Las pequeñas cosas | Barbecho

Me persigue la idea de que la vida es un ratito y se debe disfrutar al máximo aun frente a la crisis y el desaliento.

27 de junio, 2022

“Bien están los buenos pensamientos, pero resultan tan livianos como burbuja de jabón, si no los sigue el esfuerzo para concretarlos en acción.” 

– Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), literato, economista y político español.

Hay días en que no ocurre nada o que simplemente la creatividad está de vacaciones. Uno de esos días ocurrieron esta semana porque soy una simple mortal a quien se le descompone el refrigerador, la regadera del baño y el boiler como cualquier ciudadana que habita en un condominio exclase mediero con más tintas de convertirse en sucursal de barrio bajo que de prosperar y regresar a sus buenos tiempos.

Ocurre también que vivimos tiempos violentos y de incertidumbre en medio de una pandemia que no cesa y que cada día trae nuevos retos y variantes y estadísticas y datos como en una espiral sin fin, mientras que los ciudadanos nos debatimos entre conseguir el sustento diario, seguir adelante y cuidar de la salud; todo, en una sola exhibición (como dicen los contadores) y sin garantía de nada, porque lo único seguro es que los precios van a la alza mientras nuestros bolsillos se vacían velozmente y de una forma que nunca antes me tocó vivir. 

Dicen los que saben que vienen tiempos más catastróficos económicamente hablando. Como no soy experta, no me toca juzgar si es verdad o falso, pero lo que veo, escucho, percibo y vivo cada día es que el ambiente está enrarecido, los maleantes se pasean a la luz del día, los delitos se cometen públicamente, los políticos hacen show cada día en las cámaras de diputados y senadores (por cierto, hoy en día ser político está entre las profesiones con mala reputación, pero esa es otra historia), las grandes empresas siguen ofreciendo productos innecesarios a los consumidores, las escuelas siguen trabajando en formato híbrido al igual que algunas empresas, los burócratas lo son cada vez más y en resumen. Me parece que no necesitamos igualarnos a Venezuela, Chile o Cuba porque ya vivimos en la decadencia social y personal entre personas cada vez más enojadas, frustradas o ambiciosas peleando por el poder y/o el dinero porque tenemos la falsa idea de que es la máxima aspiración del ser humano.

Si lo anterior no fuera cierto, este espacio no existiría como una propuesta para expresarse, reflexionar, opinar e invitar a crearse un criterio propio, labor fundamental para crear conciencia entre la población, porque la vida es más que nacer, crecer, reproducirse y morir; eso lo realizan las plantas de forma magistral y el reino animal. Es nuestro deber hacer algo más con el respiro que damos al nacer.

Me persigue la idea de que la vida es un ratito y se debe disfrutar al máximo aun frente a la crisis y el desaliento porque hemos visto partir seres queridos a lo largo de dos años, personas extraordinarias que han perecido en la lucha contra el mortal virus que nos aqueja. La vida es un ratito y estamos perdiendo la oportunidad de generar un barbecho (sistema de cultivo que consiste en dejar de sembrar la tierra periódicamente para que se regenere) en nuestras vidas.

Descansar, regenerarse del impacto de una cruel y despiadada pandemia que no da tregua pero que nos ha golpeado de múltiples de formas, dañando no solo nuestra salud física sino también la salud mental y estamos cansados, hartos, hastiados, frustrados y sin esperanzas, porque no hay para dónde moverse y si el movimiento no es posible hay que buscar otras formas de movimiento como la flexibilidad del pensamiento para encontrar #laspequeñascosas que le dan sentido y sustento a la vida más allá de la fertilidad que todo terreno debe tener. Las pausas son necesarias en tanto nos ayudan a reconstruirlo todo de forma interna y externa. 

A manera de colofón. Hemos corrido creyendo que podíamos retomar nuestras vidas, lo cierto es que nada es igual y que vale la pena replantearse los pasos a seguir en medio de una guerra que no es sólo bélica sino mental y de actitud porque vivimos peleados con un montón de cosas que vienen del exterior y que no podemos controlar. La pandemia es una amenaza, conviene buscar nuestras fortalezas y oportunidades para seguir adelante, siempre adelante o, como escribió Albert Camus: “En lo profundo del invierno finalmente aprendí que dentro de mí había un verano invencible”. Aprovechemos el verano que estamos viviendo.

 

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