Pocas veces reflexionamos en torno a las letras (aunque mi cierre en el 2022 estuvo dedicado a la “ch”). Generalmente me enfoco en las palabras y su poder, pero estamos en el mes de Mayo, en el que celebramos a las madres, la maternidad y lo materno. Entonces mi cerebro me juega una broma y empieza a mandarme más palabras que empiecen con “M” como mar, magia, meditación, madera, maravillas (sí, las del país de Alicia), mantarraya, merienda, maleta, mariscos, malteada, moneda, mordida, matemáticas y la lista podría extenderse o mejor comparto el link al diccionario de la Real Academia Española para que encuentren muchas más. La eme es la decimotercera palabra del abecedario español y en la numeración romana la “M” es 1000.
Mayo es un mes con magia a nivel personal porque me trae la celebración de cumplir años y la maternidad para dejar a marzo la exclusividad de ser un mes con eme de mujer, es también el mes de la lluvia y las flores por excelencia y en el que más veces he visitado el mar. Por cierto que el mar se lleva bien con mariscos, mantarraya y meditación porque no existe nada más pacífico que nos permita entrar en un estado de paz interior que escuchar el ritmo de las olas a la orilla de la playa. Entiéndase magia como el resultado contrario a las leyes naturales y en un sentido figurado casi pueril que nos permite creer que todo es posible al estilo de la conocida frase “como si fuera arte de magia”.
El Sombrerero fue el primero en romper el silencio.
-¿Qué día del mes es hoy? –preguntó, dirigiéndose a Alicia.
Se había sacado el reloj del bolsillo, y lo miraba con ansiedad, propinándole violentas sacudidas y llevándoselo una y otra vez al oído.
Alicia reflexionó unos instantes.
- Es día cuatro –dijo por fin.
- ¡Dos días de error! –se lamentó el Sombrerero y, dirigiéndose amargamente a la Liebre de Marzo, añadió-: ¡Ya te dije que la mantequilla no le sentaría bien a la maquinaria!
- Era mantequilla de la mejor –replicó la Liebre muy compungida.
- Sí, pero se habrán metido también algunas migajas –gruñó el Sombrerero-. No debiste utilizar el cuchillo de pan.
(Fragmento de Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll)
El mundo ya cambió. Hoy nos enfrentamos a una nueva realidad y mientras sigamos aquí tenemos la opción de abrirnos a lo nuevo, de seguir aprendiendo y probar otras formas y estilos de vida, reinventar #laspequeñascosas que son relevantes, las que nos sostienen, las que nos motivan, las que nos acompañan y las que nos hacen recordar nuestro sentido humano.
A manera de colofón: la maternidad sigue siendo un boom mercadológico, principalmente en un momento en el que recién ha sido pronunciado el fin de la emergencia sanitaria global por COVID-19 según la OMS (Organización Mundial de la Salud) lo cual no significa el fin de la pandemia; a decir de Tedros Adhanom Ghebreyesus (Director General) “lo peor que cualquier país puede hacer ahora es usar esta noticia como una razón para bajar la guardia, desmantelar los sistemas que ha construido o enviar el mensaje a su gente de que la COVID-19 no es motivo de preocupación afirmó”. Y es que las pérdidas han sido cuantiosas en todos los sentidos y no exclusivamente en lo económico pues si hablamos de la pérdida de salud mental nos meteremos en una camisa de once varas de la que tal vez no podamos salir. Desde lo particular, me parece que pese a la existencia de movimientos feministas, la maternidad sigue siendo un tema que polariza porque por un lado la desdeñan como la forma más pasiva que reduce a la mujer al hogar y por el otro, se le romantiza e idealiza pensándola como el súper poder que tienen las mujeres para trabajar, maternar, cuidar del hogar y de sí mismas y además, lucir sonriente y con imagen impecable todo el tiempo. La maternidad vista desde la mercadotecnia viste bien pero sigue ocupándose de las actividades del hogar, usa la tecnología pero sigue cocinando, hace tiktoks pero sigue llevando a sus hijos a la escuela. Se reflexiona y se piensa la maternidad desde el modo clásico heredado de nuestras abuelas y bisabuelas, pero hace falta revisarla desde su sentido natural, observar los estilos de maternaje en las especies animales y aprender de sus formas, sus procesos y sus tiempos para realmente reivindicar el papel de las madres en la sociedad, ese que va más allá de recetas, suavizantes de telas, baños súper limpios y familias sonrientes. ¿Será que la mercadotecnia y la maternidad tienen una extraña complicidad que desconocemos? Lo cierto es que, al menos este año celebrar a mamá resulta el mejor pretexto para salir a la calle y dejar atrás la pesadilla pandémica. ¡Sin duda, mayo es un mes con “M” de magia pura!
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