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Contexto histórico
La ciudad de Praga de principios de siglo XX estaba sumergida en constantes conflictos entre la población (la mayoría era eslava y había una minoría de origen germano), con especial incidencia en el aspecto lingüístico y el ordenamiento social. Como la clase media germanoparlante se mantenía al margen de la población checa nativa, esta situación marcó el inicio de un final que se venía anunciando, dentro del cual nació Franz Kafka. Paul Strathern, en Kafka en 90 minutos (2016), ubica al lector dentro del auge intelectual que germinó al iniciar el siglo XX, un verdadero legado humanístico y literario.
Y para comprender el colapso del Imperio austrohúngaro y antecedentes sociales que rodearon a Kafka, comentaré algunos brotes de violencia que se iniciaban ya desde el año 1897 cuando el primer ministro Bandini instaura el bilingüismo oficial y los nacionalistas alemanes protestan paralizando al congreso. Bandini intenta sofocar los graves disturbios y anula el decreto de bilingüismo. Para 1907, y con la libertad de voto concedido por la aprobación del sufragio universal, el país se hace ingobernable por la imposibilidad de llegar a acuerdos políticos válidos. Esta ingobernabilidad y el progresivo enfrentamiento entre las diferentes facciones de la población fueron la causa de la disolución final del parlamento en 1914.
Entre tanto, el asesinato ese mismo año en Sarajevo del heredero al trono austrohúngaro, Francisco Fernando, y de su esposa recrudecen las cosas y suscitan el inicio de la Gran Guerra. En medio del gran conflicto bélico, otro foco de protestas se produce en la Europa del Este, en Rusia. En 1917 se proclama la Revolución bolchevique liderada por Lenin que terminará con la caída y asesinato del zar Nicolás II y la instauración de un régimen comunista. En Alemania, un año después, Guillermo II abdica, y toma el poder el grupo espartaquista, que pronto sería expulsado del gobierno y reprimido con dureza por parte del nuevo dirigente Ebert.
Tras las derrotas sufridas por sus ejércitos, Alemania firma en 1918 el Armisticio de Compiègne, al que pronto se suma Austria; después aceptarán lo convenido en el Tratado de Versalles, que supondrá esenciales pérdidas económicas y territoriales para los países derrotados. Estas sanciones, a su vez, provocarán que el Imperio austrohúngaro desaparezca. En 1918 se proclama a Checoslovaquia como país independiente y a Masaryk como primer presidente del gobierno.
Y en ese entorno y sus años de juventud Franz Kafka ya mostraba una marcada inspiración poética; sin embargo, las palabras no brotaban y su alma reprimía las ideas. Así, lo que conseguía escribir era destruido.
A pesar de sus constantes luchas internas en cuanto a su disposición por publicar sus escritos, en 1908 la revista Hyperion le publica ocho textos en prosa, lo que será más tarde el volumen Contemplación. En marzo de 1910, Bohemia, diario alemán de Praga, imprime otros cinco de sus textos en prosa (las primeras anotaciones de los Diarios datan de mayo de ese mismo año). En 1911 surgen planes con Max Brod para escribir una novela: Richard y Samuel e inicia la redacción de su novela El desaparecido, que se prolongó hasta 1914. En 1912 conoce Kafka a Ernst Rowohlt y a Kurt Wolf, directores adjuntos de la editorial Rowohlt, con quienes publicaría sus primeros libros.
La noche del 22 al 23 de septiembre escribe La condena, mientras que entre septiembre y octubre de ese año redacta El fogonero (primer capítulo de El desaparecido) y en noviembre compone La metamorfosis. En esta época aparece Contemplación y en diciembre se realiza la primera lectura pública en Praga de La Condena.
En 1914 escribe En la colonia penitenciaria y empieza a redactar El proceso. En noviembre de 1915 escribe El maestro de pueblo. En 1916 redacta los relatos que conformarán Un médico rural. Para 1917, El cazador Gracchus y La construcción de la muralla china. En 1918 continúa con la redacción de aforismos. En noviembre de 1919 escribe Carta al Padre. En 1922 escribe El Castillo e Investigaciones de un perro. Por último, en 1923, La construcción, Una mujercita y La Madriguera.
Jordi Llovet, quien prologó el libro Franz Kakfa, Diarios (2012), pone de manifiesto la tesitura de lo que sería la obra de Kakfa al señalar que esos diarios eran un verdadero taller de escritura en los que desarrolló una intensa literatura narrativa. En su obra muestra tintes autobiográficos que exponen al escritor con claridad, en constante crisis existencial. Un documento que “jamás ha dado la historia literaria acerca de una vida, un desasosiego constante y un desesperado oficio de escritor”.
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