Existe una palabra que me parece encantadora más por su connotación que por su significado: alternativo (opción, solución que se puede elegir además de las otras que se consideran). Y es que en la realidad que nos ha tocado vivir después de la pandemia, lo alternativo es bienvenido como una respuesta e incluso como una defensa o una necesidad para hacer las cosas de diferente manera y probar otros caminos que nos aporten conocimiento, prevención y bienestar ante cualquier eventualidad.
Me refiero por ejemplo, a la herbolaria como una forma natural de mantener la salud o al turismo alternativo como medio para ser productivos y cuidar el medio ambiente o al surgimiento de nuevos oficios como una opción para autoemplearse ante la terrible oleada de despidos masivos en los grandes corporativos a raíz de la pandemia. Sí, lo alternativo atrapa una vez que se le conoce porque se sale de la norma para sorprendernos y demostrarnos que otras formas de vida son posibles.
Por cuestión alternativa o por necesidad, lo cierto es que algunos destinos turísticos hoy existen entre el distintivo de “Pueblo Mágico” (equivalente a turismo tóxico en todos los sentidos) y una propuesta más sustentable (económica, comunitaria, solidaria y ecológica) que permite disfrutar de la esencia de los lugares o dicho en otras palabras: conocer la esencia y no la apariencia.
En ese sentido es que las chinampas (del náhuatl chinamitl = en la cerca de las cañas, suelo agrícola) de Xochimilco (declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987) están cobrando más fuerza como opción turística que el mismo lugar cuyo origen fue pensado y diseñado para distracción de la aristocracia porfiriana pero que hoy día a través de las cooperativas que surgieron para dar sustento a sus pobladores ofrecen cultivo orgánico y comercio justo.
Lo notable de un tour por las chinampas es que permite el contacto con un ecosistema natural dentro de la ciudad, una actividad que además se vuelve didáctica porque se aprende del origen y la historia de los xochimilcas y que, como plus, ofrece la experiencia de sembrar y cosechar, actividades simbólicas y significativas porque en cierto modo eso hacemos día a día en diversos ámbitos y actividades: sembramos intenciones, cultivamos proyectos y cosechamos éxitos o fracasos para volver a empezar, emulando los procesos cíclicos de la agricultura ¿Por qué?
Inexplicablemente, previo a la escritura de esta colaboración me encontré en el ahora “X” una reflexión de Pablo Boullosa respecto al primer párrafo del libro “Árbol adentro” de Octavio Paz: “Creció en mi frente un árbol. Creció hacia dentro. Sus raíces son venas, nervios sus ramas, sus confusos follajes pensamientos. Tus miradas lo encienden y sus frutos de sombras son naranjas de sangre, son granadas de lumbre. Amanece en la noche del cuerpo. Allá adentro, en mi frente, el árbol habla. Acércate, ¿lo oyes?” Boullosa ofrece una reflexión respecto al conocimiento y el aprendizaje a partir del texto, lo que me hace insistir en que todo está conectado y estamos interconectados con todo, si tomamos un momento para observar encontraremos cantidad de conexiones y coincidencias con la naturaleza porque somos seres naturales, vivos, emotivos y racionales. Recuerdo que durante los días de confinamiento me preguntaba si mi pequeño hijo lograría vivir la experiencia de estar en medio del bosque, de sentir la lluvia en su carita, de escuchar el oleaje del mar o de ver peces; nuestro ecosistema se agota y es urgente salvarlo.
Mantenerse con los pies y las manos en la tierra no debe ser asunto de moda o una simple experiencia de ecoturismo sino parte de #laspequeñascosas en nuestro día a día mediante el cuidado de un huerto urbano, cultivando plantas domésticas, sembrando árboles, consumiendo alimentos orgánicos, etc. Recordemos que somos uno con la naturaleza y que la ciencia y la tecnología son herramientas para desarrollar el pensamiento no para frenarlo.
A manera de colofón
Resulta interesante confirmar la forma en que la historia de la humanidad es cíclica, el día de ayer (10 de septiembre) fue el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, tema que fue analizado desde una perspectiva sociológica en 1897 por el sociólogo francés Émile Durkheim utilizando como unidad de análisis las variantes condiciones sociales de los individuos, encontrando que los incrementos o picos se correspondían con depresiones económicas o guerras y señaló a la integración social como un factor protector para las personas frente al suicidio. Actualmente, se sabe que: 1. Cada 40 segundos una persona en el mundo muere por suicidios, 2. El 90% de quienes lo intentan una vez y sobreviven, nunca llegan a morir por dicha causa, 3. Una comunidad entera puede verse alterada por el suceso y 4. Es prevenible. En 1994 y durante la celebración por mi quince aniversario, recibimos la noticia del fallecimiento por suicidio de un primo hermano, él había obtenido la ciudadanía estadounidense, por lo que tenía una vida que nadie conocía a detalle; esa parte de mi historia familiar pertenece a un hoyo negro espacial porque nadie volvió a hablar del tema. Seamos solidarios y empáticos porque nada sabemos del mundo interno de los demás.
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