CARTAS A TORA: 326

Cocatú, un alienígena en forma de gato, llega a vivir a una vecindad de la CDMX. Diario le escribe cartas a Tora, su amada, quien lo espera en una galaxia no muy lejana.

20 de octubre, 2023 CARTAS A TORA 304

En mi carta pasada no te conté lo que le pasó al portero con el “agua de Venus” o “elíxir de amor” que fabricaba la “stripper”, pero fue porque todavía no había sucedido.

Querida Tora:

El portero se enteró del asunto enseguida (ese hombre lo sabe todo de todo el mundo), y decidió intervenir. Así que se fue a ver a la chava esa y le dijo que tenía que pagar impuesto por usar las instalaciones de la vecindad para fabricar su producto. Ella se negó, pero el portero la amenazó hasta con acusarla con su mamá si no le daba el impuesto correspondiente. Alegaron y alegaron, hasta que el portero se conformó con 15 botellas de su agua para bañarse.

En cuanto llegó a la portería con su tesoro, ordenó a sus guaruras que le construyeran una regadera especial para poner el agua, con un depósito abajo para recogerla; porque no estaba dispuesto a desperdiciar ni una gota del preciado líquido en que la “stripper” se había bañado anteriormente. Y ahí estuvieron los ocho guaruras hasta la madrugada, construyendo el armatoste que les había pedido. El portero lo aprobó, y les ordenó que fueran dosificando el agua en el depósito de arriba, que la echaran poco a poco, para que el placer fuera más largo. Así se hizo, y después del baño el hombre se fue a dormir con una sonrisa beatífica dibujada en sus gruesos labios.

Al día siguiente se te repitió la función, pero el portero ordenó a sus guaruras que con unas bandejitas recogieran el agua y se la volvieran a echar por todo el cuerpo. Y si derramaban una gota, los regañaba peor que su maestro de primaria y les daba unas bofetadas que los lanzaba hasta la pared de enfrente. Como te imaginarás, los muchachos estaban muy molestos. Y cuando el portero los llamó para su baño del tercer día, ya quedaba muy poca agua.

Temiendo algo peor que una bofetada, tres de ellos iban a correr al charco del lavadero a traer agua, pero el que sí llegó a secundaria les dijo que no había tiempo y, ni tardo ni perezoso, agregó agua de su propia fabricación al “elíxir”. Los otros ya se retiraban, asustados, pero el portero entró y los urgió a darle el “baño de Venus”. Y esta vez se tardaron  más que de costumbre, porque la contribución del guarura culto había sido muy abundante.

El portero quedó muy satisfecho, y dijo a los guaruras que les iba a convidar algo de su agua, porque “el sol sale para todos”. Pero no alcanzaba para bañarlos a todos, y les ofreció un traguito a cada uno “para intensificar el efecto de las hormonas en el cuerpo”. Todos trataron de escabullirse, pero el portero les encajó a todos el traguito, salvo al guarura que contribuyó a aumentar el agua. No pudo lograr que ese abriera la boca, y al final le dijo “Tú te lo pierdes”, y se tomó todo lo que quedaba. Y todavía lamió la palangana, haciendo grandes aspavientos.

No necesito decirte que todos, salvo el que cerró la boca como si le fuera en ello la vida, enfermaron; pero, sobre todo, el portero. La enfermera no se daba abasto para atenderlos, y tuvieron que llamar a la del 37, a la del 43 y a del 56, que está siempre borracha y no se resistió ni un poquito. Ellas también enfermaron, por el contacto con todo lo que los hombres devolvían, y en la vecindad estuvieron a punto de declarar una pandemia. Pero no hubo necesidad, porque la Mocha les dió a todos aceite de ricino caliente, y con eso echaron todo lo que habían comido en la última semana. Quedaron bastante débiles, pero pronto estuvieron bien. Sin embargo, el portero seguía diciendo que nunca había probado un agua de mejor gusto que aquella.

Y cuando uno de los guaruras (Que es bastante envidioso, por cierto) le dijo por qué quedaba tanta agua el último día, dijo que no era cierto, que eso era una calumnia. Pero al guarura que contribuyó con sus aguas, lo encerró en un closet donde no podía ni sentarse y lo tuvo quince días a pan y agua (Y no podía ni preguntar de dónde venía esa agua).

A la “stripper” no le pudo hacer nada, porque al día siguiente de pagar el impuesto se fue de la vecindad. Pero dicen que el portero la anda buscando por los alrededores.

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