¿Preso político?

Cuando estuve en una cama de urgencias del Instituto Mexicano del Seguro Social, apenas podía respirar, no hacia el mas mínimo movimiento y mis pensamientos se sumergían en los pitidos de las alarmas de los respiradores y...

28 de julio, 2020

Cuando estuve en una cama de urgencias del Instituto Mexicano del Seguro Social, apenas podía respirar, no hacia el mas mínimo movimiento y mis pensamientos se sumergían en los pitidos de las alarmas de los respiradores y otros aparatos de monitoreo cardiaco de quienes estaban conmigo recibiendo el año 2020. En medio de ese silencio maquinal, de repente se escuchó un fuerte golpe, como cuando cae una sandía o melón al suelo, en este caso el golpe fue por la caída de una mujer que acaba de llegar a urgencias ese 31 de diciembre para el día 1º de enero. La caída fue de un metro y medio más o menos, desde la camilla del IMSS en el área de urgencias. En ese momento, la persona que la acompañaba solamente alcanzó a dar un fuerte sollozo, un quejido fuerte seguido por un silencio sepulcral; las enfermeras corrieron desde el puesto de control de urgencias hacia el lugar que ocupaba la camilla y nada pudieron hacer por la señora que había entrado a urgencias del IMSS por una tos incontrolable que no la dejaba respirar, como muchos otros que estábamos ahí.

Nadie culpó al cuidador ni a las enfermeras que estaban en urgencias. Nadie culpó a los médicos de guardia de la noche de fin de año, nadie, fue un lamentable y fatal accidente. Recuerdo que lloré calladamente, despacio porque los médicos no sabían qué tenía, pero decían que me iba a morir, parecía una conferencia del Dr. López-Gatell cada vez que llegaban los médicos a ver mi situación… Es que estás gordo, es que fumas, has de tomar mucho trago… No daban qué enfermedad tenía y hasta la fecha no se explican por qué mi corazón creció de la noche a la mañana.

Yo sufrí una caída también desde mi camilla, quedé con un moretón en el ojo, me caí porque llegó un momento que mi enfermedad era puro mareo y total disociación de la realidad. Después de caer estuve a punto de golpear a uno de los enfermeros, bien recuerdo el grito que me detuvo: ¡Tranquilo estas en el seguro! Eso me sacó del estado de mi mente perdida y disociativa. Ayudó mucho a esa caída una medicina aplicada por el respirador del oxígeno que me causó un mareo muy fuerte.

A pesar de todo lo que viví, estoy muy agradecido con todo el IMSS, desde con Zoé Robledo hasta con los de nutrición que me daban mi comida diaria, Cabe hacer mención de manera honorifica a los doctores que en gran o menor medida tuvieron la amabilidad de recetar “probando” qué me iba a funcionar para sobrevivir esa enfermedad que me dio. Después de varios días de probar lo consiguieron y comencé a salir adelante. Solo tuve problema con una doctora, jefa del piso dos del hospital del IMSS, que no le gustó que le dijera lo que era: prepotente y abusiva. Pero, bueno, esa es otra historia.

En ningún momento dudé de los médicos. Cuando uno llega a un hospital está en manos de los médicos, tienes que ser humilde ante la prueba que Dios Nuestro Señor te pone, los médicos no son dioses, aunque algunos se sientan así, por lo que cualquiera puede morir si llega a un hospital muy enfermo o herido.

Todo esto nos lleva a la situación que hoy por hoy viven los médicos, que no son reconocidos por nadie en la lucha que están llevando a cabo contra el COVID-19. Todo el personal de los hospitales son objeto de golpes, vapuleadas, insultos, amenazas y hoy en Chiapas son objeto de cárcel.

Sí como lo lees, son objeto de cárcel por parte de familiares de un político dueño de un partido palero del gobierno de Manuel Velasco y del hoy Gobernador Rutilio Escandón Cadenas. Resulta que el pasado 7 de julio falleció el político chiapaneco Miguel Arturo Ramírez López (Descanse en Paz), quien se contagió de Covid-19 y no pudo sobrevivir a los estragos ocasionados por el SARS-CoV-2 (en inglés, Severe Acute Respiratory Syndrome coronavirus 2; en español: coronavirus tipo 2 del síndrome respiratorio agudo grave). Fue atendido por el médico especialista Urgenciólogo Gerardo Vicente Grajales Yuca en el Hospital de Especialidades Vida Mejor del Instituto de Seguro Social de los Trabajadores del Estado de Chiapas (ISSTECH).

