La política económica de las migraciones está en función del tipo de nacionalismo que entraña su modelo económico: cosmopolita o identitario. La concepción cosmopolita admite la naturalización (mal llamada nacionalización) de los nacidos en el extranjero; en cambio, la identitaria no, por lo que propende la repatriación. La cosmopolita evidencia una mentalidad abierta al mundo de nuestros días, mientras que la identitaria otra cerradamente conservadora, la cual busca hacer del territorio un claustro racista.
En el planeta, hay aproximadamente 272 millones de migrantes internacionales en los cuales 2/3 son migrantes laborales. El tercio restante alberga criminales, farsantes de la persecución política, y buenos para nada que pasean su fatiga antes de trabajar por todo el orbe. Esta cuantía representa el 3.5% de la población mundial: tal como en el caso de las minorías étnicas, la dimensión del fenómeno no da razón de la importancia del problema. El 74% de los migrantes internacionales fueron personas de 20 a 64 años; por lo que las migraciones internacionales entrañan exportación de fuerzas productivas, las cuales acarrean prosperidad en los países huéspedes al mismo tiempo que empeoramiento de la situación coyuntural primero (insuficiencia de la demanda) y estructural después (rigidez de la oferta y economía compradora), en los territorios expulsores.
La política económica de las migraciones del presente hace convergentes los derechos inhumanos, el estancamiento ricardiano, y la geopolítica del mundo de los imperios. Los derechos inhumanos de los que repatrían a los que quieren cambiar de residencia sea por la razón que fuere. El estancamiento ricardiano porque cuanto más estancada esté la economía nacional, más emergen las fobias xenófobas. Y la geopolítica del mundo de los imperios, porque las prácticas guerreristas que les son propias, reviven a los mitos imperiales y etnocéntricos de la peor calaña, los cuales justifican al tratamiento perverso de los inmigrantes personalizados en los otros, representantes de quienes no son gente como uno.
Los migrantes: ¿cómo harán frente a la estanflación recesiva que se avecina? Aceptando rebajar su reivindicación salarial, por supuesto, pero también corriendo tras de las actividades que ofrecen trabajo. Las políticas del cueste lo que cueste son y serán un gran paliativo de esta carrera por un pedazo de pan, aunque se asemejan a la filantropía, pero no a la política social. La limosna dada el domingo al salir de misa, es para adquirir buena conciencia disfrazada de generosidad; es decir, para hacer trampa en el juego social. Así sucede también con la filantropía destinada a los inmigrantes.
¿Y la Incertidumbre del siglo XXI, la cual no es cualquier incertidumbre, sino una incertidumbre fabricada en el sentido de consecuencia de la intervención del hombre en la vida social, la economía y la naturaleza para expulsar población? Una categoría particularmente relevante para las migraciones es la especulación financiera (titularización, petróleo, divisas), la cual vulnera al desarrollo de las ganancias de oportunidad con grandes costos del mismo género por los empleos no creados. Fabricada por las guerras comerciales y la desintegración económica iniciadas por los populismos proteccionistas dentro de la tendencia al estancamiento de la recuperación precaria en el mundo.
El sentimiento y las emociones de la Incertidumbre XXI apoyan a un capitalismo emocional que puede ser muy despiadado. Ningún inmigrante está exento de ser víctima de un trabajo de mierda o bullshit job: el túnel artefactual del coronavirus demostró que en periodos de crisis, existen pocos empleos que se vuelven fundamentales para el conjunto de la sociedad, tales como los servicios sanitarios, los transportistas, o los profesores; al mismo tiempo que otros pierden relevancia: ¿no es pertinente que la política económica incremente sustancialmente la remuneración de los inmigrantes formales o informales que trabajan en los servicios sanitarios, el transporte o la enseñanza; al mismo tiempo que reduzca a la mitad el ingreso de las ocupaciones que han perdido relevancia? En caso afirmativo, los costos políticos serían insoportables.
Tampoco ningún inmigrante está exento de padecer agotamiento o burnout a causa de los ritmos intensivos que imponen los patrones de los sin papeles. Estas prácticas despiadadas de los empleadores reviven los peores escenarios de la cuestión social del siglo XIX. Agotamiento o burnout que no se soluciona con un plato de frijoles cenado en una vivienda precaria.
No hay que confundir a la incertidumbre con el riesgo, dado que la primera tiene lugar cuando no puede ordenarse un conjunto completo de proyecciones ni imaginarse una lista completa de consecuencias; por ejemplo: cuánto valor deja de crear una economía nacional como consecuencia de la repatriación de inmigrantes. El derecho inhumano a la repatriación ignora el daño que esta hace al bien común de la nación y, tal como el fruto del mirobálano, fantasea con las cifras que se les dan la gana.
La economía numérica incrementará el número de migrantes con diversas calificaciones como resultado de la evolución tecnológica y organizativa registrada en la dependencia de la trayectoria que surge de la secuencia histórica nacional y se plasma en los cambios drásticos de la vida cotidiana que sufren los inmigrantes. En el choque entre los usos y las costumbres, hay inmigrantes que tienen la capacidad emocional de absorber la confrontación convivencial, pero otros no. Habitualmente, estos últimos son los inmigrantes de primera generación.
Los EEUU son un crisol del nacionalismo cosmopolita y del identitario; del primero, porque han absorbido muchos millones de inmigrantes en lo que podemos rotular el mayor nacionalismo cosmopolita realmente existente; y del segundo, porque es el territorio donde mayor influencia tiene la ideología identitaria promotora de la repatriación (por ejemplo: Samuel Huntington “¿Quiénes somos?”), particularmente agresiva con los inmigrantes latinoamericanos.
México es uno de los países que más remesas recibe. Estos envíos son como una válvula de escape en una olla a presión; en este caso los conflictos sociales internos; y en segundo lugar, un área financiera apta para la captura de rentas, las cuales no dejan de consolidar a la economía rentista vía el rentismo popular o rentismo de los pobres. Afectadas por la política de peso fuerte que castiga al poder de compra de las familias, las remesas siguen siendo un componente esencial de las motivaciones para emigrar.
Recientemente, la destrucción populista en Venezuela generó el éxodo masivo de su población afectando a varios países latinoamericanos, en particular Colombia, Chile y Perú. La destrucción populista venezolana no solamente daña a su economía nacional, sino también a la de las economías huéspedes quienes deben enfrentar problemas inéditos como la invasión de las calles por parte de ejércitos de vendedores ambulantes, eventualmente continente del tráfico narco menudista. La política económica de las migraciones no es un cuento de hadas.
*Los datos estadísticos fueron recopilados de Organización de las Naciones Unidas “Informe sobre las migraciones en el mundo”; pero los comentarios de los mismos son responsabilidad exclusiva del autor.
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