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Corrupción en HD (Hartos Distractores)

“El pecado del silencio cuando deberían haber protestado, hace cobardes a los hombres”. –Abraham Lincoln El personaje más representativo de la Revolución Francesa fue Maximiliano Robespierre. Además de su afinidad y defensa de las ideas de Rousseau,...

28 de agosto, 2020

Enrique Fernández

“El pecado del silencio cuando deberían haber protestado, hace cobardes a los hombres”.

–Abraham Lincoln

El personaje más representativo de la Revolución Francesa fue Maximiliano Robespierre. Además de su afinidad y defensa de las ideas de Rousseau, combatió el absolutismo monárquico y defendió el sufragio universal directo, las libertades de prensa y reunión, la educación gratuita y la abolición de la esclavitud y de la pena de muerte. Se nombró a sí mismo republicano. Su fama de hombre íntegro y austero le valió el epíteto “el Incorruptible”.

Robespierre pudo hacerse de la presidencia de la Convención Nacional e impuso una sangrienta represión para impedir el fracaso de la Revolución. No dudó en aprobar leyes que recortaban las libertades y simplificaban los trámites procesales en favor de una “justicia” revolucionaria tan rápida como arbitraria. Procedió a eliminar a todos aquellos a los que consideraba enemigos de la revolución, instaurando un régimen basado en el terror y gobernó a golpe de guillotina, cortando miles de cabezas de amigos y enemigos, ejecutados públicamente, en un circo, para el beneplácito popular.

Robespierre perdió el piso e instauro una dictadura de facto con la excusa de salvar a la revolución y fue víctima del Frankenstein fanático que él mismo creo. Finalmente fue juzgado por sus propios métodos y fue guillotinado en la plaza de la Revolución, poniendo fin a la época del terror en Francia.

La historia de Robespierre es igual a la de muchos caudillos que en se aprovecharon de las circunstancias y pagaron un precio muy alto por su egocentrismo, por creerse Dios y sobre todo, por traicionar sus proclamas y argumentos que les dieron fuerza y apoyo incondicional de un pueblo necesitado de equidad y justicia.

Algo parecido sucede en México. Vivimos tiempos en que la verdad está alterada, escondida, fragmentada, manipulada, distorsionada. Son tiempos de oscuridad gubernamental, de terror, diseñados a la medida de la ambición política de un sistema sin más propósito aparente que perpetuarse en el poder.

La diferencia fundamental con la época del terror en Francia, es que ahora la guillotina fue suplantada por los videos, el chisme, la ocurrencia, el rumor. Y así cada mañana, en vivo, en directo, en HD, se dan las ejecuciones para alimentar y acrecentar la esperanza y la sed de sangre del pueblo bueno y sabio, que ansía ver cómo nuestra versión mexicana del “Incorruptible” devorar castiga a un gran corrupto.

Cada mañana y prácticamente todo el día, por todos los medios se continúa alimentando el odio a toda la historia pasada y acrecentando la brecha social y la confrontación entre chairos y fifís. La comunicación generada por la 4T seguirá siendo eficaz para sus propósitos hasta que la realidad que no entiende de discursos, se encargue de ir desmitificando cada uno de los obuses lanzados en una operación de distracción constante.

Eso es lo que el presidente desea: que todos estemos hablando de su agenda, de sus ocurrencias y dichos folklóricos, de sus bien diseñados descuidos de vestuario y de su facha desaseada; quiere que seguimos discutiendo por cualquier cosa: por el avión, por el grito del 15 de septiembre, por Lozoya, por el zipper abajo.

No quiere hablar ni poner rutas de solución a la economía que se cae a pedazos, al desempleo y a la violencia que crecen descontrolada, y mucho menos hablar de los muertos por Covid que cada día imponen un nuevo récord. No. El presidente nos quiere divididos, enojados unos contra otros, unos informados y otros obtusos y apasionados, porque para él es más importante él mismo que todo lo demás. Al igual que Robespierre, cree que la justicia existe solo cuando es a su modo y de acuerdo a sus intereses.

La incipiente guerra de los videos abrió la Caja de Pandora que apenas muestra la punta del iceberg. En esta guerra mediática, en la que quien puede perder más es el mismo presidente, pues tiene el desgaste obvio del ejercicio del poder, además que con la aparición del video de Pío le arrebataron su última bandera, perdió la virginidad en el tema de su lucha contra corrupción. El video de Pío dejó claro que la corrupción no es propia de los neoliberales, sino que es una condición de la política mexicana.

Estoy seguro de que sus opositores, corruptos, mañosos, con un largo colmillo y enojados cuentan con un arsenal de videos gráficos y altamente dañinos, que irán soltando en su momento para contestar una pregunta simple y devastadora: ¿Quiénes son los más corruptos?

Si el presidente tuviera el mismo empeño que le pone en las elecciones, a rifar un avión, a perseguir expresidentes y a ser juez y parte; si esa misma energía se la aplicara a la economía y al desarrollo, México sería una potencia mundial, pero sus acciones y decisiones hasta el momento solo demuestran que van encaminadas a hacer daño, a destruir y a lastimar absolutamente a todo lo que medianamente funcione para controlarlo, sin importarle quién aparezca en la aventura. El presidente es una contradicción viviente, asume las decisiones de hasta lo más insignificante, cuida cualquier detalle de sus planes, presume de ser ahorrativo, pero cuando quiere algo es a toda costa, no le importa que millones ya estén desempleados, que la gente muera por la violencia, que haya inflación, que siga habiendo corrupción, que la pandemia este diezmando al país… Al parecer, todo ello solo son daños colaterales, malas noticias inventadas por la realidad para dañar su misión de regresar a México al control total de los años 70 en los que un solo hombre vivía como emperador romano y decidía sin más razón que su estado de ánimo, quién vivía y quién moría.

Con todo lo que estamos viendo, creer en la 4T es como pensar que puedes cruzar caminando el desierto del Sahara con un litro de agua.

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