Lo nuestro

En nuestro sistema educativo, falta abordar a los grandes personajes como lo que son, no superhéroes, sino individuos de carne y hueso.

7 de febrero, 2023 concurso de conocimiento de television

De entrada, debo confesar que soy adicta a un programa televisivo  que procuro ver tarde con tarde. No me genera pudor reconocer que no es mexicano sino español. Se intitula “El cazador”.  Cada edición se lleva a cabo en varios segmentos; diariamente participan cuatro jugadores que se enfrentan, inicialmente a preguntas del sistema, para pasar luego a una fase de enfrentamiento con el cazador o cazadora, donde deberán acertar a preguntas de opción múltiple. Los cinco cazadores son personajes que han ganado de forma extraordinaria  concursos similares, así que tienen un nivel muy elevado de conocimiento. Hecha la pregunta responde el concursante, responde el cazador y finalmente el sistema señala la respuesta correcta, que puede coincidir o no con las respuestas de los otros dos.  De esta manera avanzan casillas para alcanzar una suma de dinero fijada de inicio por el cazador. De no ser cazados, los concursantes pasan a la siguiente fase para volver a enfrentarse al cuestionario del sistema, primero el grupo de finalistas y luego el propio cazador. Si los finalistas ganan, se llevan un bote común que se reparten entre ellos. 

Lo que me atrapa de este programa es la variedad de temas que se abordan, de cultura general, arte, deportes o matemáticas, y una buena proporción de preguntas que tienen que ver con España: Historia, geografía, gastronomía, folclore y personajes notables de aquel país.  Una forma muy original de estar reforzando el conocimiento del propio suelo y el amor por sus tradiciones.

Quiero recordar en México un par de programas similares: El Doctor IQ que se transmitía inicialmente por radio y en su última etapa por televisión, y El premio de los 64 000 pesos.  Programas que demandaban un nivel de preparación de sus concursantes, llegando a registrarse casos notables. Quizás haya habido algún otro programa que escapa a mi memoria. Durante muchos años dejé de ver televisión, dada la demanda académica o laboral de mi carrera. En la actualidad, soy sincera, de los programas de concurso mexicanos no he visto más que los comerciales, y me resultan, en lo personal, carentes de interés. Da la impresión de que son movidos por un paternalismo absurdo que cuida de “no maltratar” a los concursantes con preguntas difíciles que pudieran ponerlos en evidencia. Empata con esos afanes gubernamentales de tratar con ternura a los alumnos de los distintos niveles, no exigirles exámenes de admisión, no reprobar a ninguno y minimizar los requisitos para la titulación y el trámite de la cédula profesional.  A mí francamente me atemoriza caer en manos de un profesional proveniente de ese sistema apapachador, que no haya aprendido por competencias, cuyo desempeño profesional sea muy pobre.

Hablando de conocimiento de nuestro propio país, dudo que la totalidad de alumnos de secundaria sepan cuántas entidades federativas hay en él, cuántas lenguas se hablan en las distintas regiones, o qué fiestas se celebran en las mismas. Es muy común gozar de un día festivo sin cuestionarse qué se está celebrando, o confundir las fechas de la Batalla de Puebla con las del  inicio de la Revolución Mexicana.

 

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Un pueblo que no conoce su patrimonio no está en condiciones de sentirse orgulloso de él ni de luchar por defenderlo. El amor patrio no brota en estas circunstancias, como por generación espontánea.  Tampoco lo hace cuando el conocimiento intenta inyectarse en los alumnos en forma obligatoria y fría, sin poner en hacerlo la pasión  por la historia que se ha ido tejiendo a lo largo de 500 años.  Si no exaltamos  la bravura de nuestros pueblos originarios o no destacamos el valor con que los criollos y mestizos  lucharon por consolidarnos como nación, en la gesta independentista, el amor patrio no florece. En nuestro sistema educativo falta abordar a los grandes personajes como lo que son, no superhéroes con poderes extraordinarios, sino individuos de carne y hueso que entregaron todo por una causa común, superior a sus propias vidas individuales, hasta conseguirlo.

