Una fotografía crítica del momento actual

El siguiente Presidente tendrá que lidiar con esta herencia, que supone, de entrada, la reconstrucción institucional del Estado mexicano.

20 de julio, 2023

Adrian Ruiz de Chavez Villafuerte

hipótesis sobre el estado de la nación mexicana

Vivimos tiempos interesantes, ni duda cabe. Estamos en un cruce de caminos en el que nos jugamos nuestro futuro como estado nación. Una fotografía panorámica del momento presente resulta útil para evaluar nuestras oportunidades y amenazas como sociedad y perfilar nuestras decisiones. En términos generales, así narro esta fotografía:

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El escenario pre-electoral inunda las redes sociales y las primeras planas de la prensa. Xóchitl sigue creciendo y algunas encuestas le dan ya más de 40 puntos de ventaja sobre su más cercano competidor en la alianza opositora, que es Santiago Creel. Realmente es la única persona en la oposición que puede disputar competitivamente la presidencia de la República a la candidata de Morena. Muchos ciudadanos nos preguntamos si los otros aspirantes deberían bajarse ya de la contienda declinando en favor de ella. Ante la amenaza que las cúpulas partidistas tuvieran la tentación de operar contra Xóchitl, no estaría mal que Santiago, Enrique y Beatriz se sumaran honorablemente con la hidalguense, aportando su capital político y su basta experiencia para hacer más fuerte su candidatura. Frente a la elección de Estado que se avecina, la oposición unida y sin fisuras sería estratégicamente pertinente.
Entre tanto, las “no-campañas” de las corcholatas destacan por aburridas y acartonadas. A pesar de los acarreos con torta, refresco y hasta sartenes, y el despliegue de propaganda en bardas y espectaculares por Claudia, Marcelo o Adán, ninguno levanta en la opinión pública según diversas encuestas. Su popularidad parece estancada. Llegaron a su límite superior.
En Palacio Nacional hay conciencia de esto, de modo que AMLO se desfigura, atacando a Xóchitl cada mañana con mentiras y violaciones gravísimas a la ley. El Presidente ya no disfraza su perfil autoritario y, por primera vez, ha perdido la iniciativa política, reaccionando erráticamente, ante el crecimiento de Gálvez. La guerra de mentiras desplegada vía los comunicadores orgánicos del régimen no surte efecto más que entre sus incondicionales. La descomposición del escenario que esperaban para el 2024 ya es evidente en las mañaneras cuando el Presidente regaña a quien lo cuestiona sobre los muchos problemas que vive el país. El recurso del choro o sus fugas mediante Chico Ché no le alcanzan para disimular su malestar. Y lo mismo ocurre con Claudia y Adán Augusto. Marcelo se defiende con más inteligencia y es el único que lanza, discretamente, alguna propuesta de cambio de estrategia. Todo indica que tendremos una elección bastante cerrada.
En Movimiento Ciudadano, Dante Delgado se metió en un laberinto al continuar negándose a participar en una alianza contra Morena, poniéndose a su favor, en un juego en el que no hay más que dos posiciones posibles: mantener la democracia en México sumándose a la alianza PAN-PRI-PRD o avanzar hacia un régimen autoritario de corte chavista. No hay más. La apuesta estratégica de Dante para consolidar a MC como opción democrática distinta a la de los partidos tradicionales ya no es posible. Si MC no se suma al Frente Amplio por México, corre el riesgo de desfondarse e incluso de perder su registro como partido a nivel nacional. En cambio, Dante puede ganar mucho sumándose al FAM, porque los 7 o 10 puntos que aportaría en la elección presidencial podrían resultar definitivos en la contienda, lo que le permite tener una buena posición negociadora que serviría al fortalecimiento futuro de su partido. Sin embargo, su obstinación rechazando la alianza lo pinta como un viejo necio ante la opinión pública y, peor, ante diversas figuras inteligentes al interior de MC.
Mientras tanto, el país hace agua por todos lados, menos, por lo pronto, en el terreno económico, donde sin mérito de las políticas gubernamentales, los efectos del nearshoring y el T-MEC han permitido un crecimiento del PIB cercano al 3% para este año, con inflación a la baja y una reapreciación del tipo de cambio que ya bajó de los 17 pesos por dólar. No obstante, la inversión para nuevos proyectos es escasa y, la que hay, se debe fundamentalmente a reinversión de utilidades de las empresas que ya estaban en el país. La apreciación del peso no favorece al sector exportador y, para los consumidores, no se está reflejando en el precio de los productos que importamos.
