“Cuando una puerta de felicidad se cierra, otra se abre, pero muchas veces miramos tanto tiempo la puerta cerrada que no vemos la que se ha abierto para nosotros.” Helen Keller (1880-1968). escritora y conferenciante estadounidense.
Me parece increíble el paso del tiempo. Han pasado tres semanas desde mi última intervención en este espacio y los días transcurridos no han sido miel sobre hojuelas, aunque se han teñido de un sentimiento de esperanza con el inicio del nuevo ciclo escolar de mi hijo, lo cual marca un antes y un después no solo en términos pandémicos sino en lo que hemos sido capaces de construir los dos como familia aunque seamos solo él y yo. Así que, en ese sentido, el inicio de una nueva etapa para él, en realidad marca el inicio de un nuevo estilo de vida como si de una hoja en blanco se tratara sobre la cual podemos escribir una nueva historia.
En el mismo orden de ideas he estado reflexionando sobre el acto de abrir y cerrar puertas y se me ocurrió entonces que pasamos la vida abriendo y cerrando puertas: las de casa, en el trabajo, en los consultorios médicos, en un sanitario, las del auto, las del cuarto en que nos hospedamos o las de la casa que dejamos para ocupar otro lugar. Es decir, nuestros días transcurren entre las puertas que abrimos y las que cerramos o bien, entre las que nos cierran y las que nos abren.
Lo anterior fue motivado por mi formación como comunicóloga y el interés por los signos y símbolos (semiología). Así que pensar en puertas va más allá del acto común de cerrar o abrir una de ellas.
Por definición, la puerta es un espacio hueco que se usa para entrar y salir de un sitio. Existen puertas famosas como la que abrió Alicia para entrar en el país de las maravillas después de reducir su tamaño o la puerta de Alcalá. También se dice de las organizaciones de puertas abiertas, refiriéndose al estilo empresarial que permite la cercanía entre los puestos directivos y los colaboradores, con menos protocolo y de manera inmediata. Recordemos también el refrán “Cuando una puerta se cierra, otra se abre”, refiriéndose a las experiencias que nos llevan a perder o terminar algo y enfrentarnos a una nueva oportunidad.
Digo que las puertas han ocupado mi pensamiento en las últimas semanas porque están presentes por todas partes de forma física y metafórica también. En la escuela abren la puerta para el acceso de los estudiantes pero la cierran puntualmente por respeto al horario establecido. En el transporte existe la regla de no recargarse en las puertas y no obstruir el cierre de las mismas y así, el día transcurre entre un cotidiano abrir y cerrar de puertas.
Hace doce años cerré la puerta del que era mi apartamento para mudarme al que habito actualmente. Me pareció que la vida debería ser tan sencilla como cerrar una puerta y dar el paso a lo que sigue; sin embargo, no siempre ocurre así porque se necesita valor para ser quien cierra la puerta y mucha seguridad para abrir una nueva. Hay mucho trabajo que hacer para dejar atrás lo que queda al cerrar la puerta. ¿Y qué tienen que ver las puertas con el inicio del ciclo escolar en plena antesala a lo que será el último trimestre del año? Pues que de forma particular y general, empiezan a abrirse nuevas puertas como oportunidades pese a todo el contexto deprimente que permea el ambiente socioeconómico y político en el mundo y porque parece que es necesario cerrar muchas de las puertas que tenemos frente a nosotros para avanzar o cambiar de dirección en la vida, descubrir qué hay más allá.
Ojalá tuviéramos el valor de cerrar más puertas y descubrir el placer que otorga abrir una nueva y desconocida como en ese juego de cataficcia que existía en un desaparecido programa dominical, en el que era posible cambiar el premio, aunque al final se perdiera lo que se había ganado por una mala elección.
Así que mi divagación semanal me llevó al descubrimiento de que algo cotidiano como abrir y cerrar puertas es también parte de #laspequeñascosas de la vida que pasan desapercibidas por cotidianas pero que encierran una gran metáfora y significado de vida, sí y solo sí nos permitimos profundizar en el pensamiento y particularmente, en un tiempo que nos exige pensar muy bien antes de actuar.
A manera de colofón: el mundo cinematográfico infantil está lleno de referencias aunque a veces no somos capaces de descubrirlas todas a la primera. En la película de Monsters Inc. hay una secuencia completa en donde los personajes principales abren y cierran puertas porque tienen acceso a ellas como buenos monstruos asustadores que son. ¿Casualidad? No lo creo.
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