CARTAS A TORA 225

Querida Tora1: Tuvimos un problema bastante grave en la vecindad, el otro día que llovió. Es que las coladeras no se daban abasto, y el agua subió hasta metro y medio, inundando todas las viviendas de la...

21 de mayo, 2021 CARTAS A TORA

Querida Tora1:

Tuvimos un problema bastante grave en la vecindad, el otro día que llovió. Es que las coladeras no se daban abasto, y el agua subió hasta metro y medio, inundando todas las viviendas de la planta baja. Con decirte que algunos muebles andaban flotando en el patio, y los vecinos se los peleaban: unos porque decían que eran suyos, y otros afirmando que ya les pertenecían por derecho de conquista. Imagínate la que se armó.

Yo enseguida me dije: otra hazaña del portero. Pero no encontraba por dónde ni cómo ni por qué. Por eso mismo, me puse a investigar, mientras el portero y sus guaruras encarcelaban a los vecinos más rijosos. Sí, dije “encarcelaban”. Pero a falta de cárcel los metían en la vivienda 59, al fondo de la vecindad, que está totalmente deteriorada y llena de animales de muchas patas, con la intención de que se sosegaran. Eso lo lograron con  creces, porque el del 37 llevaba un pomo, y se puso a invitar a todos, y al rato ya estaban abrazándose y cantando “La Negra”. No cabe duda que el procedimiento fue bueno.

Pero a lo que iba. Tuve que esperar unos días a que bajara el agua, para poder examinar las coladeras, porque estaba seguro de que ahí encontraría la explicación. Lo primero que encontré, en la coladera más grande del patio, fue un libro. Así como lo lees: un libro completo, con muchas páginas y cubiertas duras que, aunque deteriorado por el agua, había tapado ese desagüe. Me extrañó, porque el portero no es muy afecto a los libros (por lo menos, yo no he visto ninguno en la portería; y, mucho menos “Don Quijote de La Mancha”). Había que investigar más.

Entonces, me fui metiendo a diversas viviendas. Y en el 38 oí a la señora discutiendo con  su hijo mayor, que lo habían  reprobado porque no podía entregar un trabajo de Literatura. Y el muchacho se defendía diciendo que cómo iba a leer un libro de más de mil páginas, que trataba de cosas sucedidas hace muchos años. Eso me llamó la atención, y me quedé un rato en el 38. Luego oí que el chavo hablaba con un cuate, y le decía que él había tirado el libro a la coladera para no tener siquiera la tentación de leerlo. ¿Te imaginas? Con lo que le debe haber costado el libro a la mamá. Y además, contribuyó a la inundación de la vecindad, porque no sabes el trabajo que costó a los guaruras sacarlo de la coladera.

Luego me di cuenta de que muchos tiraban a las coladeras cosas grandes y duras, que seguramente se quedaban atoradas en los tubos. Pero lo peor fue en el 43. Ahí, a la chava más joven le habían regalado un  vestido para su cumpleaños. Pero a la chica no le gustó, ¿y qué crees que hizo? Lo tijereteó todo y lo echó al excusado. Claro que el vestido no se fue, por más que le jalara a la manija: se hizo una bola allá en el fondo, y no lo podían sacar, por lo que tuvieron  que empujarlo y gastar un titipuchal de agua, para que se fuera por el caño. Pero se atoró en el drenaje, junto con todas las demás porquerías, y formó un verdadero tapón en el punto donde se junta con el drenaje principal de la vecindad. El vestido no lo pudieron sacar, porque estaba hecho garras, atorado en cuanta saliente encontró a su paso. La única solución que se les ocurrió fue echar al drenaje muchos litros de destapacaños. Pero ni eso logró deshacerlo, y tuvieron que echar algunas botellas de ácido sulfúrico. “Eso lo deshace todo”, dijo un chavo que estudia química.  Sí, lo deshizo; pero también deshizo parte del tubo de drenaje, así que a ver cómo les va cuando vuelva a llover.

Eso de que deshicieron parte del tubo se lo callaron, para que así, cuando llegue el problema (que llegará, no tengas la menor duda) puedan culpar al portero. Con esas letras lo dijo el del 28, que no se puede ver con el portero. Y todos estuvieron  de acuerdo (salvo los guaruras; pero esos nunca dicen nada, ni en un sentido ni en otro).

Las viviendas de la planta baja tardaron varios días en secarse, y los que viven ahí tuvieron que acomodarse en otras viviendas mientras tanto. Pero todos se mostraron solidarios, y los ayudaron con gusto.

Por primera vez, no se puede culpar al portero de nada. Lo que hay que ver.

Te quiere,

Cocatú

1 Contexto: Un alienígena llega a la Ciudad de México y, convertido en gato, llega a vivir a una vecindad. Le escribe a Tora, en su planeta natal, sus impresiones sobre lo que ve en ese lugar. Su correspondencia tiene algo de crítica social y toques de humor

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