Es difícil hablar de celebrar en tiempos en los que una pandemia que no ha distinguido edades, razas o grupos sociales, nos dejó dolor, pérdidas inesperadas y, sobre todo, la falta (obligada o no) de cierres adecuados para tantas familias y mucho dolor reprimido ante la falta de la contención que, desde las creencias personales, nos brindan los rituales de despedida. Sin embargo, el Día de Muertos y la profundidad que encierran nuestras tradiciones, nos abre la puerta a oportunidades que difícilmente podríamos encontrar en otras culturas.
El simbolismo que encierra la ofrenda, la oportunidad de colocarla como si de un “ejercicio” de acercamiento con los que se han ido se tratara y la aproximación a la muerte de manera festiva, son solo algunos de los aspectos que nos dan la oportunidad de despedirnos, de cerrar las heridas que quedaron abiertas y de poder seguir adelante con la satisfacción de honrar el legado de los que se fueron y celebrar, a plenitud, la vida que tenemos.
Un gran homenaje para los que se fueron
No hay duda de que esta pandemia sacudió el mundo de todos y, ya sea que nos haya tocado muy de cerca o que hayamos tenido la oportunidad de verla pasar sin mayores perjuicios, todos conocemos a alguien que se adelantó en el camino: médicos y enfermeras en la primera línea de batalla, abuelos, padres, madres, amigos… y (una de las mayores heridas en nuestro país), centenares de niños mexicanos que hoy han quedado huérfanos.
Por ello, los altares de muertos de este 2021 deben convertirse en un “Ejercicio de amor y reconocimiento”: un enorme homenaje que conmemore a todas esas almas que partieron, en muchos casos, en la soledad del confinamiento o en el aislamiento necesario de las salas de hospitales.
Que en las calles, en las escuelas, en los espacios públicos y, especialmente, en nuestras casas, las ofrendas estén llenas de amor, colmadas de memoria y plagadas de gratitud.
Que las imágenes que ahí coloquemos nos ayuden a decir adiós con el alivio de la aceptación, pero que al mismo tiempo nos permitan reconocer el privilegio de la vida, cerrar los ciclos que estaban inconclusos, hacernos responsables del hoy y del mañana, y seguir adelante.
Y que preservar las tradiciones, que también nos dan vida, valor e identidad, con los más pequeños de nuestras familias, sea un vehículo para fortalecer el corazón de México y del mundo.
Celebrar la muerte es celebrar la vida
Vivimos momentos en los que nuestros niños y jóvenes deben estar preparados para enfrentar situaciones difíciles y dolorosas y, por mucho que quisiéramos evitarlo, somos los adultos quienes tenemos la responsabilidad de mostrarles que la mejor manera de recordar a quienes nos han dejado es honrando su legado, viviendo con alegría, agradeciendo y disfrutando cada momento, cuidándonos unos a otros y dándonos cuenta de que la única forma de salir de esto, enteros y con un corazón fuerte, es esforzándonos por tratar de ser mejores a cada instante, desde cualquiera que sea el lugar en el que nos corresponda estar.
Conócenos ahora y descubre por qué, más que un colegio, somos una Familia.

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