Un año pasa rápido, y al mismo tiempo pasa tanto que algunas de esas resoluciones se nos olvidan. ¿Cuántos de los planes que teníamos para el inicio de este año pasaron a ser menos prioritarios conforme fue pasando el tiempo? Seguro varios. ¿Pero cuantas otras oportunidades salieron que jamás imaginamos que fueran a suceder?
Hasta hace unos años yo siempre fui muy tradicional en el aspecto de tener mis 12 resoluciones para cada mes en año nuevo y al final del año me entraba la nostalgia y frustración por todo lo que no hice, o pude haber hecho diferente, o perdí, etcétera… Y entiendo porqué esta época para algunos puede ser un poquito deprimente. Pero conforme he ido creciendo, he aprendido que por más planes y estrategias que tengamos, la vida siempre nos arroja sorpresas. Nos cruzamos con personas y situaciones nuevas, mientras que otras se alejan, o simplemente nos damos cuenta que algunas cosas no eran tan importantes como creíamos.
No estoy diciendo que tener planes, metas, estrategias y sueños está mal, al contrario, es algo que necesitamos tener para seguir adelante y estar motivados, sobre todo si son cosas en las que creemos y nos apasionan. Lo importante es no sentirnos frustrados, ni que fracasamos si no todo sale como lo planeamos, o si no pasó en el tiempo exacto. Viene otro año, y luego otro por delante, y hay que agradecer lo que sí logramos este año, aunque no estuviera en nuestros planes.
Para mi este año ha estado lleno de cambios. A veces me siento perdida y me despierto casi todos los días preguntándome: “¿Qué estás haciendo, Liliana?”. Los cambios asustan, pero nunca me había sentido tan segura del camino que estoy tomando, porque gracias al objetivo y sueño que tengo, sé que todo lo que estoy conociendo y aprendiendo es para llegar a él. Y, a veces, está bien sentirse perdido, si no… ¿De qué otra manera encontramos las respuestas?
Así que hace unos días me hice una serie de preguntas y luego se las hice a mis amigos. Conforme iba preguntando, veía la cara de todos al contestar. Muchos estaban sorprendidos con sus respuestas, al ver todo lo que aprendieron y crecieron durante 12 meses, agradecidos por todos los sucesos que los llevaron a eso.
Así qué, el año que empezamos no tiene que ser dictado por 12 resoluciones que forzosamente tienen que suceder en el lapso de un año, para luego sentirnos miserables por no lograrlo de acuerdo al plan. Nada que valga la pena viene fácil. El secreto es creer en lo que estamos haciendo, sin que nadie nos detenga, y ser constantes, por supuesto. Por más difícil que a veces se vea, hay que disfrutar el proceso, y los resultados vendrán poco a poco.
Espero que todos tengan un excelente cierre de año y que sigan teniendo planes y sueños, no solo para un año, para siempre.
Los invito a que contesten las preguntas que hice:
- ¿Qué era lo más importante para ti al inicio del 2015, que ahora te das cuenta que paso a ser menos importante?
- Mayor lección
- Mayor logro.
- Algo que no viste venir y te cambió por completo. Para bien.
- Mayor decepción, pero que te hizo aprender.
- Algo que tuviste que dejar ir porque te estaba frenando (y ahora estas mejor sin eso).
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