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Walter Benjamin, según apuntes de Víctor Montes García, sostenía que “Kafka tomó todas las precauciones imaginables en contra de la clarificación de sus textos”. De igual forma, cita Montes García la crítica que realizó Susan Sontang en cuanto a la multiplicidad de interpretaciones que giran en torno a la obra de Kafka y que vale la pena reproducir:
La obra de Kafka, por ejemplo, ha sido sujeta a secuestros por no menos de tres ejércitos de intérpretes. Quienes leen a Kafka como alegoría social ven en él ejemplos clínicos de las frustraciones e insensatez de la burocracia moderna, y su expresión definitiva en el estado totalitario. Quienes leen a Kafka como alegoría psicoanalítica ven en él desesperadas revelaciones del temor de Kafka a su padre, sus angustias de castración, su sensación de impotencia, su dependencia a los sueños. Quienes leen a Kafka como alegoría religiosa explican que K. intenta, en El Castillo, ganarse el acceso al cielo, que José K., en El Proceso es juzgado por la inexorable y misteriosa justicia de Dios.
A manera de resumen, hago una síntesis de las principales interpretaciones de la obra de Kafka que Montes García incluye en su extenso análisis. Se puede hablar de interpretaciones místico-religiosas; de ellas, la que tiene más relevancia es la impulsada por su amigo y albacea testamentario Max Brod, quien realizó una explicación desde el punto de vista de la teología judía y del sionismo al explicar que la obra de Kafka buscaba alcanzar la gracia perdida, compaginado con el anhelo político-religioso de regresar al territorio de sus antepasados. En cuanto a interpretaciones religiosas, también las hay desde el punto de vista del cristianismo y del Talmud, esto en virtud de las apreciaciones que se realizan a El Proceso. Montes García habla de igual forma de la interpretación existencialista que se “basa en la visión de la obra kafkiana como aquella en que el individuo se enfrenta al mundo y es privado de cualquier tipo de seguridad, sin tierra bajo sus pies y que acaba en el absurdo”. Otra interpretación, la crítico-literaria, afirma que Kafka es clásico, a pesar de que hay quienes ubican su obra fantástica, expresionista, grotesca, siniestra, realista, naturalista, hiperrealista, moderna, vanguardista, incluso existencialista. Por otro lado, la interpretación psicológica y psicoanalítica parte del análisis de la relación de Kafka con su padre. Incluso, se habla de una interpretación grafológica, que muestra un carácter inseguro por parte del autor. La interpretación estética detalla la aparición de nuevas técnicas de expresión artística en la obra kafkiana. La interpretación jurídica, por último, sostiene que la obra de Kafka no se puede comprender sin considerar el contexto jurídico-burocrático en que se desenvolvía, pues él mismo era abogado y trabajaba para una aseguradora.
Además de lo ya expuesto en otros apartados acerca de los orígenes de Kafka como escritor, debo referirme a la misma personalidad de este autor para tratar de comprender el sentido de algunas interpretaciones que se han hecho sobre su obra y genialidad, sobre todo la psicológica; considero que muchas de ellas no han desentrañado aún su razón y enigmático temperamento.
En cuanto a la personalidad del escritor, Ernesto Feria Jaldón señala en Estudios sobre Kafka:
De entrada, me atrevo a diagnosticar a la personalidad de Kafka como la de una personalidad neurótica, y, por los síntomas que manifestó a lo largo de sus cortos 41 años de edad, se trataba de un neurótico obsesivo. Kafka no pudo asumir en la medida en que lo hacen los normales, la que desde el psicoanálisis se llama la castración simbólica y que Lacan denomina la Ley del Padre. No puede atravesar el desfiladero del Edipo y asumir íntegramente su papel de “hombre”, ingresando íntegramente en el estatuto humano. Un portero fornido se lo impide. Otros estudios, y aun apuntes en su diario y sus aforismos, hablan de un hombre afligido por su pasado y presente, por el entorno social con el que nunca se sintió conectado. De alguna forma, el extremo cuidado de su cuerpo ―hacía ejercicio con regularidad y era vegetariano― causaba en Kafka un placentero efecto terapéutico, pues encontraba en ello un gran remanso y estabilidad. Se sabe por sus biógrafos, así como por notas y la misma Carta al Padre, que su infancia fue marcada por la opresión de Hermann Kafka. Esta influencia repercutió en una postura débil ante la vida, que lo hizo rehuir de los compromisos que le provocaban crisis de ansiedad. Así lo atestiguan las relaciones amorosas fragmentadas, principalmente con Felice Bauer, quien fuera su prometida en varias ocasiones. De este modo, nunca llegó a concretar el matrimonio a pesar de sus deseos por tener una familia.
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