Ahora sí, estimados lectores, me parece que hoy es un día oportuno para dar por cerrado el sexenio del presidente.
Permítanme explicarme.
Ya que la candidata morenista será, prácticamente, la doctora Claudia Sheinbaum, el presidente López, probablemente, comenzará la campaña presidencial para apoyar a la candidata morenista a la presidencia en los días venideros.
Es decir, lo que ha hecho desde que rindió protesta: estar en la campaña eterna de Morena. Business as usual para López. Y no lo puedo culpar: si hay un arte que el presidente López domina, es el de ser el candidato eterno (¡y cómo no, después de pasar una mayor parte de su vida como candidato desde sus tiempos en el PRI! La práctica, como dicen, hace al maestro).
Ahora bien, debo decir que esto que digo acerca de que López se volcará de lleno a la campaña presidencial es una mera opinión personal. Sin embargo, y como decía mi difunta y muy amada abuela, “ya conozco a mi gente”. Por lo tanto, pronostico en los próximos días, semanas y meses, una lluvia intensa de elogios desmedidos (ya saben, enfocados a atributos como “honestidad”, “integridad”, “lealtad”, etc.) a la candidata morenista, con uno que otro viento fuerte de descalificaciones contra los adversarios de López (igual, ya saben, “la oligarquía”, “la mafia del poder”, etc.) y, cómo no, severas granizadas de insultos dirigidos al INE y demás autoridades electorales (con el hit favorito de todos sus fanáticos, “el fraude electoral que viene”. A estas alturas, una campaña morenista sin gritos de “fraude” es como ir a un concierto de Paul McCartney y no escuchar Yesterday). Y los temas que queden pendientes en el gobierno de López estarán aderezados por alguna de las tres condiciones de arriba.
¿Importa que a López le falte casi un año para dejar la presidencia? No.
¿Importa que México atraviese por crisis severas (como la de seguridad)? ¡No!
¿Importa, acaso, la presencia del narcotráfico en varios estados de México? ¡Pfff, por supuesto que no!
¿Quién sería López si se preocupara por tales nimiedades como “resultados” y “hechos”? Lo importante, como siempre lo ha expresado el presidente con sus palabras y acciones, es cimentar su “legado” político (lo que sea que eso signifique). Y, desde que es presidente de México (el de a de veras en 2018, no el presidente legítimo de 2006), la mirada de López ha estado fija en el 2024.
Con la definición virtual de las dos candidatas que contenderán por la presidencia de México en 2024, entramos en un periodo muy interesante en el que veremos cómo los esfuerzos presidenciales se enfocarán (todavía más) a que Morena retenga su poder hegemónico. Lo que se viene es la clara continuación de la campaña presidencial que López inició el primero de diciembre de 2018.
Mientras tanto, ¿qué piensan ustedes? ¿Será un tiempo divertido en cuanto a maromas e intercambio de insultos entre el bloque oficialista y el de oposición? ¿O al contrario, será una época en donde el discurso de los políticos mexicanos seguirá bajando a cotas de patetismo inimaginables?
Déjenme saber su opinión en los comentarios.
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