En las elecciones más grandes de la historia encontramos resultados donde los participantes pueden encontrar motivos para considerarse ganadores, sin olvidar, claro está, los lugares donde sus opositores los superaron a pesar de los pronósticos, quedando así repartidos los puestos en función de las preferencias populares, con algunas manchas serias que vislumbran crecimientos sectoriales de las fuerzas oscuras de nuestra nación.
No me cabe duda de que el mayor triunfador de esta contienda resultó el vilipendiado INE. Supo afrontar exitosamente el mayor reto de su existencia, dejando en claro que constituye el soporte de nuestra democracia y que, en términos generales, garantiza limpieza y la imposibilidad práctica de cometer fraudes en el conteo de votos.
El INE es un buen ejemplo de la construcción de instituciones en nuestro suelo. Refleja la manera en que poco a poco se van construyendo las instituciones mexicanas a partir de iniciativas de diferentes orígenes, observando las necesidades nacionales, ofreciendo soluciones, aprovechando las experiencias de su funcionamiento, intentando satisfacer las demandas de grupos minoritarios –generalmente opositores a los gobiernos en turno– y de esta manera, perfeccionando en lo posible su desempeño.
Con una institución en marcha, la mejoría se hace puliendo las fallas, adecuando su operación a los cambios naturales de la sociedad; aceptando los errores y enmendando las actuaciones; calculando la relación costo-beneficio; evaluando los resultados sin olvidar que siempre hay una manera de hacer mejor las cosas, sin caprichos y escuchando todas las voces; acudiendo a especialistas cuando sea necesario; consultando los resultados obtenidos por instituciones similares que buscan el mismo objetivo en el plano internacional, sin destruir por destruir para obtener pingües beneficios monetarios para destinarlos a otros fines, muchas veces aviesos.
Tampoco es bueno dormirse en sus laureles. Quien crea fama y se echa a dormir, suele morir en el sueño, así que el éxito obtenido debe motivar al INE a superar el buen resultado con uno mejor. Esa mejoría debe proceder de la reforma consuetudinaria que se da después de cada elección y a la cual me permito ofrecer unas ideas.
Se debe considerar como debilidades de nuestro sistema:
1.- Las cantidades exorbitantes de dinero que absorben los partidos políticos, incongruentes con la realidad de nuestro país y que solo despiertan la avaricia de muchos de los participantes sin posibilidades de triunfos electorales, misma que debemos reducir radicalmente.
2.- La votación se orienta por las imágenes proyectadas por los líderes partidarios con discursos fantasiosos, y no por las personalidades de los candidatos que permanecen desconocidos para los votantes llevando a los puestos, principalmente a las cámaras, a personas muchas veces impresentables.
3.-La fragilidad de candidatos expuestos a la violencia de la delincuencia organizada que como la humedad se va infiltrando en nuestro sistema político, siendo imposible garantizar la seguridad personal; la accesibilidad de ellos a las influencias, presiones o amenazas del crimen organizado.
4.- La evidente inutilidad de la intromisión en los medios electrónicos mediante publicidad del todo intrascendente, la audiencia ya es refractaria a estos anuncios convirtiéndose en una molestia creando una corriente negativa hacia las elecciones que en lugar de motivar la participación la repudia.
Es por eso que debemos buscar la manera de mejorar nuestro sistema electoral, no motivada por fines políticos ni buscando la facilidad de sangrar al país para seguir invirtiendo en proyectos cuestionables, sino en busca del perfeccionamiento paulatino del sistema, y que podemos mejorar buscando aprovechar los avances tecnológicos impensables hace unos cuantos años.
Podemos hacer mucho más con mucho menos. Las redes sociales dominan la comunicación y son una magnífica herramienta. Son eficaces y la satanización de que a veces son objeto no implica su prohibición o desdeño; debemos aprender a utilizarlas inteligentemente para servirnos de ellas y propongo que en la siguiente reforma se incluya la creación de una nueva red social encabezada, dirigida, supervisada y controlada por el INE que muy bien podría llamarse: REDINE.
