Este debería ser un texto relacionado con el regreso a clases por aquello de que será la nota de hoy en todos los medios y porque es el contexto en el que vivo como la madre soltera de un crío de 10 años que pasa a quinto grado de primaria; sin embargo, en el camino (textual y real) se me cruzaron unas cosas, diminutas, microscópicas que no pude evitar dejar de lado porque es justo el argumento y la razón de ser de este espacio que invita a observar, a pausar, a apreciar y reconocer el valor de #laspequeñascosas.
Desde hace más de un año, elegí como actividad recreativa e inmediata (porque no es que se pueda viajar a donde uno quiera cada mes) el senderismo por el bosque, actividad que además puedo compartir con el infante a mi cargo sin mayor problema porque le fascina la aventura y la exploración, así es que hemos recorrido el Desierto de los Leones por sus varias rutas (conocidas y no tan conocidas) en diferentes épocas del año, con diferentes climas y con diferentes personas porque cada grupo es distinto uno de otro aunque nuestra guía siempre nos acompaña. Las actividades son variadas porque no se trata solo de caminar, el objetivo va más allá e implica conectar de verdad con el aquí y el ahora y de paso, entablar nuevas amistades y vínculos pero este no es un comercial para que se inscriban a la actividad sino para voltear la mirada a un mundo lejos de notas rojas, politiquería, espectáculos, chismes y demás contenido que a diario nos aportan los medios y las redes sociales.
Decía que en el camino de este fin de semana me encontré (nos encontramos) con el reino funji y el entusiasmo de una brigada de jóvenes biólogos que colaboran en conjunto con el gobierno local para rescatar y convertir en reserva ecológica esa parte importante de la ciudad de México (por tiempo no alcancé a revisar el historial ni el estatus pero prometo hacerlo y traer información fresca) el punto es que recorrimos el bosque con la mirada afilada para descubrir hongos y al final del recorrido, pudimos apreciar al menos unas quince especies diferentes y recibimos una clase exprés por parte de la Bióloga Gala Artemisa Viurcos Martínez, egresada de la UNAM, profesora e investigadora de este apasionante universo quien amablemente y de forma muy profesional nos entregó un documento a color con un extracto de la información, del cual me permito compartir lo siguiente: “Los hongos pertenecen a un reino especial para ellos: el reino Funji. Genéticamente se emparentan más con animales que con las platas. Se conforman de células llamadas hifas que en conjunto forman micelio, a este se le considera el hongo verdadero y los cuerpos forman micelio, a este se le considera el hongo verdadero y los cuerpos que vemos en temporada de lluvias son sola la parte reproductiva que porta las esporas, se les conoce como: esporomas. Entre sus funciones importantes (y aquí viene su relevancia) se encuentran; degradar la materia orgánica (animal y vegetal), fundamentales para ciclos biogeoquímicos (carbono, nitrógeno, oxígeno), alimento y refugio para muchas especies, formadores de simbiosis con plantas, animales, algas, etc.”
Así que la naturaleza tiene mucho que enseñarnos y es nuestra obligación cuidar de ella, respetarla y permitir que realice sus ciclos naturales porque de ella depende nuestra permanencia en este planeta. ¿Así o más importantes las pequeñas cosas? Nos leemos a la próxima.
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