“La magia sucede fuera de tu zona de confort.” Leí esta frase una y otra vez el año pasado, y cada vez me llegaba de diferente manera. Recientemente la volví a leer y me record de todos las cambios y cosas que he hecho a partir de ella en los últimos meses y pensé: “Esa frase me inspiró a tanto, pero jamás pensé que la transición fuera tan difícil.” Verán, cuando lo que quiero hacer con mi vida se volvió algo claro, solamente vi el resultado, no todo el trabajo que hay que hacer para llegar de A a B. Así que la vida me ha golpeado muchas veces en la cara. Y no tiene piedad.
Da miedo abandonar la zona de confort. Dejar tu trabajo, dejar ir a gente, hábitos, lo que sea que nos sea familiar. Cosas como; ¿Cómo voy a pagar la renta? ¿De dónde voy a empezar? ¿Dónde voy a conocer a la gente para hacer eso? “Ya estoy muy grande para eso”, pasan por tu mente.
Todo se reduce a decisiones. Cómo vivir. A quien querer, etc.… Pero, ¿cómo sabemos que decisión está bien o mal? Las decisiones son buenas o malas. El problema es: las decisiones épicamente correctas y las decisiones épicamente malas se ven exactamente igual en el momento que las tomamos. Una vez que miramos hacia atrás, es fácil arrepentirse de una decisión que se veía decente en ese momento. Pero si usamos nuestro mejor juicio y escuchamos a nuestro corazón, es más probable que escojamos sabiamente y evitemos el arrepentimiento que más duele: el arrepentimiento que viene de haber dejado pasar algo increíblemente bueno. Escojamos no dejar pasar esas cosas.
Mientras transiciones, empujarás tan fuerte y por tanto tiempo, que a veces te vas a sentir cansado, gastado y sin ver resultados por todo el esfuerzo. A veces se va a sentir que no puedes seguir, pero es solamente porque ya casi estás ahí. El secreto a todo esto es bajar el ego. Aprender de los errores, levantarse otra vez, saber que no siempre va a ser así y continuar con el plan. Y volverás a sentir todo lo anterior varias veces, hasta que empieces a tener resultados.
Habrá días en lo que despiertas y te digas a ti mismo: “regresa a tu trabajo y vida… ¿Qué estás haciendo?” Pero debes recordar cómo te sentías en ese momento y cómo te siente acerca de todas las cosas por las que estas trabajando ahora. Y cómo todas esas cosas que te motivan y apasionan, hacen que tu corazón se sienta en paz cada vez que dudas.
No quiero que parezca que seguir tu sueños es todo una pesadilla, porque el lado bueno es mucho mejor. La gente que conoces. La forma en la que te retas cada día y aprendes cosas que jamás creíste posibles. Enfrentar inseguridades y darte cuenta que no eran tan grandes. Te empiezas a conocer en nuevas formas –buenas y malas-, así que dejas ir de cosas que ya no te sirven y dejas entrar otras que sí.
En lo personal, por primera vez en mi vida me siento segura del camino que tomé (aunque me de más de una crisis existencial al día). Ese sentimiento en la panza y el corazón de bien o mal, por primera vez grita: va a pasar.
La transición es el movimiento de una parte de la vida a una nueva y se puede sentir como un túnel largo, oscuro e intimidante. Pero tienes que salir del otro lado, porque lo que ha estado esperándote ahí puede ser glorioso.
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