Sería fabuloso que la UNAM o el Politécnico, o la Secretaría de Cultura, a través de sus canales televisivos, se diera a la tarea de organizar programas de este tipo, a través de los cuales aprender sobre México resulte un reto interesante, tanto para los concursantes en turno, como para los espectadores en casa. Programas que nos refresquen conceptos académicos que se han empolvado; que fomenten el conocimiento y el amor por lo propio. En el proceso de aprendizaje son las elevadas metas las que llevan al desarrollo de capacidades. Para una educación cívica de calidad, es necesario  que el sistema procure el desarrollo de los ciudadanos sin falsos gestos de compasión. Nadie puede conocer su propio alcance si no es frente a un desafío que se antoje inalcanzable; es entonces cuando un individuo saca la garra y demuestra para sí mismo y para el mundo, de lo que es capaz.

Fomentar lo propio, dar a conocer aquellos elementos que nos han formado como nación, brindarles el debido reconocimiento.  Esa es la forma de aumentar el amor patrio y la voluntad para trabajar por el bien de todos.  Espero que llegue el día en que decida dejar de ver “El cazador” para dedicar ese tiempo a seguir un concurso mexicano que me atrape, me ilustre y me ayude a amar más lo nuestro.

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Descanse en paz, don Ignacio. ¡Ahora ya tiene un escenario a su medida!

1 Fiel a la hermenéutica analógica, encuentro que las características de lo sublime son más equívocas, mientras que lo bello suele tender más a una noción unívoca. De tal manera, considero que el arte debe tener un predominio de lo sublime. 

2Immanuel Kant, Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y sublime, trad. de Dulce María Granja Castro, (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2017), p. 5. Énfasis del texto original.  3 Ídem.  4Ídem.  5 Cfr. Sigmund Freud, The Uncanny, trad. de David McLintock, (Estados Unidos: Penguin Books, 2003), pp. 132-134." ["post_title"]=> string(83) "“El teatro es alimento, el teatro es vida”. Un último adiós a un gran maestro" ["post_excerpt"]=> string(72) "Descanse en paz, don Ignacio. ¡Ahora ya tiene un escenario a su medida!" ["post_status"]=> string(7) "publish" ["comment_status"]=> string(6) "closed" ["ping_status"]=> string(6) "closed" ["post_password"]=> string(0) "" ["post_name"]=> string(73) "el-teatro-es-alimento-el-teatro-es-vida-un-ultimo-adios-a-un-gran-maestro" ["to_ping"]=> string(0) "" ["pinged"]=> string(0) "" ["post_modified"]=> string(19) "2023-03-17 12:31:36" ["post_modified_gmt"]=> string(19) "2023-03-17 17:31:36" ["post_content_filtered"]=> string(0) "" ["post_parent"]=> int(0) ["guid"]=> string(35) "https://ruizhealytimes.com/?p=90399" ["menu_order"]=> int(0) ["post_type"]=> string(4) "post" ["post_mime_type"]=> string(0) "" ["comment_count"]=> string(1) "0" ["filter"]=> string(3) "raw" } [1]=> object(WP_Post)#18490 (24) { ["ID"]=> int(89704) ["post_author"]=> string(1) "9" ["post_date"]=> string(19) "2023-03-03 13:03:03" ["post_date_gmt"]=> string(19) "2023-03-03 18:03:03" ["post_content"]=> string(4896) "Querida Tora: Hoy te voy a contar una historia… sentimental, por decirle de alguna manera. Es que me impresionó bastante. En el 39 vive una señora. Perdón, señorita, porque no se ha casado; pero parece señora. Es muy trabajadora, tiene siempre su vivienda limpia y reluciente; y su ropa como si fuera nueva, aunque me constan los arreglos que le hace constantemente. Saluda a todo el mundo, pero su amiga de verdad es la Mocha. Y yo me enteré de esta historia oyéndolas platicar una tarde que se reunieron a tomar café. “Nunca te he contado esto”, le dijo a su amiga. “porque tu eres muy religiosa, y no crees en ciertas cosas. Pero te juro que todo lo que te voy a contar es verdad. Cuando murió mi mamá, hace ya varios años, iba yo casi todos los días al cementerio para sentirme acompañada aunque fuera un rato, pues ya ves que no tengo a nadie conmigo, ni amigos ni visitas. Y ahí me estaba yo, platicando con ella. Eso de platicar es un decir, pero yo le hablaba, le contaba mis problemas; y me hacía la ilusión de que ella me contestaba y me aconsejaba. Pues luego de un tiempo de estar así, me di cuenta de que había un muchacho (Muchacho de mi edad, más o menos) que estaba en una tumba vecina y que luego se levantaba y se dirigía a la salida casi al mismo tiempo que yo. Pues un día se me emparejó y se puso a hablar conmigo. ¿De qué? Ya no me acuerdo, pero hasta nos detuvimos un rato en la entrada, para terminar de platicar. Y al día siguiente lo volví a encontrar, pero él ya iba de salida y sólo nos saludamos. Luego, con frecuencia nos encontrábamos, y me contó que él también se había quedado solo, sin parientes y casi sin amigos, y que también iba al cementerio en busca de compañía. Y nos acostumbramos a vernos ahí, y a los pocos días ya nos íbamos a tomar un café juntos a las oficinas del cementerio. Para no hacerte el cuento largo, me enamoré de él. Yo, que había rechazado a cuanto pretendiente tuve porque siempre había algo que me parecía mal. Pero a Bernardo Manjarrez no le encontraba ni un defectito. Todos los días me levantaba con la ilusión de verlo de nuevo, de escuchar sus palabras y de contarle mis sentimientos. El día que él me dijo que sentía lo mismo por mi, creí morir de felicidad. Y empezamos a hacer planes.  

