La reforma energética mexicana que surgió en 2008 destacó por el surgimiento de la Comisión Nacional de Hidrocarburos como una parte inercial ante el cambio que México requería en su momento.
Es extraño saber que, con la nueva ley en energía de EEUU de diciembre del 2020, algunos de los comentarios sobre la misma indican que desde hace más de 13 años no habían realizado alguna modificación en el sector energético.
Quiero entender que en ese lapso México pudo haber estado a la par con EEUU para tener avances tecnológicos, financieros, y sobre todo poder consolidarnos como unos socios comerciales más fuertes; pero al parecer no hubo un acuerdo entre nosotros mismos para lograr esto.
Hoy la reforma energética ha quedado obsoleta a partir del 29 de diciembre del 2020 haciendo referencia a la división Z aprobada, y confirmada su desfase el 22 de abril del 2021, y todo esto bajo la nueva diplomacia ambiental en el mundo, en la cual, las políticas públicas no fueron ni han sido orientadas.
A la reforma mexicana energética la descalifican, la alteran, y la manosean… No han entendido que NO ES EL PLAN, es la herramienta para poder realizar el plan, pero no de un poder de papel, sino de incrementar el posicionamiento de interrelación con el mundo. Esta surgió tarde en 2014, debió ser concebida no como estrategia política individual, sino como parte de la estrategia para alcanzar la autosuficiencia energética, y que hemos perdido la oportunidad de realizarla en conjunto con EEUU, nuestro socio con mayor flujo de intercambios comerciales.
La reforma energética, surgió para el mercado, y para el usuario final, no para la administración en turno decidiera qué quitar, controlar o adaptar como beneficio para las empresas del Estado. Este 2021 ha quedado como moraleja para el mundo, los recursos financieros públicos son finitos, y para que éstos sean infinitos se requiere de otros jugadores que aporten para un fin común y circular el dinero para mayor bienestar ante los cambios continuos que tenemos.
Los esfuerzos en energía para México deberían estar sustentados en establecer un sistema energético infinito, que defina los poderes y funciones de sus secretarías, órganos, y reguladores, bajo límites sustantivos para su operación de la industria, y regular las relaciones entre las empresas productivas del Estado y privados. Bajo el argumento de una libre competencia equitativa, y que conlleve a tener acceso el mercado interno a energías primarias, tecnologías, portadores de energía y saber aprovechar a todo lo que tomamos de la naturaleza, bajo el principio de un balance con el entorno, bajo una economía circular en crecimiento.
Hoy nuestra reforma energética es garante de un tratado comercial con el principal productor de crudo, consumidor de electricidad, e importador de tecnología. Se han cambiado las reglas del juego para esta década, y todos nosotros actualmente estamos en disputa por el poder del papel sin valor, y estamos dejando a un lado al que es necesario, y dispensable para el futuro.
En una comparecencia realizada por la “The Honorable Katherine Tai Ambassador U.S. Trade Representative”, sobre cómo verán el comercio EEUU en el mundo, incluyendo cambio climático y el T-MEC, la embajadora comentó: “…aprovechar la oportunidad para poner a EEUU en un camino fuerte y claro hacia un futuro competitivo (…) la creación de nuevas tecnologías de energía limpia y nuevos empleos, evitando al mismo tiempo una crisis económica (…) y protegiendo nuestro planeta”. Sobre la nueva forma de hacer negocios de México con ellos, sería bajo el siguiente principio: “TMEC; No es para ponerlo en el estante y mirarlo, es para asegurarse de que funciona, a donde hay herramientas cooperativas, y otras de confrontación, pero el fin es comprobar si el acuerdo renovado funcionó para el futuro”.
Seguir jugando al determinar quién tiene el poder no da como resultados en un fortalecimiento interno, y esto es aprovechado por el mercado mundial, que ante el débil no tiene piedad. EEUU tuvo el tiempo para madurar estos últimos cuatro años, cortando de tajo la involución, y mejor poniendo de acuerdo de cómo recobrar la fortaleza primordial del país.
Cada país revolucionará sus políticas públicas, adicionando a toda la industria energética. Se deberá invertir para reducir y/o tener emisiones nulas de gases de efecto invernadero. Cada nación deberá hacer una nueva reforma energética “proambientalista”, y deberá estar basada en un mercado maduro, educado, y respetuoso de acuerdos del futuro para el presente y acorde a la infraestructura en todos los ámbitos de la cadena de valor de la energía.
Por su lado, China y Rusia han quedado en una desventaja sin igual. A partir de abril ha surgido una nueva “guerra fría” de nombre EAF que involucra a la parte: Energética-Ambientalista-Financiera”. El factor común será cuándo y/o cuánto dinero se invierte para tener cero emisiones. Las inversiones seleccionarán a aquellos lugares que tengan un alto componente de proambiental.
Si un país no se adapta, modifica y facilita en su forma de hacer los negocios dentro de un balance entre lo público y privado, estará destina a ser obsoleto. México requiere una nueva reforma energética.
1 https://rules.house.gov/sites/democrats.rules.house.gov/files/BILLS-116HR133SA-RCP-116-68.pdf
2 https://www.whitehouse.gov/briefing-room/statements-releases/2021/04/22/executive-summary-u-s-international-climate-finance-plan/
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