AMLO y Trump: ¿Qué gana México con este encuentro?

Con la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador al presidente Donald Trump, México está formalizando una relación a largo plazo. Dicho en términos coloquiales,...

10 de julio, 2020

Con la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador al presidente Donald Trump, México está formalizando una relación a largo plazo. Dicho en términos coloquiales, en mi opinión, México se está casando con los Estados Unidos.

Dejemos a un lado si la visita a Washington fue un acierto o no, si fue oportuna o no. La visita se llevó a cabo, y eso no lo podemos cambiar. Lo verdaderamente importante es que el presidente mexicano muestra a la administración Trump, y también a los demócratas, que tiene la mejor voluntad para que la relación de nuestras naciones sea óptima. Se ha dicho que si Joe Biden gana la elección en noviembre, los demócratas pasarán factura a México, pues interpretan la visita de Obrador como un espaldarazo a la candidatura de Trump, lo cual es cierto, esté consciente o no el presidente mexicano de ello. No obstante, la diplomacia mexicana, muy bien manejada por Marcelo Ebrard, será lo suficientemente hábil para sortear esa posible situación.

No es verdad que, una vez iniciada la administración de López Obrador, Trump haya moderado su actitud, menos aún que haya mostrado respeto por México y los mexicanos. Apenas el año pasado, Trump amenazó a México con aranceles a todos nuestros productos si no conteníamos a los migrantes centroamericanos. México se vio obligado a desplegar miles de soldados en la frontera sur y a convertirse de facto en tercer país seguro. En varios mítines, Trump ha dicho que de esta forma México está pagando el muro, lo cual metafóricamente es verdad. Así que no es cierto que desde que López Obrador es presidente, Trump nos haya respetado como nunca antes. Pero también esto es anecdótico y poco relevante. Lo que en realidad importa es el beneficio que obtendrá México en la relación, y en ese rubro, me parece que la visita a Trump debe considerarse positiva en sus efectos.

Independientemente de la ausencia del premier canadiense, Justin Trudeau, al encuentro de celebración del T-MEC, este tratado es fundamental y no hay que olvidar que fue un logro de la administración de Peña Nieto. Quizá muchos mexicanos no han dimensionado su importancia: asegura que México sea el aliado principal de Estados Unidos para las siguientes décadas. Con el T-MEC estamos contrayendo matrimonio con Norteamérica, particularmente con los Estados Unidos, y nos estamos comprometiendo con ellos de una manera total. Nos estamos “casando”, por decirlo de algún modo, con Estados Unidos, no con Venezuela o Cuba, como muchos cuatrotetistas habrían querido, de modo que esta visita, debe tranquilizar a los que temen que AMLO instaure el comunismo en México. Los elogios mutuos entre los presidentes de México y Estados Unidos deberían tener irritado y muy preocupado al sector más izquierdista, socialista, soberanista y nacionalista de la 4T.

Paralelamente, este viaje nos permite comprender varias cuestiones. Una de ellas es que López Obrador habla de dientes para afuera en muchos temas. Muchas personas de las clases medias y acomodadas temen al presidente porque creen que se convertirá muy pronto en dictador y acabará con el empresariado y con México. Pero eso no es verdad; habría que empezar a perderle el miedo a López Obrador y ver su agresivo discurso como una incontinencia verbal. Tres ejemplos: Uno: AMLO insulta a los empresarios todas las mañanas en sus conferencias, pero llevó con Trump a 11 de los más importantes y ricos empresarios mexicanos y los elogió en público diciendo que tienen vocación y conciencia social. Dos: AMLO insulta todos los días a los medios que lo critican, pero entre los empresarios que llevó con Trump están los dueños, socios o altos directivos de medios críticos como Milenio, Azteca, Televisa, Imagen y el New York Times. Tres: AMLO condena a los empresarios que amasaron fortunas durante el periodo neoliberal, ya sea por privatizaciones o por corrupción, pero llevó a empresarios como Ricardo Salinas y Carlos Hank.

La visita a Trump evidenció que el discurso de AMLO es solo para enardecer a las masas que ciegamente lo siguen. ¿Por qué no llevó a Héctor Díaz Polanco, a Yeidckol Polevnsky, a Irma Eréndira Sandoval, a John Ackerman, a Manuel Bartlett, a Epigmenio Ibarra o a Gerardo Fernández Noroña? Bueno, a Bartlett quizá lo hubieran arrestado las autoridades estadounidenses, hace décadas que no pisa suelo gringo, vaya usted a saber por qué. Pero, volviendo al punto, hágase usted esa pregunta. O esta otra: ¿por qué en su primera salida del país no fue AMLO a Cuba o a Venezuela?

Andrés Manuel López Obrador no casó a México con Simón Bolívar; lo casó con el Tío Sam. Los gobiernos de Obrador y Juárez figurarán entre los más pro-estadounidense de nuestra historia. Y yo creo que, a fin de cuentas, esto será bueno para México.

 

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