“Nos salvamos juntos o nos hundimos separados”.
– Juan Rulfo (1917 – 1986).
En plena era de avance tecnológico con la posibilidad de conectarnos a grandes distancias en tiempo real y con toda la información posible al alcance de la mano pareciera que estamos más perdidos que en la época de las cavernas.
Mi especialidad no es la historia ni la arqueología, mucho menos la sociología, tampoco soy mujer de ciencia (aunque creo en ella). Lo mío es lo de todos los días, lo que se escucha, se ve, se respira y se siente en las calles a cada paso que damos en los traslados de un lugar al otro (si es que se puede hacerlo); lo mío es lo de muchas mujeres que son madres, profesionistas, hijas, esposas, amigas, consejeras, emprendedoras, empleadas, ejecutivas todo al mismo tiempo; lo mío es lo de ajustar el presupuesto familiar una y otra vez porque los precios no tienen control, buscar una y otra vez alternativas de ingreso que al menos parezcan permanentes y seguras en un ambiente de total incertidumbre y de crisis, de coyuntura; lo mío es pensar un día y otro también si de verdad hay un futuro halagador posible y agradecer infinitamente por despertar cada día y tener salud, empleo y un hogar (lo cual es demasiado dado el tiempo en que vivimos); lo mío es seguir adelante, sonreír, ser fuerte en tiempos de flaqueza, buscar cada día nuevas opciones e ignorar el miedo, la furia, la frustración, la desesperación y particularmente el cansancio porque ¿Quién no se siente cansado hoy?
Fue un 17 de marzo cuando la vida de millones (en México) se puso en pausa y estamos muy cerca de cumplir dos años en la incertidumbre, la improvisación y el duelo porque la pausa de tan larga se convirtió en un alto en el camino que veníamos recorriendo cada uno a su manera y no hay manera de seguir por el mismo lugar. Vaya, muchos ni siquiera siguieron o seguirán porque se han quedado o se nos han ido.
¿Quién no se siente cansado hoy del home office, de las clases virtuales, del cubre bocas, de las variantes “x”, “y” o “z” del COVID-19, del aislamiento, de las vacunas, del día y de la noche? Y sí, admito que he escrito decenas de veces en este espacio respecto a pensar en positivo y reconocer todo lo que tenemos a nuestro alcance para no caer en la negatividad, pero también acepto que un poco de realismo trágico nos viene bien para dejar de nadar a contra corriente (como los salmones) y revisar el punto en el que nos encontramos, pues de ese sorbo de realidad depende nuestra salud mental, que es lo único que podemos mantener a salvo puesto que depende totalmente de nosotros mirar la realidad para tomar un respiro, ser asertivos, revisar las posibilidades que tenemos, ganar calma y tomar decisiones.
Atravesamos por un momento complicado en la historia de nuestras vidas y mientras usted me dedica unos minutos de lectura, al otro lado del mundo se desarrolla una guerra entre dos naciones, en nuestro país está ocurriendo un feminicidio y en el mundo entero alguien se ha contagiado o muere por COVID-19, pero es lo que nos toca vivir y de lo que hagamos con ello depende nuestra estabilidad emocional y la capacidad de adaptación que tengamos ante la coyuntura.
En este espacio se escribe sobre #laspequeñascosas de la vida y siempre busco el lado positivo porque enfocar nuestra atención solo en lo negativo nos coloca en la ruta de la tristeza y la depresión, de la nostalgia y de la desesperación, y si tenemos la fortuna de despertar cada día es porque hay algo más allá que nos trasciende (como quiera que usted le llame), nos mantiene con vida y a salvo de todo lo que hoy ocurre en el mundo entero, porque con todo y sus males la vida es bella, vale la pena vivirla y seguir adelante; principalmente, si hay una mirada inocente que lo acompaña y le dice “Mamá” todos los días, horas y minutos de su existencia.
A manera de colofón: hoy concluye el segundo mes del año y el primer bimestre. Las noticias no han dado tregua, los medios de comunicación hierven de información y la falta de sentido parece ser “la otra pandemia”, las personas abarrotan todos los lugares, los conciertos masivos se han reanudado, la vida parece seguir su curso y quizá es en la fiesta y la celebración que se pretende ocultar el miedo y la sinrazón que permea en el ambiente. Son tiempos difíciles para los soñadores.
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