Con un cordial saludo para quienes amablemente ofrecen un tiempo para repasar los conceptos plasmados en esta colaboración y a quienes dedico un breve comentario acerca de mi ausencia de estas páginas que generosamente nos brinda Eduardo.
Ya vislumbraba que a la edad que el Señor me ha permitido alcanzar me iba a ser difícil conseguir citas, sin embargo, llegó el momento en que me vi abrumado por ellas, en especial una pléyade de hermosas, atentas e inteligentes mujeres, acompañadas por algunos gallardos y capaces caballeros que tapizaron mi agenda con horarios bastante bien distribuidos, así que se leía: médico general, internista, cardióloga, urólogo, nutrióloga, terapeuta, nefrólogo, infectólogo, oftalmóloga, gerontólogo, etc. Todas las citas debidamente aderezadas por los diferentes estudios de laboratorio, imagenología, rayos X, electrocardiogramas y algunos otros videojuegos que nos ofrece la tecnología actual.
Gracias a esa combinación de fe en Dios, aprovechamiento de los avances de la ciencia y experimentación de las diferentes terapias alternativas me han permitido que el diagnóstico de hace tres años que me sugería amablemente que en un plazo máximo de seis meses me despidiera de hijos y nietos, pusiera en orden mis documentos y sanara cualquier pendiente que hubiera se vea como una anécdota y los resultados de mis análisis y mi estado físico sorprendan a los médicos, ya que algunos los han considerado sorprendentes y hasta milagroso en virtud de que el dogma científico afirma que los riñones no se recuperan y menos cuando han llegado a un 11 % de función y ayer me midieron un 22.5 %, pero hoy me siento mejor que en esos últimos, y espero seguir mejorando.
Por otro lado la situación que observo en el país contrasta notablemente con mi situación personal y no quise dañar mi optimismo al comentar la marcada tendencia a la baja de la “4T” aunada con la ceguera de los amlovotantes que se enorgullecen del crecimiento del PIB positivo en 0.1 % y del cumplimiento de las promesas de pensiones y becas a costa de recortes desproporcionados al presupuesto y al crecimiento de la nación que llevarán a mediano plazo a los beneficiarios a peores males que los pequeños beneficios que les llevan los centavos donados.
No es posible debatir con argumentos racionales cuando las respuestas son emocionales. El fanático no razona, siente; no piensa, se impulsa. Así que trataré dar mi punto de vista a mi leal saber y entender esperando respuesta racional y aceptando de antemano las que brotan de la inteligencia emocional de mis lectores.
Para intentar entender la ruta que dice tener la 4T es necesario revisar los antecedentes de quien la encabeza: un señor que se dice estudió durante 14 años en la UNAM para obtener el grado de licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública. Y donde recibió la semilla de su marxismo, una doctrina radical, basada en el autoritarismo imperante en los regímenes exitosos de aquellos tiempos, cuyos postulados se tornarán en dogmas inapelables y que en su mente se mantienen incólumes.
Cuando requerimos cualquier profesionista para un asunto importante, trátese de un médico, abogado, ingeniero, contador, arquitecto o alguna otra profesión, buscamos al mejor dentro de nuestras posibilidades; una operación a corazón abierto, una demanda de embargo de nuestra propiedad, un camino para nuestra alcaldía que incluya un largo puente volado, una auditoría para solicitar una hipoteca industrial, un nuevo fraccionamiento residencial con casas autosustentables y edificios inteligentes.
Se descalificaría de inmediato a alguien que emplea 14 años en terminar su carrera y que no ha alcanzado al menos un grado de maestría. Un esfuerzo sostenido durante tanto tiempo puede significar una voluntad inquebrantable, un deseo de superación a toda prueba, una meta por conseguir con la significación de un ascenso en la escala social en un tiempo en el que un título profesional era casi equivalente a un título nobiliario del tiempo de las monarquías, o simplemente lo que fue para mí y otros muchos, un permiso para trabajar.
También pudo ser un requisito indispensable para apuntar en un renglón del curriculum vitae para acceder a un mejor puesto; papelito indispensable con conocimiento inútil sin necesidad de actualización, en fin lo básico aprendido sirve para dogmatizar un endeble cuerpo doctrinario, ya fracasado en diversas partes del mundo y gran variedad de tiempos, entornos y personas con lemas tan atractivos como el “PROLETARIOS DEL MUNDO UNÍOS”.
Mi experiencia docente me permite calificar a un alumno de lento aprendizaje, pero no estoy calificado para decir que alguien es retrasado mental solo por la evidente dificultad que muestra para expresar sus conceptos y la imposibilidad de adaptarse a diferentes circunstancias que se salen de lo que con tanto trabajo logró aprender en la escuela y que se vuelven para él en dogmas inmarcesibles que norman estrictamente sus planes de acción. No puedo afirmarlo, pero hay que reconocer que se le parece bastante.
Hay que reconocer, por los frutos actualmente ofrecidos, que la persona que hoy encabeza la corrupción marca características perfectamente definidas que pueden ayudar a un conocimiento amplio de sus raíces y propósitos:
– Un delirio de grandeza narcisista, si algunas personas se marean con la altura de subirse a un ladrillo, ¿qué no será de él en este puesto? Pues se siente el dueño del país olvidando el juramento inicial, adapta las leyes y pasa por encima de la institución que quiera para imponer su voluntad al mejor modo de los grandes tiranos de la historia.
