Las pequeñas cosas: magia

La magia se traduce en cada una de #laspequeñascosas que realizamos en la vida cotidiana. El mejor hechizo que podemos tener al alcance de la mano es la fuerza de voluntad, compromiso, constancia, honestidad, lealtad…

10 de enero, 2022

“El que no cree en la magia nunca la encontrará.” 

– Roald Dahl (1916-1990), escritor británico.

En algún momento de la historia de mi vida, dediqué mi tiempo a generar ingresos para una universidad privada a través de la capacitación empresarial. Un buen día conseguí un contrato para cuatro diplomados en ciencias de la educación. Para llevarse a cabo se requerían de aulas, equipo de audio y video, materiales y una compleja logística que debía coordinar con la dirección administrativa correspondiente cuyo titular al sentirse sorprendido por tales requerimientos solo atinó a decir: “Eli, soy director administrativo no hago magia”. Por aquél entonces su comentario me pareció fuera de lugar (yo que me tomaba la vida tan en serio y desempeñaba a cabal cumplimiento mi rol en aquélla institución) y lo que siguió fue que el señorito en cuestión no tuvo más que conseguir los recursos solicitados para dar inicio a la capacitación y fin del asunto. 

Hoy me pareció oportuno recordar aquel pasaje porque generalmente se asocia la magia a lo instantáneo, a lo que surge de forma inexplicable o a lo fantástico. Y es que la magia (del latín magīa y este del griego μαγεία = mageía) no es un tema fácil. Lo primero que se viene a la mente es la figura de una bruja en su caldero o un mago con su sombrero, pero lo cierto es que el tema va más allá de princesas encantadas o brujas maléficas al puro estilo de Disney. En la antigüedad, los magos eran sacerdotes eruditos; la palabra “mago” proviene del persa ma-gu-u-sha = sacerdote. Llegó al griego como μάγος (magos, plural: μάγοι, magoi) refiriéndose a una casta de sacerdotes persas o babilonios, que estudiaban las estrellas en su deseo de buscar a Dios. Del griego pasó al latín como magus, plural magi, /mágui/ de donde llegó al español mago. Durante la época medieval, la magia estuvo relacionada con la astrología y la alquimia, ambas consideradas por la iglesia católica como asunto del demonio. En la actualidad, la antropología considera a la magia en un plano paralelo a la evolución de las religiones y en lo general, se relaciona con el poder para modificar o manipular la naturaleza a voluntad propia sin caer en el extremo de la superstición.

Me refiero a la magia como ese poder, emoción o intención que mueve algo dentro de nosotros y nos impulsa a actuar; la publicidad nos habla de la magia del cine, la magia de la navidad o la magia de los nuevos comienzos y existen cantidad de producciones cuyo eje temático es la magia vista como un superpoder, pero no se trata de varitas ni de palabras mágicas sino de la actitud que asumimos ante la vida y que hace posible lo que nos proponemos.

Pensemos por un momento en las hadas que aparecen en los cuentos infantiles, mejor aún, recordemos aquel pasaje del cuento de la Bella durmiente: “Cuando la niña cumple un año de edad, invitan a un festejo en honor de la niña a tres hadas madrinas que, mediante encantamientos, le otorgan dones positivos”. Si trasladamos esa idea a la vida terrenal, encontraremos que nacemos con diversos dones como la belleza, la inocencia, la bondad, entre otros. Así que no hace falta tener hadas madrinas que los otorguen como tampoco es necesario ser Samantha, la bruja encantada o Hermione de Harry Potter, porque la magia se traduce en cada una de #laspequeñascosas que realizamos en lo cotidiano y que son el mejor hechizo o encantamiento que podemos tener al alcance de la mano: fuerza de voluntad, compromiso, constancia, honestidad, lealtad, preparación, etc. 

Solemos decir o escuchar que algo sucedió “como por arte de magia” porque generalmente vemos el resultado pero desconocemos el proceso y los antecedentes porque “Roma no se hizo en un día” y detrás de cada logro hay una gran dosis de disciplina, habilidad, estudio, sacrificio y un sinfín de acciones que dan como resultado algo que parece “mágico” en apariencia, pero que en lo tangible, no funciona de esa manera porque eso que llamamos magia no está en lo externo sino en lo que somos, en lo que hacemos, en nuestros pensamientos, en nuestras emociones e intenciones.

A manera de colofón: la serie Once Upon a Time nos propone que “el amor verdadero es la magia más poderosa existente, capaz de romper cualquier maldición y de enfrentarse a la brujería. Este puede manifestarse en diversas maneras, además de las relaciones románticas, también puede existir entre personas de lazos familiares, como padres e hijos o entre hermanos, y amistades.” Así que si hay algo en lo que nos gustaría creer como una fuerza poderosa se trata del amor como esa emoción que nos motiva a vencer cualquier obstáculo o crear y si le queremos llamar magia, se lo merece porque desde el amor, todo es posible.

 

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