La pedagogía de la muerte es una disciplina científica cuyo objetivo es el estudio de la educación que incluye la muerte como parte de la educación de la conciencia (De la Herrán G. 2020). ¿Es necesario incluir la Pedagogía de la Muerte en la educación, en todos los niveles? La respuesta es sí. A continuación, se indican algunos datos que, sin más reflexión, alertan sobre el tema propuesto.
Algunas investigaciones comparten los efectos negativos que está teniendo el confinamiento en los niños y jóvenes respecto al tema educativo en particular y en la salud en lo general. Algunas investigaciones indican que se está viviendo una sindemia, es decir, varias pandemias: la de Covid-19, las enfermedades no tratadas y la social (Medina Mora, 2020), que incluyen la salud mental.
Dentro del ámbito educativo, existen datos que apoyan la necesidad de una reestructuración pedagógica (de forma y de fondo) y la inclusión de nuevos contenidos radicales y básicos para iniciar como paliativo, preventivo y recuperativo ante la crisis actual y las crisis posteriores a la existente.
Datos presentados por UNICEF (2021) indican que las escuelas en México cerraron sus puertas el 23 de marzo de 2020 y no reabrirán hasta que el semáforo epidemiológico esté en verde.
De marzo de 2020 a febrero de 2021, las escuelas de México han permanecido cerradas durante 180 días, cifra superior al promedio en América Latina y el Caribe (158 días) y el doble de la estimación global (95 días), situación que además, coloca al país en octavo lugar entre los países donde las escuelas han permanecido cerradas por mayor tiempo.
El cierre prolongado afecta negativamente el proceso educativo de 25.4 millones de alumnos y alumnas de educación básica y 5.2 millones de estudiantes de educación media superior, resultando, entre otros, en un aumento en el riesgo de abandono escolar. Según resultados de la encuesta reciente del INEGI para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación 2020, 5.2 millones de personas entre 3 a 29 años no se inscribieron en el ciclo escolar de 2021-2020 por motivos relacionados a COVID-19 o por falta de recursos o dinero, lo que implica a niños/adolescentes en trabajos no permitidos o peligrosos.
Antes de la pandemia, ya existía una “crisis de aprendizaje”: casi el 80% de las niñas y niños mexicanos en primaria no alcanzaban los aprendizajes esperados en las áreas de comprensión lectora y matemáticas
La encuesta del INEGI (2020) muestra que el 26.6% de los estudiantes dijo que uno de los motivos asociados a la COVID-19 para no inscribirse en el ciclo escolar es que “las clases a distancia son poco funcionales para el aprendizaje”, mientras que el 25,3% señaló que alguno de sus padres o tutores se quedaron sin trabajo y el 21,9% carece de computadora, otros dispositivos o conexión de internet. Las cifras muestran que más de 16 millones de hogares en México no tienen conexión, lo que indica la brecha digital que impide a millones de estudiantes acceder a contenido educativo en línea.
El cierre de las escuelas también representó un gasto extra para las familias. El estudio revela que el 28,6% de las viviendas con población de 3 a 29 años que sí se inscribió en el ciclo escolar hizo un gasto adicional para comprar teléfonos inteligentes para que los estudiantes siguieran los cursos a distancia. Un 26.4% tuvo que contratar algún servicio de internet fijo y un 20.9% adquirió mobiliario “como sillas, mesas, escritorios o adecuar espacio para el estudio”.
Sin embargo, el 58.3% de los encuestados ha asegurado que “no se aprende o se aprende menos que de manera presencial” con los estudios desde casa, mientras que el 27% resiente la falta de seguimiento al aprendizaje de los alumnos y un 24% ha dicho que un problema es poca capacidad técnica o habilidad pedagógica de los padres o tutores para transmitir los conocimientos. Esto genera dinámicas difíciles y estresantes. Por ejemplo, un estudio del Dr. Fuentes (2021) indica que el castigo sigue siendo algo aceptable o necesario para gran parte de la población. El castigo que se usa en casa para presionar entrega en tiempo y tareas.
Otros factores:
- Rezago educativo. Rezago de aprendizaje, acceso limitado.
- Estrés, ansiedad, tristeza. No interacciones interpersonales con sus compañeros.
- Sin escuela se afecta el desarrollo cognitivo (principalmente pre escolar) y desarrollo físico. Baja nutrición, uso excesivo de la pantalla, sedentarismo, falta de sueño, sueño irregular.
- Violencia familiar, el Informe anual de Unicef 2019 señaló que más del 63% de los niños han sufrido violencia en el hogar, para octubre del 2020 se presentaron 20 mil 590 denuncias. Eso quiere decir 664 hogares al día, 28 familias que vivieron un incidente de violencia cada hora., Se registraron 58 834 llamadas por violencia familiar; 19 742 por violencia de pareja, y 21 349 por violencia contra la mujer, es decir, 132 mujeres pidiendo ayuda cada hora, 102 241 denuncias por abuso sexual (49 diarias).
