Todos sin excepción ganamos el premio mayor porque el Ser Supremo destinó que fuera una mujer –la mejor– quien nos prestara su cuerpo para poder tener vida.
La palabra mágica tiene solo dos sílabas y efectivamente es ¡mamá! (los signos de admiración obedecen a que me estoy refiriendo a esa persona que nos enseña todos los días a vivir de la mejor manera, buscando siempre cuál es el mejor camino que podemos recorrer).
Para honrarla tememos un abanico muy grande de posibilidades: sé honrado, disfruta lo que haces, canta, llora, enseña, pide, agradece, valora… Y antes de seguir respirando, reflexiona, agradece y reconoce que madre solo hay una.
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