Las pequeñas cosas

Puede ser que los efectos de la pandemia hayan pasado (relativamente) en tanto tema de salud pero en todo lo demás, dichos efectos seguirán un efecto dominó que parece no terminar.

24 de octubre, 2022

“Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo”.  -Julio Cortázar (1914 – 1984). 

Estamos en el inicio del último trimestre del año, en la antesala del cambio de horario, a unos días de la celebración de Halloween y Día de Muertos, de la conmemoración de la Revolución Mexicana y en un abrir y cerrar de ojos estaremos brindando por la Navidad y recibiendo el Año Nuevo. Así de rápida la vida en tiempos postpandémicos (si es que se les puede llamar así) y así de agresiva la mercadotecnia que insiste en recuperar lo perdido durante el tiempo de confinamiento para obligarnos a salir, apropiarnos del espacio público, consumir y treparnos al tren del consumismo y la reactivación de la economía (si es que todavía queda algo por reactivar o rescatar).

Siempre aclaro que mi especialidad es lo cotidiano y que dejo en manos de los académicos y especialistas las opiniones formales; sin embargo, no por carecer de títulos los ciudadanos de a pie perdemos seriedad o veracidad al ser quienes recibimos el impacto de todo cuanto ocurre en el contexto político, social y económico sino al contrario, lo que ocurre en estos tiempos es digno de preocupación y causa indiscutible de insomnio, ansiedad y preocupación. 

Se dice que después de la tormenta llega la calma pero ¿Qué calma o sosiego puede llegar para una madre soltera que vive de un emprendimiento que depende de las finanzas de otros ciudadanos que enfrentan la misma crisis global en todos los sentidos? o ¿qué calma encuentra la adulta mayor con un servicio médico en decadencia por la falta de presupuesto para el pago de honorarios médicos y/o especialistas? o ¿qué calma hay para los ciudadanos que día con día sufren la saturación en el transporte público, el impacto de las constantes obras en vías públicas o las mejoras en líneas de gran afluencia del sistema de transporte colectivo metro? ¿Qué calma existe entre pasajeros que se van a los golpes a la menor provocación? ¿Qué calma hay para el comerciante que es asaltado frecuentemente o que sufre el cobro por derecho de piso? ¿Qué calma tiene la población que vive rodeada de violencia? 

Puede ser que los efectos de la pandemia hayan pasado (relativamente) en tanto tema de salud, pero en todo lo demás, dichos efectos seguirán un efecto dominó que parece no terminar porque no hay una vuelta a la normalidad, hay una normalidad que no acabamos de entender que ni es del todo nueva pero que nada tiene que ver con lo que hubo una vez.

Lo preocupante es que cada día existan menos posibilidades para seguir adelante, que se disminuyan las oportunidades de empleo, de educación, de desarrollo en todos los sentidos. Lo preocupante es que cada día el presupuesto personal alcanza para menos en contraste con quienes gastan cantidades exuberantes en fiestas, calzado, ropa, accesorios, viajes, casas, etc. porque la pandemia no cambió nada solo acentuó lo que ya sabíamos y lo que ya existía como mal de la sociedad.

En noviembre de 2018 empecé una colección de #laspequeñascosas porque hace falta voltear la mirada hacia ellas: reivindicar todo lo bueno que implica ser “humano” y recuperar de una vez, el pensamiento crítico, la buena voluntad, el trabajo del pensamiento, el valor de lo esencial y reencontrarnos con la otredad desde un estado de tolerancia, equidad y amor (aunque suene cursi). No se trata de religión ni de filiación política o estrato económico sino de simple y llana humanidad, eso de lo que estamos hechos y que vendemos al mejor postor porque impera la ley de la selva. Solo a través de la atención en las pequeñas cosas es que podremos salvar lo poco que queda de un mundo cada vez más caótico y con menos sentido o quizá sólo sea que el inicio de una nueva era en la historia de la humanidad está próximo, eso sólo el tiempo lo dirá.

A manera de colofón: dijo Sócrates que la filosofía es la búsqueda de la verdad como medida de lo que el hombre debe hacer y como norma para su conducta, quizá sea un buen momento para abrirle un espacio al acto de filosofar como estrategia para alcanzar el equilibrio y la razón que tanta falta hacen por estos días. Pero yo sólo sé que no sé nada. 

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