Las pequeñas cosas: reacciones

Yo tenía ya una mezcla interna de emociones porque resulta conmovedor que una persona mayor esté realizando labores físicas pudiendo estar disfrutando de la vida en otro lugar.

4 de julio, 2022

“Ahora no es el momento de pensar en lo que no tienes. Piensa en lo que puedes hacer con lo que hay”.

 – Ernest Hemingway (1899 – 1961).

La semana pasada recibí un pedido realizado por Internet, la recepción ocurrió en la estación del metro Juárez, séptima estación de la línea tres del Sistema de Transporte Colectivo, mejor conocido como “Metro” en la Ciudad de México. El mensajero no llegó a tiempo así que tuve que esperar algunos minutos. En cuanto llegué al punto específico noté la presencia de una persona adulta mayor que realizaba labores de limpieza en las escaleras de dicha estación, por lo que cambié de lugar en tres ocasiones para permitirle el paso y no interrumpir su labor. 

Lo primero que llamó mi atención (aunque no mi sorpresa, pues es bien sabido que las empresas de limpieza contratan adultos mayores por razones poco decorosas que nada tiene que ver con ayuda real para ellos) fue la dedicación y la pulcritud de su trabajo porque se encontraba como en modo de meditación: el mechudo que empleaba para su labor entraba y salía de la cubeta llena de agua para luego ser exprimido por unas manos fuertes y seguras y posteriormente, el anciano trapeaba el piso casi con devoción, con una dedicación y empeño en que se viera realmente limpio. Durante el proceso, algunos usuarios pasaron y entonces fue que mi curiosidad se convirtió en experimento porque empecé a observar con cuidado las reacciones de quienes pasaban y lo que vi fue que más de la mitad pisaba aunque el piso estuviera mojado y hubiera riesgo de resbalar e incluso, a pesar de tener espacio para rodear la zona; pocos o nadie saludaba, algunos se molestaban porque el hombre les pedía no pasar por precaución y porque, además, ya le habían ensuciado y “tenía que volver a trapear” y otros más pasaban indiferentes tanto del piso mojado como del trabajador, abstraídos en vaya a saber qué pensamientos.

El señor limpió con todo esmero el área y cuando llegó nuevamente hacia mí no se abstuvo de comentarme: “Disculpe usted que la vuelva a mover”. Para entonces, yo tenía ya una mezcla interna de emociones porque resulta conmovedor que una persona mayor esté realizando labores físicas pudiendo estar disfrutando de la vida en otro lugar, pero también pensaba en las razones por las que se encontraría ahí. Capturé el momento con mi celular y subí la foto a Twitter con un comentario.

Hasta aquí parece anécdota usual; sin embargo, el día aún no terminaba cuando el tweet tenía ya doce mil likes y más de cien comentarios con juicios a favor, en contra, locales y extranjeros. Debo aclarar que mis tweets nunca llegan a más de dos likes ni son replicados, al día de hoy desconozco el motivo que originó tal comportamiento y tampoco me quita el sueño porque no soy influencer ni nada parecido. Lo que me sorprendió fue el impacto de la imagen porque a pesar de que el rostro de Don Mauricio (el señor en comento) no se ve en la foto, las reacciones fueron múltiples, lo que habla de que no somos del todo indiferentes ante la realidad, pero la miramos desde nuestra perspectiva y emitimos juicios desde nuestra verdad. 

No se sabe la edad ni las razones por las que don Mauricio todavía trabaja, porque no quise invadir su privacidad, aunque ya no es del todo anónimo y le he dado a conocer la cantidad de reacciones que tuvo mi tweet, así como los comentarios a favor que he recibido reconociendo su labor y su actitud ante el trabajo y la vida, a lo que él respondió con una franca sonrisa diciendo: “Dígales a todos ellos de mi parte, que les agradezco mucho”. Y con sus palabras, reforzó mi idea de que #laspequeñascosas de la vida son las que nos salvan de la pesadumbre y que si un tweet inofensivo tuvo tal impacto también debería tenerlo un llamado a la acción para transformar nuestra realidad aunque, esa es otra historia porque las redes sociales todavía tienen mucho qué enseñarnos sobre el impacto de una imagen en la actualidad.

A manera de colofón: miré a los ojos e intercambié algunas palabras con Don Mauricio. Me asombró la vitalidad en su mirada, la convicción de sus palabras al declarar que la empresa que los contrata “a duras penas” les paga y menos aún, les proporciona el material indicado para realizar su labor y en los casos en que sí lo hace, se los roban; sin embargo, él limpia cada centímetro de la estación como si le fuera la vida en ello. Por necesidad, por mantenerse activo, por mediocridad, por superación, por sobrevivencia o por cualquiera que sea su motivo es un digno ejemplo de que la diferencia está en la actitud ante la vida porque lo que es indigno para algunos, para otros, es la mayor forma de autorrealización, algo que también tiene que ver con la actitud de servicio y con aprovechar lo que hay, que no es poco.

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