierre de precampaña”, Xóchitl hizo una crítica tan veraz como demoledora de lo que ha sido el gobierno de AMLO: “Con este gobierno, México está perdiendo tres valores fundamentales: el valor de la vida, el valor de la verdad y el valor de la libertad”, procediendo a dar cuenta de más de un millón doscientos mil muertos imputables directamente a la irresponsabilidad del gobierno federal en su manejo de la pandemia, su tolerancia hacia las bandas criminales y el desastre en el manejo de la salud pública; denunciando las mentiras cotidianas de “los otros datos” de cada mañanera y los ataques cotidianos a periodistas, medios de comunicación, académicos y ciudadanos en general que confrontan el mundo fantástico del régimen con datos objetivos que desnudan las verdades del país y prosigue señalando los continuos ataques a la libertad cada vez que sataniza a las clases medias, a los empresarios, a los jueces y ministros de la Corte y cuando, por la inseguridad prevaleciente, no se puede salir de noche o da pavor circular por diversas autopistas. Con todo esto, “¡Carajo! ¿Cómo se puede ofrecer continuidad?”.  Entonces levanta las banderas de un proyecto antitético al de la 4T: “Tenemos que luchar para traer vida, donde hoy se pasea la muerte. Tenemos que luchar para traer verdad a donde hoy reina la mentira. Tenemos que luchar para defender la libertad, ahí donde hoy gobierna el miedo”. Revertir lo que ha destruido “la transformación en beneficio del pueblo” sería ya un logro espectacular en beneficio de los mexicanos. Nomás con revertir el desastre en salud y seguridad recuperando lo que ya teníamos y sí funcionaba, tendríamos un cambio radical frente a la situación hoy prevaleciente. Lo mismo mejoraríamos si se deja de atacar a los ministros de la Corte y a los jueces y se deja operar al INE, al INAI y se respeta el carácter profesional de los órganos autónomos del estado; y si se da luz verde a los proyectos de inversión para generar energía limpia que hoy están detenidos por órdenes del presidente, y si se deja de perseguir y atacar a los empresarios, nuestro país podría capitalizar notablemente la gran oportunidad geopolítica que se nos presenta con la relocalización de cadenas productivas. En materia social, Xóchitl propuso crear un Sistema Nacional de Cuidados, que empezaría con restaurar el Seguro Popular, las Estancias Infantiles y las Escuelas de Tiempo Completo para apoyar a los millones de mujeres que de la noche a la mañana fueron perjudicadas por la 4T. 

Cerró su discurso planteando cinco líneas de acción fundamentales para corregir el rumbo del país:

 1) Garantizar el cumplimiento de la ley; 2) Apostar por las energías limpias; 3) Invertir para resolver la crisis del agua; 4) Apostar por la educación de calidad (preparando a los jóvenes en matemáticas, ciencias y tecnología); 5) Invertir en infraestructura (carreteras, puertos, aeropuertos y ferrocarriles). Devolverle la racionalidad y la institucionalidad al estado mexicano implica ya un proyecto de nación radicalmente distinto al proyecto morenista.  

El 5 de febrero, en el Wilson Center, en Washington, D.C., exactamente al mismo tiempo en que el presidente López Obrador declaraba, en las formas, su desprecio por la división de poderes y, en el fondo, trazaba las líneas de su proyecto de populismo autoritario para el futuro, Xóchitl se dirigía a la élite académica y política estadounidense, con una fuerza y claridad estratégica que no se escuchaba en algún líder mexicano desde que Carlos Salinas planteó aquello de “we want trade, not aid” al principio de los 90’s. “Nos encontramos en un momento clave de nuestra relación. Las oportunidades son evidentes. El nearshoring nos ofrece la posibilidad de consolidar nuestra alianza económica y comercial para convertir a Norteamérica en un potente motor industrial, tecnológico y productivo que le dará forma al resto del siglo XXI”. 

Les explicó, con realismo y crudeza inusitadas, que México hoy no estaba listo para aprovechar la gran oportunidad que se ofrece a los dos países porque se habían debilitado los contrapesos institucionales. Les dijo que México tenía que avanzar en materia de energía limpia, capital humano (salud y educación), infraestructura  y seguridad pública, aspectos todos en que habíamos retrocedido con el gobierno de López Obrador y que era urgente revertir esta situación, lo que sería posible con inteligente y abierta cooperación binacional. Les dejó clara su percepción que el diálogo binacional está hoy estancado en dos temas: Migración ilegal y Fentanilo, y que esos dos asuntos no se resolverían con un gobierno mexicano que no ofrece suficientes garantías de seguridad y estabilidad jurídica para la inversión y el crecimiento económico.  “El crimen organizado y el Gobierno del presidente López Obrador atentan contra la democracia”. Les explicó con detalles y ejemplos como se vive la inseguridad en México, tanto para la actividad empresarial como para el transporte de bienes y para la ciudadanía en general. Denunció el abandono del combate al crimen organizado y acusó que “en el mejor de los casos, López Obrador es débil e incompetente ante el crimen; en el peor, lo aprovecha para consolidar su poder”. Y les dejó claro que la continuidad de Morena en el poder es garantía de que ninguno de los problemas bilaterales encontraría solución, con un gobierno que invita al dictador cubano Díaz Canell como orador principal en la ceremonia de la Independencia de México y a los ejércitos cubanos, nicaragüense y ruso a desfilar en el Centro de la CdMx. “Hoy [México y EEUU] somos socios, pero no somos aliados”. Entonces les dejó claro que es imperativo y urgente apoyar a la opción democrática en México y rediseñar los esquemas de cooperación binacional, con creatividad, porque no podemos vivir en el siglo XXI con visiones del siglo XIX. 

Xóchitl terminó su alocución ofreciendo dos escenarios para el futuro de México y Estados Unidos que cito textualmente: 

“En uno, México recupera el rumbo democrático y consolida el Estado de Derecho; enfrenta al crimen organizado y recupera el control de su territorio; reduce la violencia, elimina la extorsión y garantiza certidumbre jurídica para la actividad económica; México y Estados Unidos construyen una relación capaz de contribuir no solo a la prosperidad, sino también a la seguridad y estabilidad democrática de América del Norte. En el otro, la erosión democrática de México avanza; el crimen organizado crece y los militares se vuelven factor de poder político, pero son incapaces de brindar seguridad; los mexicanos sufren la inseguridad, la extorsión y la violencia. Esto limita el crecimiento nacional y frena el desarrollo de regiones enteras y México sigue siendo un socio pero no un aliado geopolítico de Estados Unidos. El gobierno populista de México coquetea con Rusia y China amenazando con construir nuevas alianzas”. 

“En la elección presidencial y legislativa del 2 de junio no solo está en juego quién gobernará a México los próximos seis años. Está en juego el orden constitucional y dos visiones completamente distintas del futuro”.

Tal cual lo ha definido a la perfección en dos discursos que merecen toda nuestra atención.

X: @Adrianrdech

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