Más importante resulta que la errática política económica del gobierno no permite aprovechar a plenitud la oportunidad que la reconfiguración geoeconómica ofrece al país. Las continuas señales presidenciales contra la actividad empresarial en general, hacen más atractivos otros destinos para inversionistas que buscan seguridad jurídica, un compromiso gubernamental en favor de las energías limpias y el impulso de nuevas tecnologías, como quedó claro en el Foro de Negocios Globales organizado recientemente en la Universidad de Columbia. En vez de ello, México mantiene congeladas las autorizaciones para iniciar la operación de nuevas plantas de energía limpia, no se invierte en líneas de transmisión y, en el antiguo CONACYT, se han reducido significativamente las becas para financiar estudios en el extranjero y se han cancelado los convenios de colaboración para proyectos de investigación y desarrollo tecnológico con el sector privado, además de haber excluido de su consejo directivo a los representantes de las principales universidades (públicas), para dejar su lugar a miembros de las fuerzas armadas. Y ahí siguen, como bomba de tiempo, las disputas con nuestros socios comerciales en materia energética, minera y de maíz transgénico que bien podrían estallar si Morena mantiene la presidencia de la República un sexenio más. Inútil resulta pensar en qué habría pasado si ahora tuviéramos en operación al NAIM en vías de convertirse en el mayor hubb logístico de Norte y Centro América, desplazando a Atlanta y Panamá.
El mundo se está reconfigurando aceleradamente, mientras nosotros permanecemos entrampados en la ideología anacrónica del Presidente y sus cercanos. Así, hace unas semanas Morena anunció una Comisión Especial para trazar la visión de la 4T al México de 2030, donde destacan como ideólogos Rafael Barajas (“El Fisgón”), Paco Ignacio Taibo II, Héctor Díaz Polanco, Armando Bartra, Epigmenio Ibarra, María Elvira Concheiro, Bertha Luján, Olga Sánchez Cordero y Lorenzo Meyer, la gran mayoría notable por su pensamiento marcadamente contrario al liberalismo político y económico, anticapitalista y de filiación comunista propia de los tiempos de la Guerra Fría. Varios de ellos declaran su apoyo a los regímenes cubano, venezolano, nicaragüense y su nostalgia por la Unión Soviética.
El foco más rojo de nuestra fotografía es la presencia cada vez mayor de las bandas criminales que tienen asolado al país en una porción geográfica ya muy considerable, mientras el Presidente insiste en su política de “abrazos, no balazos”. Autobombas, secuestros, extorsiones, asesinatos colectivos de civiles en Guerrero, Michoacán, Colima, Zacatecas, Baja California, Chiapas, Quintana Roo, etc. El asunto es tan serio que, hace unos días, la Secretaría de Defensa del gobierno de los Estados Unidos ha pedido al Congreso Norteamericano que México deje de ser considerado parte del Comando Norte de seguridad estratégica, lo que disminuye sensiblemente el nivel de confianza que le tienen los gringos a su principal socio comercial. ¿Qué efecto tendrá esa medida sobre la agenda de riesgos que consideran los inversionistas que podrían estudiar la conveniencia de instalarse en México? ¿Y qué efecto tendrá esto sobre la cooperación binacional? Los expertos están muy preocupados. Por si fuera poco, la presencia dominante de bandas criminales en diversos estados ponen en riesgo muy serio la operatividad de las elecciones para el año próximo: la participación democrática de la ciudadanía disminuye sensiblemente en entornos violentos. El problema de la seguridad ya dejó de ser, desde hace mucho, un problema de seguridad pública para convertirse en un problema de seguridad nacional.
Pemex es un desastre: se le han invertido cerca de 1,000 millones de pesos desde el 2019 para fortalecerla, pero cada vez opera peor y está más cerca de la quiebra técnica. Su gasto en Mantenimiento se ha reducido en un 48% y los accidentes en sus plantas y plataformas se multiplican, con más de una centena de muertos y otros tantos heridos entre sus trabajadores. No es casual que la calificadora Ficht recién anunció una nueva degradación a la calificación de Pemex, que ha pasado de BBB+ a B+, que es el nivel más bajo en la historia de la empresa e implica una degradación de 6 niveles en la escala de la calificadora. Ficht señala serias deficiencias operativas y el incumplimiento de compromisos ambientales y de gobernanza corporativa. Esta calificación amenaza ya la calificación de la deuda soberana de México. Y Dos Bocas se volvió a inundar.
En el otro pilar de nuestra soberanía energética, la CFE no deja de reportar pérdidas y, recientemente, se han multiplicado los cortes de electricidad en diversas regiones ante el incremento de la demanda por las olas de calor de las últimas semanas. La generación eléctrica permanece ajena a las preocupaciones globales sobre el cambio climático.
El desastre del sector salud, va más allá de la escasez de medicinas y la privación de cobertura para millones de personas que antes sí tenían y ahora descubrimos la falta de mantenimiento en sus instalaciones con la muerte trágica de una niña en un elevador. Y de la tragedia que viene para el sector educativo ya ni hablamos, porque la he desarrollado en otro artículo en esta columna.

El siguiente Presidente tendrá que lidiar con esta herencia, que supone, de entrada, la reconstrucción institucional del Estado mexicano. Pero, antes, los ciudadanos tenemos el imperativo de sacar del poder a esta banda de incompetentes y mentirosos.

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Twitter: @Adrianrdech

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