– Una mitomanía que le hace perder la conciencia de la realidad, describiendo tan prolijamente y de manera tan hermosa el país que imagina que hasta él mismo se lo cree.
– Una paranoia que fabrica enemigos donde no los hay y los engrandece para tenerlos a la altura que considera tener.
-Una psicosis disociativa de personalidad que lo hace actuar de maneras diferentes, contrapuestas en función del auditorio que enfrenta.
Dichas características no corresponden a la realidad de quien hoy debería encabezar el gobierno y que lo llevan a la implantación de un sistema que puede caracterizarse como: CORRUPCIÓN NEOMARXISTA PEJELIANA.
Es un buen título para un gobierno carente de definición propia, de sustento filosófico, de doctrina económica innovadora, de un arsenal de valores propuestos y practicados, de objetivos definidos con metas claras y programas claramente estratificados. Un gobierno propositivo que conduzca al país a estadios superiores a los que se encuentra, un gobierno capaz y actuante en los problemas de salud y económicos a los que nos enfrentamos hoy.
Conforme la Real Academia de la Lengua, la corrupción de las organizaciones, especialmente las públicas, es la práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores. No se constriñe al aspecto económico, abarca todas las funciones y medios de las organizaciones y todos los gestores son susceptibles de involucrarse en esto.
Los fines perseguidos por la corrupción abarcan toda la gama de metas humanas, sean legítimas o no, válidas o no, maquiavélicas muchas de ellas. Los vicios de la corrupción están tan grabados en el inconsciente colectivo mexicano que han llegado a aceptarse como mal necesario incorregible y permanente, pero crean de todos modos sentimientos de impotencia, frustración generando un estado permanente de resentimiento en toda la población. Encontrando en su combate el punto central de una propaganda de renovación política nacional.
La propuesta de anticorrupción resulta tan atractiva que es creadora de una idealización similar a la de la chica enamorada del borracho, parrandero, irresponsable, mujeriego que le propone matrimonio y que desoye a todos quienes le rodean advirtiéndole lo que se niega a ver, confiada en sus vanas promesas de cambio, inspirada por la falsa imagen que ella ha creado del susodicho. Después verá la realidad y se atendrá a las consecuencias, mientras mayor sea el empecinamiento; mayores serán los sufrimientos que estará dispuesta a enfrentar antes de la inevitable ruptura.
No dudo ni tantito la intención positiva y reformadora que anima al Pejelagarto; el problema lo veo desde su capacidad para cumplir con eficacia e inteligencia las promesas. Para empezar, teniendo la palabra corrupción tan amplio campo de acción y tan variados aspectos, es difícil que su lento aprendizaje le permita aceptar un concepto más extenso que el que experimentó en carne propia en su carrera política, desde el éxito económico a su retorno al Distrito Federal procedente de los puestos desempeñados en el Sureste y que dejan ver fuertes manejos cuestionables de dinero, muy bien cuidados, pero que le permitieron cerrar pozos, hacer marchas, participar en plantones y protestas y que dejan amplias dudas nunca aclaradas acerca de su rancho y otros bienes.
Para él toda corrupción es de dinero, y esto lo conoce de muy cerca, es cierto, evidente y cada vez es mayor y este dominio se puede explotar generosamente. Solo que al llegar al poder con el capital político que le da la arrolladora ventaja electoral se cree dueño del país y no considera servir, sino procura ser servido corrompiendo lo que haya que corromper, pisoteando la Constitución que juró cumplir, humillando a quien se le ponga enfrente de la manera que considera pertinente, valiéndose del puesto para desacreditar cualquier argumento.
Su arrogancia le impide conocer el significado completo de la palabra “corrupción”, por eso no considera necesario demostrar la corrupción con la que trata de justificar el capricho de cancelar el aeropuerto donde no ha presentado ni un solo caso evidente de malos manejos o contratos desventajosos para el país y nadie hay tras las rejas por ese tema; tampoco lo hay por la venta de huachicol, el medio que utiliza para tomar las pésimas decisiones se magnifica al cerrar la cervecería y con declarar que ya no hay corrupción da por cumplida su promesa y continúa sin perseguirla realmente. No hay ya corrupción en los penales, juzgados, agencias de MP, sindicatos, empresas.
Reducir la corrupción a los aspectos monetarios olvidándose de la corrupción de las leyes, de los valores, de la lealtad, de las promesas, del amor, hace que lo que quiere mostrar como reverso de la medalla, el neoliberalismo monetarista, no sea sino la otra cara de la misma moneda, cuando la realidad es que son la ambición y el humanismo las auténticas alternativas de valores a las que nos enfrentamos para el futuro.
El plan incalificable de desarrollo neomarxista pejeliano se descubre al afirmar que la crisis sanitaria le viene como anillo al dedo a la cuarta transformación: consiste en destruir todas las instituciones del país para crear nuevas a su gusto.
Si vamos a quebrar el país. Ya sabemos quién lo está haciendo.
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