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  Ahí fue donde empecé a sentir que había algo mal, pues Bernardo no actuaba de forma normal, y era incapaz de pensar en el futuro. Hasta decir “mañana” le resultaba difícil. Pero seguimos adelante. Y un día en que Bernardo no llegó, al abandonar la tumba de mi mamá me fijé que en la tumba de al lado decía “Bernardo Manjarrez, hijo amadísimo y ausente”. Entonces lo comprendí todo de golpe: Bernardo estaba muerto. Me fijé en las fechas que estaban en la tumba; y, efectivamente, Bernardo tenía 20 años de muerto. No sé cómo no me desmayé allí mismo. Pero me senté (Al lado de su tumba, por cierto) y pensé que Bernardo me había oído lamentarme mucho de mi suerte, de mi vida entera y, sobre todo, de la falta de amor; y decidió venir a hacerme vivir un poco. Fue muy poco en tiempo, pero una inmensidad en sentimientos, en gozo, en felicidad. Y di gracias a Dios por haber permitido esa leve infracción a sus leyes, Y volví a casa con el corazón regocijado y sintiéndome más feliz que nunca. Y ahora, cuando voy al cementerio, rezo ante las dos tumbas”. La Mocha tardó en contestarle. Y cuando lo hizo, le dijo: “En verdad que debes sentirte agradecida porque, haya sido como haya sido, pudiste vivir todo lo que te había faltado. No busques explicaciones, y confórmate con haber sentido todo lo que sentiste”. Todavía hablaron mucho rato, pero yo ya no las escuché, porque estaba muy impresionado de constatar lo que ya antes había pensado, tal vez inconscientemente: que la gente de este mundo vive para y por el amor, y eso es algo que vale la pena. Espero que encuentres esta historia interesante. Te quiere Cocatú  

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Descanse en paz, don Ignacio. ¡Ahora ya tiene un escenario a su medida!