REDINE se integraría por una página principal donde se dé una explicación de su contenido y las normas a las que los participantes estarían sujetos. Estaría integrada por tantas salas de Chat como distritos electorales existen en el país y se encabezarían por un representante del INE quien se encargaría de autorizar el ingreso de los participantes.
Los primeros en acceder a cada sala serían los candidatos registrados, quienes al hacer dicho registro deberán presentar sus declaraciones 3 de 3, aclarar a qué partido pertenecen o su calidad de independiente, currículum vitae, proyecto político con su experiencia e intenciones en sus propias palabras, sus promesas de campaña y sus compromisos evaluables en caso de resultar electos. Por razones de seguridad podría omitirse su domicilio particular.
Inmediatamente se daría acceso a los candidatos suplentes con los mismos requisitos. A continuación, vendría el registro de los electores del distrito a quienes solo se pediría una copia de su credencial para votar que el representante del INE se encargaría de validar y al acceder a la sala de chat estaría en posibilidad de revisar los datos de los candidatos y cuestionarlos o apoyarlos, informándose adecuadamente para tomar su decisión por persona que va conociendo.
Durante el tiempo de campaña será obligatorio para todos los candidatos participar en un mínimo de tres debates, por zoom o similar, programados y coordinados por el INE con reglas preestablecidas con libertad de que si los candidatos se ponen de acuerdo tengan más debates por invitación, ya sea entre todos o entre los punteros supervisada la decisión por el INE. La grabación de estos debates permanecerá accesible a la sala de chat del distrito para su revisión posterior por cualquier elector registrado.
De esta manera los candidatos buscarán el bienestar de su distrito, entrarán en contacto directo con los electores informados e interesados que se convertirán en cajas de resonancia de sus opiniones en sus respectivos ámbitos y el ganador estará más comprometido con sus electores que con sus partidos sin verse obligados en conciencia a votar por solidaridad o compromiso convirtiéndose así en verdaderos representantes populares como lo manda la ley. Estos mismos chats permanecerán abiertos durante el ejercicio del cargo y el representante popular informará de su gestión y recibirá la retroalimentación integrando una comunidad democrática. En la siguiente elección se abrirán nuevos chats, el sistema podrá aplicarse en estados y municipios y aún en la presidencial, aunque la experiencia agregará modificaciones para el reto de una elección nacional.
Salta a la vista la inutilidad de la publicidad en medios electrónicos de los partidos políticos y el tiempo legalmente destinado se aprovechará informando los horarios de los debates por distrito cuya programación también estará en la página principal de REDINE. Los gastos de campaña se minimizarán, no habrá necesidad de mítines multitudinarios evitando los riesgos de contagios o trifulcas, inundar las ciudades de pendones, espectaculares, volantes pasará a la historia de la irresponsabilidad del ser humano con su entorno, ensuciando su hábitat, gastando el dinero en forma estéril, etc.
Los partidos políticos han reservado a un grupo selecto para ocupar las plazas de circunscripciones plurinominales o senadurías de tercera minoría. En muchos casos éstos han sido los mejores de cada legislatura y extender este sistema sería poco práctico para tal cantidad de personas, así que para garantizar el acceso a las cámaras de estos valiosos elementos tenderán a ubicarlos en aquellos distritos donde tengan mayores posibilidades de triunfo.
Mucho se ha discutido acerca de la equidad, validez y legalidad de estos nombramientos que son acusados de dádivas políticas para endulzar la hiel de los opositores derrotados sin embargo en la práctica no ha sido posible eliminar esto que ya se considera triunfo de la oposición, y que tiene mucho sentido lógico. Así que podríamos recurrir al sistema inicial de los diputados de partido donde la representación en las cámaras sea proporcional a la votación nacional donde los triunfadores de los 300 distritos van directamente a la cámara y los otros 200 lugares se asignan por partido, haciendo una lista de votaciones de mayor a menor y admitiendo en las cámaras tantos como se requieran para satisfacer el número de diputados y/o senadores correspondientes. En el caso de muy buenos elementos que alcanzaren solo el segundo lugar en su distrito, con alta probabilidad quedarían incluidos en las diputaciones de partido.
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