“Que lo que resulte se parezca a lo que planeaste, es el éxito”. – Héctor Bonilla (1939), actor mexicano.
El gran Federico García Lorca (poeta, dramaturgo y prosista español) dictó en su conferencia Juego y teoría del duende que “es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar. No es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre; es decir, de viejísima cultura, de creación en un acto. Hay que despertarlo en las últimas habitaciones de la sangre. Un encanto misterioso e inefable, una especie de magnetismo que puede poseer cualquier arte, país o persona. Un encanto poético aplicado a la creación artística”. El término se ha aplicado tradicionalmente al flamenco (en cuanto danza y música); sin embargo, se dice que está presente en las artes en general.
Mi encuentro con el término duende fue durante mi época universitaria, tiempo de estrecha conexión con la actividad cinematográfica como becaria coordinadora de actividades culturales, lo cual me permitió acercarme al acto creativo de cineastas, actores, productores y distribuidores; además de instituciones como la Filmoteca de la UNAM en tiempos de Celia Barrientos, la Cineteca Nacional, los cinemas Lumiére, la distribuidora Warner Bros, Centro Cultural Telmex y tantas personalidades y lugares emblemáticos que me hicieron amar el cine. Entre ellos, la labor de Óscar Uriel (conductor, productor de teatro y cine, analista cinematográfico) a quien seguí por mucho tiempo a través del programa 24xsegundo y que reencontré en 2010 como entrevistador del programa T.A.P. (Taller de Actores Profesionales) cuyo trabajo era distinto porque iba más allá de descubrir el detrás de cámaras del próximo estreno cinematográfico, al desmenuzar y desentrañar la esencia humana detrás de la actuación profesional en teatro, cine y televisión (porque hay que pagar las cuentas como suelen decir) y desde entonces, verlo y disfrutar de sus invitados ha sido como un bálsamo en días aciagos como los vividos recientemente a causa de la pandemia.
En 2021 y a propósito de la presentación de la temporada diez de T.A.P., el conductor comentó: “muchos asuntos se van a resignificar, por ejemplo, el miedo, las relaciones humanas, la soledad, me da la impresión de que serán temas apreciados desde otro punto de vista”. Y sí, los invitados que estuvieron con él durante dicha temporada hablaron de su experiencia a partir de la pandemia y de cómo les cambió la vida, de la forma en que tuvieron que reinventarse y de cómo ratificaron su empeño en seguir haciendo lo que mejor saben hacer: interpretar personajes y contar historias. Como parte de los créditos finales del programa aparece una leyenda, “NO SOMOS NADA” (nombre de la casa productora), que si bien encierra una gran razón, resulta reveladora al mismo tiempo porque todo lo que se dice, se cuenta y se comparte en una hora resulta ser todo para los espectadores, porque lo esencial de una producción como T.AP. es lo que se revela para cada espectador y lo que le inspira y mueve en la entraña al conocer la parte humana detrás de los personajes que han amado a través de las diferentes historias.
La vida (o quizá un duende), como es con sus constantes misterios, me llevó como invitada a la presentación de la onceava temporada de T.A.P., la cual se realizó el pasado martes 19 de julio en el Foro Shakespeare para anunciar su estreno en canal once hoy lunes 25 a las diecinueve horas. En la presentación estuvo también Bruno Bichir, productor del programa quien compartió con los reporteros y dijo: “Me emociona hasta el tuétano (es una de sus frases favoritas) y lo digo porque Óscar ha volado desde que llegó a T.A.P. por su trialidad como actor, productor y evidentemente como entrevistador y periodista porque es un gran indagador con amor y precisión del quehacer de la ficción. Él ya había entrevistado a grandes estrellas de todos los tiempos, pero lo que ahora hace es, sin duda, volar y no es inusual porque ha evolucionado a lo largo del tiempo”. A su vez, en la entrevista que el propio Óscar le realiza a Bichir, este último reflexiona y comenta parafraseando a Marlon Brando a quien admira: “Pasamos toda una vida estudiando o desarrollando nuestra capacidad como intérpretes para mostrar lo que el ser humano es y la realidad de las cosas es que al ser humano no le gusta mostrarse, somos animalitos muy tímidos. No nos gusta mostrar”. Así que la dupla Óscar-Bruno en conjunto con Itari Marta y Baltazar Morelos también en la producción además de todo el equipo y en coproducción con Canal Once es tratar de develar el misterio de la actuación o al menos, mostrar que es un acto humano que atraviesa por la entraña y la emoción, lo cual no es poca cosa.
Paradójicamente, hay un antes y un después no sólo en el trabajo de realización del programa sino en la vigencia e importancia de este tipo de producciones que logran capturar a ese “duende” presente en el acto creativo y que permite conectar con el aquí y el ahora para expresar #laspequeñascosas que son la vida misma y que llamamos emociones aunque las negamos por quedarnos en la superficie, pero la vida es un ratito y no somos nada.
A manera de colofón: conocí a Bruno en el año 2000 durante la presentación del filme “Crónica de un desayuno” (Benjamín Cann, E. Carranza, 2000), por alguna extraña razón lo acompañé durante un lapso mientras él esperaba la entrevista que estaban por realizarle. Recuerdo que él me hablaba de cosas que yo apenas podía asimilar, pero algo me quedó fijo en la memoria: su pasión, vocación, entrega y amor por lo que hace. No volví a verlo pero conservé su autógrafo en el cartel oficial de la película y su entonces número telefónico y dirección de e-mail. Me reencontré sorpresivamente con él durante la presentación de T.A.P., me acerqué y lo saludé desde la admiración y el respeto que siento por su trabajo y su gran sensibilidad como persona, impresión que se reforzó durante los largos minutos de entrevista que concedió generosa y pacientemente a los reporteros que acudieron a cubrir el evento. El cine, el teatro o la televisión (ahora las plataformas) nos venden historias y estrellas de la actuación pero en el fondo, debajo de cada vestuario y maquillaje se esconde la calidad y la calidez humana de los intérpretes a los cuales muy pocas veces tenemos el privilegio de acercarnos y aprender de ellos, a todos ellos GRACIAS por hacer de este mundo algo mejor con su labor artística.
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