La Tasa de no Retorno sin Inversión

En el área de estudio de inversiones se utiliza una tasa de retorno de la inversión para equiparar todo flujo de ingreso con el egreso correspondiente y de esta manera poder medir el verdadero impacto de cualquier...

29 de marzo, 2021

En el área de estudio de inversiones se utiliza una tasa de retorno de la inversión para equiparar todo flujo de ingreso con el egreso correspondiente y de esta manera poder medir el verdadero impacto de cualquier inversión en un ente productivo. Todo proyecto de inversión debe medirse en capacidad de recuperación, vida útil y permanencia dentro de un mercado competitivo. La permanencia es fundamental. Los plazos de vida útil determinarán la reposición de equipo y efecto de capitalización de planta necesaria para permanecer en ciclos de competencia y rangos de tecnología y adaptación de renovación de los tiempos. 

Todo ente productivo enfrenta un costo del capital; el costo promedio de las fuentes de financiamiento es determinante para aceptar proyectos que con el tiempo reúnan costos por debajo del promedio. Una vez reunidas las condiciones de cualquier proyecto, el análisis de flujos de efectivo futuros podrán ser descontados al costo promedio del capital y una vez reunidas estas corridas financieras en tiempo presente, la comparación con el monto de la inversión determinará lo positivo o negativo del proyecto. 

Los entes productivos normalmente reúnen diversas alternativas de inversión para no acompasar su ritmo de crecimiento e innovación de mercados en fórmulas cautivas de acción, toda vez que la diversificación es sana en cuanto no se altere el ritmo y dominio de su especialización. Por más dominio que se tenga de un mercado, la investigación y desarrollo debe estar atenta al orden y demanda de otros nichos y oportunidades. 

Las naciones también contemplan sus especialidades y sus ventajas comparativas, pero el grado de impulso de un gobierno radica en la búsqueda de alternativas para los entes productivos; esto significa que la acción de un gobierno se sitúa en un marco macroeconómico y una mirada global para erradicar localmente las oportunidades de financiamiento y programas de apoyo en el sector exportación, entre otras de expansión territorial en el mercado interno.

En ocasiones, los gobiernos capitalizan parte de una función necesaria, siempre y cuando la iniciativa sea en conjunción con la participación privada; esto significa que el impulso de la demanda empresarial dicta el rumbo de la infraestructura que aportan los gobiernos. Las necesidades de comunicación, la infraestructura carretera y portuaria son un claro ejemplo. Los gobiernos siempre tratan de mantener un perfil representativo en la inversión que será capturada en la operación de particulares y la razón es muy simple porque obedece a la especialización. 

La transición en turno que gobierna el país ha tomado un rumbo de descalabro de las finanzas públicas al intentar lanzar tres proyectos que nunca responderían a la demanda empresarial porque no son necesarios ni prioritarios. La concepción de proyectos desde un esquema de gobierno es equivocada por diversas razones, siendo la más importante el descartar la demanda empresarial. El impulso de proyectos del lado de la oferta no ofrece certeza de éxito toda vez que la oferta impone situaciones de aceptación regional en detrimento de las pausas que cada nación sigue. Norte y Sur en el caso de México, en donde existe disparidad de crecimiento. 

El verdadero daño que esta transición ocasiona es en el destino incierto de recursos sin concordancia de programas estrictos de aplicación y sin apego a las reglas financieras que impone un proyecto de gran envergadura. Después de dos años del lanzamiento de estas tres aventuras irresponsables, nunca se han considerado las condiciones de recuperación como una disciplina de ética pública. Naturalmente no se han seguido los lineamientos que requieren inversiones de esas dimensiones. La capitalización de estos no corresponde al gasto público, premisa de error de origen.

Esta transición en turno ha recurrido a la opacidad como un recurso que desafía la legitimidad y la prudencia de actos de gobierno. La capitalización de proyectos de esta naturaleza debiera obedecer a planes concretos y con sustento de innumerables instituciones, iniciando con el medio ambiente como responsabilidad adquirida ante organismos internacionales. También, debieron sustentarse con programas de desarrollo para adecuar recuperaciones compartidas con organismos regionales de cooperación como el Banco Interamericano de Desarrollo.

Los proyectos aludidos se ampararon en la prisa, en la descalificación de expertos en diversas disciplinas y en franco desafío de la opinión pública. El resultado, a pesar del ocultamiento de datos precisos es la improvisación y el fracaso instalado desde la concepción y marcha desbocada e irracional. Se contraponen las fuerzas de la razón ante el gigantismo inoperante de una administración rebasada por simples cifras, cifras que acumulan una deuda desbordada e improcedente. Dos años han bastado para el señalamiento de la ineptitud de un gobierno con cimientos en eufemismos y llamadas a un nacionalismo exacerbado y a un descubrimiento de valores que la sociedad adopta como herencia de siglos y no en la redención que alude al momento de un líder que condena y divide.

Viene el repaso de la historia de una modernidad que ha experimentado las falsas alusiones a la historia que revive episodios de renacimiento para desde una tribuna incontestable arrostrar un pasado que ha quedado en memoria y desde ese templete, arrojar al fuego las acciones que sentaron las bases del México actual. Viene la confrontación de esa modernidad sin freno a sembrar y clamar vida pública que corresponde al México que despertó al concierto de las naciones varias décadas atrás, con el discurso cansado de un presidente que niega el progreso.

Viene, finalmente, la revisión de las cuentas, las que ya no dan paso a la intemperancia y el abuso de una administración centrada en el dispendio y en la licencia arbitraria para disponer de riqueza de la nación. Viene el descalabro natural del desorden de inicio, viene para toda una administración de gobierno, la calificación negativa y la tasa que juzga no el retorno de los recursos empleados sin inversión productiva, la tasa que juzga el no retorno, el pozo sin fondo del desperdicio de lo nuestro. 

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