- Cambio radical de la dinámica familiar, cambio en la dinámica familiar si se vive pérdida y/o enfermedad. Efectos emocionales frente a pérdidas, niños huérfanos, duelos no cerrados, duelos crónicos. Experiencia con la muerte directa o indirecta.
- Aprende en casa: donde el encierro es agobiante, señala el Dr. Fuentes (2020) esto implica: 40% de niños pequeños no vacunados, donde el 48% de las familias viven en la economía informal, 11.5 millones de personas habitan viviendas con hacinamiento, 6.88 millones no tienen agua entubada en sus viviendas, 2.07 millones de personas no cuentan con drenaje, en 6.4 millones de viviendas no se recolecta basura y 935 mil hogares solo se comía una vez al día y a veces ninguna.
Preparar a los niños para lo que van a vivir en un momento u otro a lo largo de toda su vida no es malo, es humano (Parra, B. s/f) educar para vivir la realidad de una manera plena y consciente de su ser, de su finitud; educar para cambiar la vida de cómo estamos educando es la asignatura pendiente.
La situación actual ha desarrollado el interés por la Pedagogía de la Muerte, que ya en algunos países –hace algunos años– se está trabajando desde lo teórico y lo práctico para incluir la muerte en la educación. Para hacerlo, dice de la Herrán (2020) es imprescindible considerar la educación que incluye a la muerte, junto con otros temas radicales, prácticamente inéditos (ego humano, el amor, la conciencia, el autoconocimiento, la meditación, la humanidad). Es un tema radical e incluyente. Uno de estos retos radicales es la conciencia de muerte y finitud; desde la perspectiva radical e inclusiva, si la educación se discerniese con mayor complejidad de conciencia, no se educaría para la vida, tal y como habitualmente se hace, por dos razones: porque normalmente se excluye a la muerte, y, si no se incluye a la muerte en la vida ¿sobre qué estaremos educando? Y porque la vida humana, tanto social como personal, es globalmente un desastre, parcialmente relacionado con la educación que se prodiga, continúa el autor, por tanto, tendría más sentido educar para cambiar la vida y hacerlo, además, radicalmente (De la Herrán, 2020)
Radical también porque, como la educación sexual, al principio son temas tabúes, temas que se abordaban en otros ámbitos (cultural, familiar, religioso) y no en la educación/escuela. Es incluyente porque como tema transversal se debe incluir en la educación a través de la Didáctica de la Muerte “que se hace realidad a través del conocimiento y la comunicación desarrollada en contextos educativos, contemplados desde la perspectiva de la planificación y el currículo, la metodología didáctica, sus recursos, la evaluación, la investigación de la enseñanza-aprendizaje, la creatividad, la conciencia la (trans) formación del profesorado” (De la Herrán y Cortina, 2007).
Siguiendo la Propuesta de Arnaiz (2003), la temática del sufrimiento en general y de la muerte en concreto puede enfocarse desde dos vertientes: una vertiente, que se llama Pedagogía del Duelo, que busca dar herramientas para minimizar el efecto de desconcierto que provoca la pérdida y el sufrimiento. Otra vertiente, que se llama Pedagogía de la Muerte, que facilita la conciencia de la muerte como una presencia llena la vida de sentido y de valor. Propone hacer evidente que la muerte no solo existe cuando perdemos a alguien. Esta vertiente, dice Arnaiz, exige la coherencia de hablar de la muerte cuando se habla de la vida porque una y otra pertenecen al mismo mapa conceptual (2003). Esta vertiente exige incluir la existencia humana en la conciencia de ciclos que el conocimiento hace evidentes: el ciclo del agua, el ciclo del día y de la noche, el ciclo de las estaciones… Esta vertiente, por último, exige poner sobre la mesa que la historia no acaba en el presente porque dentro de unos años esté presente también será historia (Arnaiz, 2003).
¿Cómo justificar, si no, la inaplazable educación para la sostenibilidad y el equilibrio ecológico sin evidenciar que lo que está en juego es la vida misma? Pregunta Arnaiz.
Ambas vertientes, la Pedagogía de la Muerte y la Pedagogía del Duelo, son complementarias. La Pedagogía de la Muerte, como la educación para la vida, como la educación sexual, como la educación para la paz…, afecta de lleno a la escuela. No corresponde únicamente a la escuela, pero la escuela debe integrarla. La Pedagogía del Duelo no es propia de la escuela; sin embargo, la escuela muchas veces tiene el deber de escuchar el sufrimiento. Cuando alguien sufre dentro de la escuela no podemos hacernos los sordos ni mirar hacia otro lado. Nos corresponde el deber de amigo: acompañar y apoyar (2003) y el deber de docente: acompañar, apoyar, desarrollar, concientizar, enseñar a amar la vida desde la finitud.
