Naty murió en la pandemia, pero no por COVID-19, tenía cáncer debido a un tumor maligno. Al inicio las noticias habían sido buenas, con la primera operación que le realizaron se recuperaría, o al menos eso dijeron los médicos. Le realizaron una segunda operación y ahí es cuando los especialistas se dieron cuenta de que el tumor se alojaba en una parte a la que no era posible acceder, así que la indicación fue que le darían radioterapia para disminuir dicho tumor. Fue todo lo que comentó el personal médico.
Naty y su familia se quedaron con la idea de la recuperación, aunque ésta nunca llegaba y en su lugar ella sólo empeoraba y su dolor físico y emocional se hacían cada vez más grandes. Durante la emergencia sanitaria en las consultas ya no recibía ninguna información y apenas se le atendía, al inicio le dieron algunas radioterapias, pero por su debilidad fueron muy pocas.
Así, cada día que pasaba Naty se agravaba y sufría en soledad pues, también por la pandemia, su familia no podía visitarla por temor a contagiarla y a que se agravara.
Cuento la historia de esta mujer que rebasaba los 60 años cuando murió (y quien era mi tía) para hablar de un tema poco explorado: el miedo a la muerte y la poca preparación del personal médico para hablar de este tema con pacientes y familiares. A pesar de que es un tópico que fue abordado hace muchos años por la doctora Elisabeth Kübler-Ross – considerada madre de la tanatología y los cuidados paliativos a nivel global –, la problemática persiste en nuestros días.
En este contexto, la preparación del cuerpo médico es imperante, pues estoy segura que igual que Naty, muchos pacientes no son enterados de su situación real, tampoco se habla con claramente con sus familiares. Es lógico que, si el objetivo principal de un médico es salvar vidas, la muerte se considere un fracaso, sin embargo, hay que ser conscientes de que la muerte es parte de la vida y a ella nadie escapa.
Si Naty y su familia hubieran tenido un diagnóstico certero y sus hijos hubieran estado concientes de que sólo viviría unos meses, quizá habrían tomado otro tipo de decisiones y tal vez su familia la habríamos visitado aún con el riesgo implícito.
No se trata de juzgar ni de generar culpas sino de alertar sobre la importancia de la capacitación y profesionalización de médicos y enfermeras. Es importante que se preparen para dar un diagnóstico fatal y para eso también es menester que atiendan sus propios miedos, a fin de no proyectarlos en sus pacientes.
La manera en la que se da dicho diagnóstico es fundamental, así como el trato y acompañamiento de paciente y familia. La tanatología resulta útil en estos casos pues no sólo habla de la muerte, sino que apoya en lo antes mencionado. Tanatología debería ser una materia cursada desde la educación primaria para que desde pequeños se comprenda que la muerte es un proceso natural. Desde luego debería ser materia más que obligada en las carreras de medicina.
¿Qué opinas de esta historia? ¿Alguna vez has experimentado algo similar? ¡Cuéntame!
Gracias por leerme, ¡hasta la próxima!
WhatsApp: 55 20 82 88 71
Te puede interesar:
El regreso del racista Trump a la Casa Blanca debe causarnos miedo
Amada menopausia, un dos tres por mí y por todas mis amigas
La menopausia no es una enfermedad, es una condición y así como a las embarazadas se les trata con...
noviembre 19, 2024El secreto mejor guardado para ser feliz
Una fórmula que le dará nueva dirección a tu vida.
noviembre 14, 2024Sobreviviendo
La adversidad es la mejor escuela… los héroes solo se forjan bajo el manto de una gran lucha.
noviembre 8, 2024Cuatro formas de asegurar la felicidad
¡Hola! Bienvenido a este espacio pensado especialmente para ti. Hoy te hablo de un tema que a todos interesa,...
octubre 31, 2024