1 Fiel a la hermenéutica analógica, encuentro que las características de lo sublime son más equívocas, mientras que lo bello suele tender más a una noción unívoca. De tal manera, considero que el arte debe tener un predominio de lo sublime. 

2Immanuel Kant, Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y sublime, trad. de Dulce María Granja Castro, (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2017), p. 5. Énfasis del texto original.  3 Ídem.  4Ídem.  5 Cfr. Sigmund Freud, The Uncanny, trad. de David McLintock, (Estados Unidos: Penguin Books, 2003), pp. 132-134." ["post_title"]=> string(83) "“El teatro es alimento, el teatro es vida”. Un último adiós a un gran maestro" ["post_excerpt"]=> string(72) "Descanse en paz, don Ignacio. ¡Ahora ya tiene un escenario a su medida!" ["post_status"]=> string(7) "publish" ["comment_status"]=> string(6) "closed" ["ping_status"]=> string(6) "closed" ["post_password"]=> string(0) "" ["post_name"]=> string(73) "el-teatro-es-alimento-el-teatro-es-vida-un-ultimo-adios-a-un-gran-maestro" ["to_ping"]=> string(0) "" ["pinged"]=> string(0) "" ["post_modified"]=> string(19) "2023-03-17 12:31:36" ["post_modified_gmt"]=> string(19) "2023-03-17 17:31:36" ["post_content_filtered"]=> string(0) "" ["post_parent"]=> int(0) ["guid"]=> string(35) "https://ruizhealytimes.com/?p=90399" ["menu_order"]=> int(0) ["post_type"]=> string(4) "post" ["post_mime_type"]=> string(0) "" ["comment_count"]=> string(1) "0" ["filter"]=> string(3) "raw" } ["comment_count"]=> int(0) ["current_comment"]=> int(-1) ["found_posts"]=> int(10) ["max_num_pages"]=> float(5) ["max_num_comment_pages"]=> int(0) ["is_single"]=> bool(false) ["is_preview"]=> bool(false) ["is_page"]=> bool(false) ["is_archive"]=> bool(true) ["is_date"]=> bool(false) ["is_year"]=> bool(false) ["is_month"]=> bool(false) ["is_day"]=> bool(false) ["is_time"]=> bool(false) ["is_author"]=> bool(false) ["is_category"]=> bool(true) ["is_tag"]=> bool(false) ["is_tax"]=> bool(false) ["is_search"]=> bool(false) ["is_feed"]=> bool(false) ["is_comment_feed"]=> bool(false) ["is_trackback"]=> bool(false) ["is_home"]=> bool(false) ["is_privacy_policy"]=> bool(false) ["is_404"]=> bool(false) ["is_embed"]=> bool(false) ["is_paged"]=> bool(false) ["is_admin"]=> bool(false) ["is_attachment"]=> bool(false) ["is_singular"]=> bool(false) ["is_robots"]=> bool(false) ["is_favicon"]=> bool(false) ["is_posts_page"]=> bool(false) ["is_post_type_archive"]=> bool(false) ["query_vars_hash":"WP_Query":private]=> string(32) "51578bee0b67161776e629c1417b6710" ["query_vars_changed":"WP_Query":private]=> bool(false) ["thumbnails_cached"]=> bool(false) ["allow_query_attachment_by_filename":protected]=> bool(false) ["stopwords":"WP_Query":private]=> NULL ["compat_fields":"WP_Query":private]=> array(2) { [0]=> string(15) "query_vars_hash" [1]=> string(18) "query_vars_changed" } ["compat_methods":"WP_Query":private]=> array(2) { [0]=> string(16) "init_query_flags" [1]=> string(15) "parse_tax_query" } }
“El teatro es alimento, el teatro es vida”. Un último adiós a un gran maestro

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