Indican Rodríguez, Herrán y Cortina en el valor formativo de la muerte para la evolución como ámbito perenne del ser humano, en la normalización de la muerte en la educación, en la intervención educativa paliativa o en el análisis de experiencias didácticas y de formación de profesorado (2012). Especialistas como Poch (2009), argumentan que abordar el tema de la muerte en la escuela no puede ser fruto de la improvisación. Por ello, son múltiples las propuestas, recursos o materiales diseñados para este fin y varios los autores (Colomo y Oña, 2014; Colomo, 2016; Cortina y Herrán, 2011; Feijoo y Pardo, 2003; Herrán y Cortina, 2009; Poch y Herrero, 2003) que destacan el papel del educador por su vínculo directo con el discente, tanto en el acompañamiento en las situaciones de duelo (trabajo paliativo) como en el proceso formativo para concienciar sobre la finitud humana (trabajo preventivo). La muerte forma parte de la vida y es una realidad que no puede quedar al margen del contexto pedagógico (Wass, 2004).
Los autores Herrán y Cortina (2008) invitan a pensar la pedagogía de la muerte o la didáctica de la muerte desde la conciencia sensible, de la otredad, con creatividad y técnica, basada en el incremento de la generosidad y conciencia aplicada al conocimiento de la situación, de uno mismo y del otro. No se refiere a implicar consejos para hacer, significa crear, en el proceso -en espiral- orientando, reflexionando, desde la otredad de la situación.
La Pedagogía de la Muerte abre el espacio a la reflexión desde lo más humano, desde la esencia del ser para comprender el mundo que habitamos y cómo lo estamos habitando.
REFERENCIAS:
Los datos estadísticos se pueden verificar en las siguientes referencias:
Areta, Itxaro (25 noviembre 2020), recuperado de:
Arnaiz V. (2003) Diez propuestas para una pedagogía de la muerte Aula de Infantil. Revista Aula de Infantil 12
Colomo, E. (2016). Pedagogía de la Muerte y proceso de duelo. Cuentos como recurso didáctico. REICE. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 14(2), 63-77. doi: http://dx.doi.org/10.15366/reice2016.14.2.004
Colomo, E. y Cívico, A. (2018). La necesidad de formación del profesorado en Pedagogía de la Muerte. Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 21(1), 83-94. doi: http://dx.doi.org/10.6018/reifop.21.1.279961
Colomo, E. y Oña, J.M. (2014). Pedagogía de la Muerte. Las canciones como recurso didáctico. REICE. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 12(3), 109-121. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=55131318007
De la Herrán (2020) La Pedagogía de la Muerte en el contexto de la Pandemia; una mirada radical e inclusiva. Revista Educare, Volumen 24, Suplemento especial 2020, 1-4
De la Herrán y Cortina M. (2007) Fundamentos para una Pedagogía de la Muerte. Revista Iberoamericana de Educación, 41 (2), 1-12
-(2008) La Práctica del acompañamiento educativo desde la tutoría en situaciones de duelo. Tendencias Pedagógicas, 13, 157-173.
INEGI (2020). Panorama sociodemográfico de México. Censo de población y vivienda 2020. México: autor.
INEGI (2020). Censo de Población y Vivienda 2020. Tabulados del Cuestionario Básico. Disponible en: https://www.inegi.org.mx/programas/ccpv/2020/default.html#Tabulados
ttps://elpais.com/mexico/2021-03-23/la-pandemia-deja-a-cinco-millones-de-estudiantes-fuera-de-la-escuela-en-mexico.html
Medina Mora, Fuentes M.L. (octubre, 27,2020) Webinar: Pandemia COVID-19 y salud Mental. Academia Nacional de Medicina de México.
https://www.youtube.com/watch?v=xndd5eC3pL4
Parra B (2017) la pedagogía de la muerte en el ámbito escolar. Trabajo final de grado, universidad de Navarra
Poch, C. y Herrero, O. (2003). La muerte y el duelo en el contexto educativo. Barcelona: Paidós
Rodríguez, P., Herrán, A. y Cortina, M. (2012). Antecedentes de Pedagogía de la Muerte en España. Enseñanza & Teaching. Revista Interuniversitaria de Didáctica, 30(2), 175-195.
UNICEF 2021: COVID-19 and School Closures: One year of Education Disruption. https://data.unicef.org/resources/one-year-of-covid-19-and-school-closures/
Wass, H. (2004). A Perspective on the Current State of Death Education. Death Studies, 28(4), 289-308. doi: https://doi.org/10.1080/07481180490432315
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