El populismo es un fenómeno mundial, aunque no existe una internacional populista, pero sí convergencias de este movimiento con otras corrientes políticas. La mentalidad populista internaliza alteraciones del ánimo de muchos individuos en forma coyuntural; así como moldea a los sentires de largo plazo en lo que constituyen modelos mentales compartidos de naturaleza social.
Los cuatro ejes graficados anteriormente dibujan las vinculaciones horizontales o verticales de la mundialización populista. Los horizontales van de ida y vuelta desde el capitalismo de Estado hacia el capitalismo de mercado. Los verticales hacen lo propio desde el pluralismo al populismo.
El eje horizontal vincula a las dos formas capitalistas de nuestro mundo de las naciones en 2023, al mismo tiempo que intercepta con el eje vertical del pluralismo y el populismo. A fin de personalizar estas organizaciones capitalistas podemos decir que el ícono actual del capitalismo de Estado es China, mientras que EE.UU lo es del capitalismo de mercado; el resto del mundo se acerca a uno u otro tipo, pero siempre en economías mixtas de capitalismo de Estado con capitalismo de mercado, y de pluralismo con populismo. Mixtura donde el ícono chino no abolió al mercado, ni el norteamericano al dirigismo estatal.
La nomenclatura bolchevique administra a la regulación económica, mientras que las oligarquías nacionales a la autorregulación del mercado.
El dominio de la propiedad pública o de la privada, singulariza la forma de propiedad preponderante en los capitalismos de Estado o de mercado.
La justicia distributiva consiste en políticas correctivas de la riqueza y la pobreza mediante la redistribución del ingreso y de las prestaciones gracias a la intermediación política de funcionarios públicos. Por otra parte, la justicia conmutativa corresponde a la remuneración equitativa del esfuerzo laboral previo, la cual no necesita de intermediarios.
Desde el Siglo XIX, los socialistas buscan el enriquecimiento del Estado, mientras que los liberales el empobrecimiento del mismo.
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El capitalismo de Estado se construye con una ideología colectivista y el de mercado con otra individualista.
La democracia dialogística consiste en la proactividad de todos los grupos sociales en los distintos espacios de participación; la discriminación (élite ≠ pueblo) desarticula al tejido social.
La gestión y la creación de consenso educan permanentemente a los líderes consensuales, quienes adaptan sus comportamientos a este proceso social del consenso a fin de no ser desplazados del poder. Los líderes carismáticos usufructúan su seducción emotiva también para permanecer en el poder.
El nacionalismo cosmopolita integra a la inmigración respetuosa de las leyes, al mismo tiempo que el régimen político anfitrión honra a las formas de vida y a las culturas de los lugares de origen. El nacionalismo identitario es segregacionista y excluyente.
La función esencial de la macroeconomía abierta es que los consumidores accedan a satisfactores de mejor calidad y más baratos que los producidos en economía cerrada. El proteccionismo rampante espera asirse de una oportunidad que sea propicia para reorganizar al comercio exterior gravando la entrada al país de productos extranjeros.
En el plano social, actúa racionalmente con arreglo a fines quien lo hace lógicamente para vincular el fin con los medios y las consecuencias, pero sin basarse en la afectividad, o la tradición, o las creencias religiosas. Actúa afectivamente quien satisface su necesidad de venganza, de goce o de entrega, de beatitud contemplativa o de dar rienda suelta a sus pasiones, sean estas duraderas o circunstanciales, toscas o sublimes.
La mundialización populista agudiza la inclinación hacia la mitología popular para capturar el afecto de la población apelando a estereotipos del mercadeo político, económico o artístico; todos estos como pilares del capitalismo emocional al que se ha arribado mediante evolución secular y de manera convergente con la democracia donde la participación ciudadana favorece a la integración social.
La mundialización populista 2023 está entablada con los albores de la economía numérica, la robotización, la inteligencia artificial, la fusión nuclear y el integrismo biológico en ambientes donde las redes sociales y otros instrumentos de comunicación masiva muestran la influencia creciente de las emociones y los sentimientos en la acción social. La mundialización del populismo registra esta vía evolutiva en proscenios difusos propios de la deconstrucción postmoderna acompañada de recreaciones nacionalistas y populistas que nadie había previsto.
El populismo es un fenómeno esencialmente político que puede derivar en cualquier modelo económico más inclinado hacia el capitalismo de Estado o hacia el de mercado o en una mixtura de ambos. Es totalmente inútil buscar al populismo verdadero porque este es tan diverso como las doscientas naciones y otras tantas mentalidades que componen al planeta.
Como los populistas están gobernando legítimamente varios países y participan en algunas, un representante de las élites populistas sostuvo que la geometría política izquierda/derecha había desaparecido y estaba reemplazada por la alternativa entre populismo progresista y populismo reaccionario. No cabe duda que los partidos políticos tradicionales, sean estos de izquierda, de derecha o de centro, han caído en una crisis de legitimidad que propicia al populismo aunque, en nuestra opinión, este reduccionismo de los populistas se deja llevar por el triunfalismo más vinculado al oportunismo político que al análisis racional del capitalismo emocional.
Desde la Revolución Francesa hasta el día de hoy, los contenidos de la izquierda y la derecha han evolucionado al paso de las estructuras artefactuales de las naciones. En el Siglo XIX, nació el populismo de izquierda en Rusia, casi al mismo tiempo que el de derecha en los EE.UU. A fines del Siglo XX, reverdecieron ambos como producto de la libertad de expresión o como engendro del pluralismo.
Sin caer en las tonterías acostumbradas por tantos izquierdistas o derechistas, podemos imaginar la mundialización populista en el tiempo del capitalismo emocional, porque ha llegado la hora de exorcizar al populismo para darle sustentabilidad al pluralismo capaz de perfeccionar a la democracia.
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