La familia del influyente político fallecido que engrosa la larga lista de enfermos por el COVID-19 no quedó satisfecha y demandaron al médico que ya está en la cárcel.

De manera “fast track”, el Doctor Gerardo Vicente Grajales Yuca fue enjuiciado y puesto en la cárcel, saltándose todas las trancas y haciendo de él el segundo preso político del estado de Chiapas. Al Doctor Grajales Yuca una vez en el transcurso de esta pandemia fue elogiado en twitter @isstechdifus  (https://twitter.com/isstechdifus/status/1263632518076600321 ) donde dice: “Gracias al trabajo dedicado del personal médico, encabezados por el Dr. Vicente Grajales Yuca, Coordinador del Área COVID de nuestro Hospital de Especialidades Vida Mejor  brindamos alta hospitalaria a un paciente COVID-19, masculino de 70 años.”

¿Dónde quedó el amor? Resulta que circula en el estado información no confirmada de la vox populi de los chiapanecos del ISSTECH donde refieren lo siguiente: “Me llega el audio de un trabajador del ISSTECH donde revela su versión de los hechos más o menos en estos términos: “El médico Urgenciólogo Grajales Yuca, conversó con la señora madre del gobernador Rutilio Escandón cuando esta señora estaba recuperándose del Covid-19. En esa plática le informó que no tenían insumos, que batallaban mucho para tratar a los pacientes y que hacían falta medicamentos y equipo. La señora, ya sana y en su casa, le contó eso a su hijo Rutilio y le pidió hacer algo. El gobernador le jaló las orejotas al pelón. Éste montó en cólera, tan temperamental como es, y urdió toda esta trama carente de sustento jurídico para sacar del ISSTECH al Urgenciólogo quien, dicho sea de paso, es uno de los mejores elementos de ese nosocomio. El pelón se sintió herido en lo más íntimo de su ser y acabó moviendo sus palancas para que la hija del fallecido presentara la denuncia. Lo demás ya se sabe. Ese es el fondo del problema. Lo provocó el Pelonote (refiriéndose al Tabasqueño Dr. Cruz, Secretario de Salud de Chiapas y según cuenta la Vox Populi compadre del mismísimo presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, que por cierto, comenta la vox populi, futuro diputado local por el partido del difuntito en cuestión).

Esta versión de la vox populi Chiapaneca del ISSTECH y en general revela que Dr. Grajales Yuca solamente está preso por haber pedido medicinas y equipo para combatir el COVID-19. Médicos de la capital del estado, entrevistados por DE FRONTERA A FRONTERA y que piden el anonimato, refieren que no hay medicinas, y la gente muere por no tener medicinas ni suficientes respiradores. Esto pasa tanto en el ISSSTECH como en el IMSS, como en el ISSSTE.

La información revela que la madre del gobernador tuvo COVID-19, que fue atendida por el médico en cuestión y no fue informado a los chiapanecos. La información revela que la crisis actual del COVID-19 no está para darle a Chiapas el estatus de Semáforo Amarillo, como se filtró en estos días, porque la gente está muriendo en sus casas y dentro de los hospitales COVID-19 del estado, y como dijo un médico que pidió el anonimato “Hay camas porque la gente no está llegando a los hospitales a tratarse porque no hay medicinas ni respiradores suficientes para todos”.

La información tanto confirmada como la no confirmada y los comentarios anónimos por temor a represalias dan cuenta de la triste realidad que estamos viviendo en un estado donde todos somos “Presos Políticos” en mayor o menor medida.

Entonces, ahora se preguntan por qué puse como pregunta el título de esta colaboración, porque no se sabe a ciencia cierta si al gobernador Rutilio Escandón Cadenas le enojó tanto la denuncia de la falta de medicinas y equipamiento en los hospitales del estado y lo mandó a aprehender, o si fue un ardid de venganza del Secretario de Salud de Chiapas contra el Dr. Gerardo Vicente Grajales Yuca, hoy segundo preso político del Gobierno Chiapaneco (según la vox populi).

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