El sistema de justicia penal en México es el conjunto de instituciones, procedimientos y normas destinadas a investigar, enjuiciar y sancionar a quienes cometen delitos, garantizando justicia para las víctimas, derechos para los acusados y el respeto a los derechos humanos.
A pesar de la reforma de 2008, que introdujo el sistema acusatorio y oral para hacer los procesos más transparentes y eficientes, el sistema enfrenta serios problemas estructurales que limitan su efectividad, según el informe “Hallazgos 2023” de México Evalúa.
Este sistema incluye diversos componentes clave: la policía, encargada de la seguridad pública y la investigación inicial; el Ministerio Público (MP), responsable de dirigir las investigaciones y presentar las acusaciones; la Defensa Pública y Privada, que garantiza representación legal para los acusados; y el Poder Judicial, que decide sobre la culpabilidad o inocencia con base en las pruebas presentadas.
La adecuada coordinación entre estos actores es esencial para el funcionamiento efectivo de la justicia, pero la falta de confianza y percepción de corrupción, especialmente en la policía y los jueces, continúa siendo un obstáculo.
El 93% de los delitos en México no se denuncia debido a la desconfianza en el sistema y los procesos tediosos, reflejando la urgencia de agilizar procedimientos y mejorar el trato a las víctimas. La impunidad en el país es elevada, con un promedio de 94%, afectando especialmente delitos graves como homicidios y secuestros. Aunque algunos estados, como Querétaro y Nuevo León, muestran mejor capacidad institucional, el desempeño general es desigual, evidenciando la necesidad de mejorar la respuesta en diversas regiones.
El uso de la prisión preventiva está fuera de control, aplicándose más allá de los límites legales y afectando de forma desproporcionada a ciertos grupos, especialmente mujeres. Esto demanda una revisión urgente para asegurar que los procesos judiciales sean justos y respetuosos de los derechos humanos.
La atención a las víctimas es deficiente, ya que no reciben el apoyo necesario para acceder a la justicia. Mejorar estos servicios es fundamental para que el sistema sea inclusivo y proteja a quienes buscan justicia.
Los defensores públicos enfrentan sobrecarga de trabajo y falta de recursos, afectando la calidad de las defensas, y el uso excesivo de la prisión preventiva impacta desproporcionadamente a ciertos grupos, especialmente a mujeres, aplicándose incluso fuera de los límites legales. Estas deficiencias subrayan la necesidad de fortalecer las defensorías públicas y revisar la aplicación de la prisión preventiva.
El informe sugiere fomentar la educación cívica sobre el sistema de justicia para cerrar la brecha entre la ciudadanía y sus derechos legales. También destaca la importancia de adoptar métodos alternativos de resolución de conflictos, como la mediación, y mejorar las investigaciones mediante la capacitación de fiscales y peritos.
Para avanzar hacia un sistema de justicia más justo y respetuoso de los derechos humanos, México requiere reformas profundas que promuevan la transparencia, la confianza ciudadana y el respeto a los derechos de víctimas y acusados, redirigiendo recursos a áreas prioritarias como las defensorías y la atención a víctimas.
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